Inversión de 43.240 millones para fabricar chips en EEUU
Micron y Qualcomm abrirán nuevas factorías en el país, que trata de reducir su dependencia de Asia en un momento de creciente tensión con China.
Con el fantasma de una invasión sobrevolando Taiwán, el gran fabricante mundial de semiconductores, Estados Unidos, está apostando por repatriar la producción para asegurar su autonomía estratégica en caso de conflicto.
Ayer, dos de los mayores grupos de semiconductores norteamericanos, Micron y Qualcomm, anunciaron inversiones por valor de 44.200 millones de dólares (43.240 millones de euros), según informó la Casa Blanca, que vinculó las decisiones a la ley aprobada en el Congreso e impulsada por el presidente, Joe Biden, para subsidiar la fabricación de procesadores en suelo estadounidense.
El proyecto de ley, conocido como la ley CHIPS, contempla una inversión total de 280.000 millones de dólares, de los que 52.700 millones están dirigidos a fomentar la construcción y ampliación de fábricas nacionales de semiconductores con subsidios y créditos fiscales.
También proporcionará decenas de miles de millones para financiar la investigación y el desarrollo científicos, y para estimular la innovación y el desarrollo de otras tecnologías estadounidenses.
De esos 44.000 millones de dólares anunciados, la gran mayoría, unos 40.000 millones de dólares, provienen de la inversión de Micron, el segundo fabricante de semiconductores más grande de EEUU, que abrirá nuevas factorías enfocadas a la producción de chips de memoria.
Se estima que la iniciativa de la compañía generará 8.000 nuevos puestos de trabajo y aumentará la participación estadounidense en el mercado de producción de chips de memoria del 2% al 10%.
El resto lo aportarán el gigante Qualcomm, especializado en el diseño de procesadores para teléfonos móviles, y Global Foundries, que destinarán el dinero a la expansión de las instalaciones que esta última tiene en Nueva York. El anuncio amplía un acuerdo previo de 3.200 millones de dólares entre las dos compañías.
Dependencia
Micron y Qualcomm no son los únicos grupos que han anunciado planes para fortalecer sus capacidades de producción en el país. A principios de año, Intel informó que destinará 20.000 millones de dólares a la construcción de dos nuevas factorías de chips en Ohio que espera que empiecen a producir en 2025.
Por su parte, la taiwanesa TSCM, el mayor fabricante de microprocesadores del mundo, tiene previsto inaugurar en 2024 una nueva planta de producción en el en Arizona valorada en 12.000 millones de dólares.
Todas estas inversiones están destinadas a reducir la dependencia de EEUU de terceros países en una industria tan delicada como la de los chip. La pandemia, primero, y ahora las tensiones con China, que reivindica Taiwán como parte de su territorio, han puesto en evidencia la falta de capacidades de producción de la primera potencia mundial en este campo.