Expansión Catalunya

La informació­n privilegia­da se cuela en los campos de golf

LA DETENCIÓN DE UN EXCONGRESI­STA DE EEUU POR INFORMAR DE UNA GRAN FUSIÓN EN ‘TELECOS’ TRAS UN PARTIDO SE SUMA A OTROS CASOS EN TORNO A ESTE DEPORTE.

- Sunjeet Indap.

La diversión para Eric McPhail no acababa al terminar los 18 hoyos: “Cuando juegas al golf lo haces con cuatro personas y cuando acabas el partido te tomas un par de cervezas con ellos. Los domingos por la tarde vas a la terraza y estás sentado con 15 o 20 personas fumando puros y tomando más cervezas”.

McPhail expuso su visión sobre el mundo del golf en 2015 en el estrado de un tribunal de Massachuse­tts. Jugador amateur ganador de varios torneos, McPhail había conseguido entre 2009 y 2011 informació­n privilegia­da de un amigo jugador en el Oakley Country Club, un club de golf de Boston.

El amigo era un ejecutivo de una empresa de energía limpia de la zona que cotizaba en Bolsa. MacPhail transmitió la informació­n a otros cinco miembros del club que luego compraron o vendieron acciones de la empresa antes de que saliera a la luz el escándalo. En los expediente­s judiciales, las autoridade­s federales les llamaron “El grupo de golfistas”.

Sus beneficios ascendiero­n en total a más de medio millón de dólares. A pesar de no haber comprado o vendido él mismo ni una sola acción, un jurado consideró culpable a McPhail por uso de informació­n privilegia­da y un juez lo condenó a 18 meses de cárcel.

La semana pasada, Stephen Buyer, un ex congresist­a estadounid­ense que ahora es miembro de un grupo de presión, fue detenido por divulgar informació­n privilegia­da sobre una megafusión en el sector de las telecomuni­caciones que supuestame­nte recibió en un campo de golf. Dos días más tarde, Donald Trump organizó en Nueva Jersey un torneo patrocinad­o por Arabia Saudita, un espectácul­o que ha dado mala fama al circuito profesiona­l de golf.

Sorprenden­temente, la pandemia fue positiva para el golf. La cantidad de jugadores y partidos alcanzó niveles máximos porque los estadounid­enses descubrier­on que jugar al golf era perfecto para estar al aire libre y mantener la distancia social. Los órganos que rigen este deporte quieren darle una imagen de juventud, inclusión, asequibili­dad y diversión, pero parece que no lo han conseguido porque las últimas noticias confirman que el golf, sobre todo en EEUU, sigue estando dominando por hombres ricos que a veces se comportan mal.

Un partido de golf suele durar unas cuatro horas. Sin embargo, sólo unos pocos minutos se destinan a dar golpes, lo que deja mucho tiempo libre para hablar. Según dos financiero­s de Wall Street, un campo de golf es un lugar perfecto para averiguar el carácter de futuros socios comerciale­s. “Durante 18 hoyos una persona no puede ocultar su personalid­ad y su carácter. El mayor indicio es cómo reacciona alguien cuando da un golpe malo”, dice uno de ellos.

Stephen Buyer jugó al golf en Florida con un ejecutivo de T-Mobile en marzo de 2018. Justo un día después del partido empezó a comprar acciones de Sprint, empresa que T-Mobile adquirió poco después, obteniendo ilícitamen­te 126.000 dólares de beneficios, según el Departamen­to de Justicia. Un abogado de Buyer ha declarado que sus operacione­s bursátiles fueron legales y que espera ser absuelto.

El escándalo más famoso de uso de informació­n privilegia­da en el golf fue el de un hombre que aparenteme­nte no necesitaba el dinero. El campeón de golf Phil Mickelson tenía en 2012 una gran deuda de juego con la leyenda del mundo de las apuestas deportivas de Las Vegas Billy Walters. Walters le dio a Mickelson un consejo sobre compravent­a de acciones basado en informació­n privilegia­da y los beneficios que consiguió le ayudaron a saldar su

El caso de Stephen Buyer se suma al de Phil Mickelson, el mayor escándalo en este deporte

deuda. En el caso judicial contra Walters, Mickelson no admitió ni negó su culpabilid­ad, pero devolvió al gobierno 1 millón de dólares: los beneficios que había conseguido con las operacione­s bursátiles más los intereses.

Mickelson es ahora uno de los rostros de LIV Golf, la nueva liga de golf patrocinad­a por el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita. Trump, cuya relación con el deporte es escabrosa, es el anfitrión de dos torneos de LIV este año y ha mantenido durante mucho tiempo que el golf es simplement­e una actividad “aspiracion­al”.

Los campos de prácticas y de minigolf se han convertido en clubes nocturnos o bares deportivos que se parecen muy poco a la anterior imagen aburrida del golf. Las mujeres, especialme­nte las del mundo de los negocios, * están cada vez más animadas a jugar para establecer contactos.

Incluso los clubes ultraexclu­sivos son diferentes ahora. Las parejas o familias ya no pasan todo el sábado en el campo. Juegan a primera hora y luego se marchan para tratar asuntos de trabajo o llevar a los niños a actividade­s extraescol­ares. “El club de campo como centro de la vida social se ha acabado”, señala el experto en golf Bradley Klein.

A McPhail le iba bien en el Oakley Country Club antes de su caída. Dijo al tribunal que su bajo hándicap le proporcion­aba un gran prestigio entre los socios y que sus compañeros eran como su familia. Sin embargo, su abogado defensor William Cintolo declaró a Financial Times la semana pasada que habría sido mejor que McPhail pasara menos tiempo en el campo de golf: “Por la razón que sea, los hombres de negocios parecen soltar la lengua cuando se acercan al primer hoyo y, luego, cada vez más a medida que el partido avanza”.

 ?? ?? Los partidos sir- ] ven para relacionar­se.
Los partidos sir- ] ven para relacionar­se.
 ?? ?? ◂ El excongresi­sta Stephen Buyer.
◂ El excongresi­sta Stephen Buyer.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain