Draghi, Sánchez y las víboras de la política
Tanto en España como en Italia, a fecha de hoy y a tenor de las encuestas, ganarían las elecciones las alianzas de centroderecha.
Naturaleza se puede escribir con N mayúscula o con n minúscula. Sobre esta obviedad lexical reflexioné mientras esperaba en la consulta del veterinario que intentaba salvar a nuestra perra callejera, recién mordida por una víbora en la montaña.
Los herpetólogos lo saben muy bien: la víbora, por naturaleza, no es agresiva y tan sólo obedece a instintos primigenios de autoprotección.
Por ello, no podía odiar racionalmente (si es que existe el odio racional) al ser que había atacado a nuestra mascota.
Es la Naturaleza, la Madre Naturaleza, quien regula actos y efectos, acciones y consecuencias entre los habitantes de la Tierra. La curiosidad canina no había encajado bien en ese momento, en ese entorno. Y el hocico había recibido el bocado correspondiente.
Cuando el Parlamento italiano decidió darle la espalda a Mario Draghi, tuve una reacción natural de asombro y, luego, de enfado y falta de comprensión.
También el término “política” se puede escribir con mayúscula o con minúscula y, en ese caso, vimos en acción a la política que, por naturaleza, destruye y construye siguiendo lógicas aparentemente inescrutables lo cual significa, electorales.
Una vez más, tuve que enfriar los sentimientos irracionales y decirme que el escorpión de Esopo, por naturaleza, siempre picará a la rana, por mucho que sea ésta quien le está transportando de una orilla hasta la otra.
Así, los diputados y senadores transalpinos (bueno, parte de ellos) hicieron simple y llanamente lo que no podían dejar de hacer, por naturaleza: matar al hombre que, entre muchas dificultades, estaba gestionando y representando tan bien a Italia.
Hubo que dejar pasar unos días antes de opinar.
Por un lado, porque había que rebajar el enojo y el rencor. Por el otro, para tratar de centrar mejor el tiro a la hora de identificar paralelismos posibles y desmitificar símiles imposibles entre España e Italia.
Hay que empezar por el final, y afirmar con claridad que, actualmente, hay algunas similitudes genéricas pero las fotos no son idénticas.
Entre los escenarios comunes, parece comprobado a nivel de encuestas, que tanto en el país de Cervantes como en el de Dante Alighieri, a fecha de hoy ganarían las elecciones las alianzas de centroderecha, con la composición variopinta que finalmente lleguen a tener.
No obstante, las causas que llevan a estas situaciones parecidas no son las mismas.
En Italia la política (p minúscula, naturalmente) se ha cargado al mejor tecnócrata en cuanto éste se puso a hacer Política.
La reacción de la opinión pública, frente a esta traición de expectativas que se ha gestado principalmente en el partido 5 Estrellas (teóricamente un partido protoprogresista), está causando el retorno masivo de los pruritos más reaccionarios y ultraconservadores.
En España, en cambio, el pragmatismo patrio está haciendo que el electorado se decante por una solución mayoritaria moderada, blandamente conservadora, tímidamente tradicionalista, aun por perfilar en su esencia y que está representada por el Partido Popular.
Vox, los ultraconservadores, han perdido fuelle y más lo perderán en los meses venideros si Feijóo logra instalarse en un discurso centrista y vagamente democristiano, pero acompañado de un envoltorio coloreado de primera calidad.
El hombre a derrotar, en España, no es un tecnócrata que quiso ser Político, sino un presidente equilibrista y malabarista, muy habilidoso en ejercicios de supervivencia, favorecidos sin fisuras por un sistema electoral anacrónico y por la Constitución misma.
Quien se atreva a leer los periódicos italianos en estos días, encontrará una manera de afrontar la campaña electoral (se votará a finales de septiembre) que nada tiene que ver con el estilo español: los nombres propios copan las primeras páginas, los fichajes de los partidos políticos parecen sacados del Marca, el transfuguismo – lejos de estar moralmente penado – es públicamente exhibido y se justifica de mil y una maneras.
También se mencionan de refilón los programas electorales, y en este punto sí que se pueden detectar ciertos parecidos razonables entre el mayor partido progresista italiano, el PD, y el PSOE de Sánchez.
Cierta tendencia a causarse autolesiones, por ejemplo. El líder del PD, Enrico Letta, no ha tenido mejor idea que la de hablar de un aumento de los impuestos a los ricos, especialmente el de sucesiones.
Afirmaciones y posturas tan antiguas, tan superadamente ideologizadas nos dejan perplejos, y nos hacen dudar sobre la atribución, hoy en día probablemente arbitraria, de la definición de progresismo, de progreso, de progresista a un bando o a otro.
Parte de la batalla electoral se está librando en el campo laico y centrista, ocupado por una minoría ilustrada, libertaria, ambientalista, europeísta. Las sirenas de Ulises de los grandes partidos ya están trabajando para hacerse con ese espacio político, con opas diarias bastante –digámoslo– desvergonzadas.
¿No os recuerda algo, declinado en salsa ibérica?
Víboras y escorpiones son seres vivos que repiten patrones comportamentales según las ocasiones. Es la Naturaleza, es su naturaleza. No tienen la capacidad para planear a largo plazo, siguen simplemente el instinto o reaccionan frente al peligro, sea este el hocico de un perro imprudente o un tecnócrata valiente que quiso ser Político.
Hay parecidos razonables entre el mayor partido progresista italiano y el PSOE de Sánchez