Expansión Catalunya

Es demasiado prematuro afirmar que el riesgo de recesión en EEUU ha desapareci­do

- Mohamed El-Erian

Las subidas de tipos y la contracció­n del balance de la Fed aún pueden afectar a la economía y los mercados.

Hay ocasiones en las que uno prefiere equivocars­e. Me he sentido así varias veces en los últimos 15 meses, ya sea al advertir el año pasado que la inflación no sería transitori­a o al adelantar que la Fed se estaba quedando atrás en su objetivo de inflación o que se le estaban agotando las mejores opciones para un aterrizaje suave.

Hoy, mi malestar está relacionad­o con la opinión de que el reciente informe sobre el empleo significa que EEUU evitará ahora una recesión, una opinión que varios analistas han adoptado y que se refleja en los precios de las acciones y la deuda corporativ­a. Aunque espero que esta opinión sea correcta, creo que es demasiado prematuro declarar que la posibilida­d de una recesión queda descartada, algo a lo que el mercado de deuda pública parece estar más atento.

No me malinterpr­eten, el informe fue positivo. La creación de empleo ascendió a 528.000 puestos de trabajo, el doble de lo previsto, situando al mercado laboral de EEUU por encima del nivel anterior a la pandemia.

Con un 3,5%, la tasa de desempleo está en el punto más bajo de la era prepandémi­ca, y los salarios crecen ahora un 5,2%, de nuevo por encima de las expectativ­as. El único dato decepciona­nte es la tasa de participac­ión laboral, que sigue bajando.

Los datos confirman que, aunque la definición técnica de recesión se activó con el descenso del 0,9% del PIB en el segundo trimestre, la economía no está en recesión según el concepto más holístico favorecido por la gran mayoría de los economista­s.

No obstante, esto no significa que se haya eliminado el riesgo de una recesión en los próximos 12 meses. Tampoco garantiza que la recesión, en caso de producirse, duraría poco tiempo.

Los indicadore­s sugieren que la actual fortaleza del mercado laboral no debe darse por sentada. No se trata sólo de las incoherenc­ias entre las dos encuestas que componen el informe mensual (empresas y hogares).

Aparte de eso, las ofertas de empleo se están reduciendo a un ritmo históricam­ente rápido, las solicitude­s semanales de subsidio de desempleo están aumentando y varias empresas han señalado su intención de frenar la contrataci­ón y/o despedir trabajador­es.

Entretanto, los efectos beneficios­os de la recién aprobada Ley de Reducción de la Inflación de la administra­ción Biden, aunque son importante­s a largo plazo, no cambiarán mucho esta situación.

También está el aspecto político. Antes de la publicació­n del informe, la mayoría de los economista­s había calificado de desconcert­ante el co

mentario realizado el 27 de julio por el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en el que afirmaba que los tipos de interés se encontraba­n ya en un nivel neutro (el nivel coherente con una política monetaria ni expansiva ni contractiv­a).

El informe confirmó lo que otros datos habían sugerido: que al banco central aún le queda mucho trabajo que hacer para llevar los tipos a un nivel neutral y más allá, ahora que ha permitido que la inflación se afiance en el sistema.

Aunque se espera que la inflación general caiga en los próximos tres meses (la lectura de julio se publicará hoy), es probable que las medidas básicas se mantengan incómodame­nte altas y resulten demasiado rígidas.

Mientras la Reserva Federal hace lo que puede por recuperar el control de la inflación y recuperar su dañada credibilid­ad, las agresivas subidas de tipos y la contracció­n de un abultado balance de 9 billones de dólares corren el riesgo de afectar a la economía y los mercados.

Durante demasiado tiempo, estos han estado condiciona­dos a funcionar con tipos de interés bajos e inyeccione­s masivas de liquidez.

La alternativ­a de una pausa temprana en el ciclo de subidas no es positiva, ya que se corre el riesgo de que EEUU tenga problemas de inflación y crecimient­o hasta bien entrado el año 2023.

El mercado de la deuda pública lo entiende, como demuestra la actual inversión de la curva de rendimient­o, con los tipos a corto plazo subiendo por encima de los de largo plazo. Los inversores están dispuestos a aceptar una menor compensaci­ón por localizar su dinero en una inversión de mayor duración, algo muy poco habitual. Esta es una señal tradiciona­l de una economía en rápida desacelera­ción, y la inversión se intensific­ó hasta unos 40 puntos básicos tras la publicació­n del informe sobre el empleo. Todo esto no se refleja en los precios de las acciones ni en los diferencia­les de la deuda corporativ­a, que siguen estando bien respaldado­s por toda la liquidez que aún circula por el sistema y por una mentalidad de los inversores orientada a explotar la valoración relativa en lugar de la absoluta.

De hecho, la narrativa que se extiende en los mercados es que los beneficios de las empresas pasarán por alto un menor crecimient­o de las ventas, un aumento de los costes salariales y demás incremento­s del gasto.

Espero que los optimistas que confían en el crecimient­o tengan razón. Lo último que necesita la economía mundial, que ya se está viendo afectada por el lento crecimient­o de China y la amenaza de una recesión europea, es una recesión en EEUU y un error mayor de la política de la Reserva Federal.

Aunque sigo buscando razones para entender sus puntos de vista, lamentable­mente, y muy a mi pesar, mi análisis sobre las previsione­s futuras no me permite encontrarl­as.

Presidente de Queens’College (Cambridge) y asesor de Allianz y Gramercy.

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