Ahorro, responsabilidad y realismo energético
El Gobierno ha puesto en marcha un paquete de medidas para fomentar el ahorro energético, en la línea de lo que están haciendo otros países europeos por la emergencia sobrevenida ante la amenaza de Putin de cortar el suministro de gas ruso a Europa. Se trata en su mayoría de medidas que ya estaban contempladas en todos los manuales sobre el uso eficiente de la energía, pero que casi nadie seguía porque no existían suficientes incentivos a hacerlo. Todas, desde algunas más cosméticas, como quitarse la corbata, a otras más profundas, como cambiar la temperatura ambiente en los establecimientos públicos y privados, suman y suponen un avance sobre lo que debe ser una concienciación ciudadana que sirva de base a una nueva cultura energética. El ahorro de energía o de cualquier recurso escaso es siempre positivo, pero debe venir acompañado de medidas más profundas que garanticen los niveles de confort y seguridad que precisa una sociedad moderna. Es necesario planificar las actuaciones que permitan garantizar la seguridad de suministro en condiciones competitivas a todo el tejido productivo desde el realismo y el pragmatismo, y no sólo desde premisas ideológicas que dejan al margen tecnologías más que probadas en el mundo. Francia y Alemania también están impulsando el ahorro energético, pero mientras la primera apuesta abiertamente por la energía nuclear, la segunda reabre centrales térmicas de carbón e incluso de fuel para hacer frente al previsible corte del gas ruso. Pensar que la transición energética se puede llevar a cabo sin contar con la energía nuclear o el gas parece irresponsable.