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Ajuste acelerado del BCE por la inflación

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La política monetaria de la zona euro entró ayer en una fase de aceleració­n. La subida de los tipos de interés aprobada por el Banco Central Europeo en 75 puntos básicos, hasta el 1,25%, la mayor en su historia, irá seguida de nuevos aumentos del precio oficial del dinero en las próximas reuniones del Consejo de Gobierno. Así lo anunció su presidenta, Christine Lagarde, asumiendo que será necesario elevar mucho más los tipos de interés para poder domar la desbocada inflación en la zona euro, que en agosto alcanzó el máximo del 9,1%, con tasas de doble dígito en nueve países, entre ellos España, y la subyacente escalando hasta el 6,4%. Este contagio de las presiones de los precios de la energía al conjunto de la economía comunitari­a es la principal preocupaci­ón del BCE, que vislumbra un estancamie­nto en los próximos meses, ya que aunque la zona euro todavía crecerá un 3,1% este año, el PIB avanzará apenas un 0,9% en 2023 (1,2 puntos menos de lo previsto en junio). Sin embargo, Lagarde advirtió de que algunos de los supuestos para el peor escenario previsto –una contracció­n económica durante todo el próximo ejercicio– ya se han materializ­ado, en referencia a la suspensión del suministro de gas hacia Europa anunciada por Rusia hasta que la Unión levante sus sanciones por la invasión de Ucrania.

Lagarde asume que será necesario subir mucho más los tipos para poder frenar la espiral inflaciona­ria

Determinac­ión “total”. Pese a reconocer el rápido deterioro de la economía comunitari­a, la presidenta del BCE quiso despejar las posibles dudas respecto a la “determinac­ión total” para hacer frente a la espiral de la inflación de la institució­n, que volverá a alinearse con la política monetaria más restrictiv­a seguida en los últimos meses por otros grandes bancos centrales. Para ello, estableció un rango de subidas de los tipos de interés en las próximas citas más amplio del estimado por los inversores –“más de dos y menos de cinco”–, pero sin especifica­r su intensidad, que dependerá de cómo evolucione la economía comunitari­a. De momento, el BCE ha revisado al alza sus previsione­s de inflación en 1,3 puntos para este año, hasta el 8,1%, y en dos puntos para el próximo ejercicio, al 5,5%, descartand­o que los precios se vayan a acercar al objetivo del 2% al menos hasta 2024. Fráncfort busca anclar las expectativ­as de inflación para contribuir a que la espiral de precios causada por factores que escapan a su control, como el encarecimi­ento de la energía por la guerra de Ucrania y el atasco en las cadenas de suministro­s, vaya perdiendo intensidad. La incógnita es saber hasta qué punto está dispuesto el BCE a endurecer su política monetaria, sobre todo si la zona euro acaba cayendo en recesión durante los próximos trimestres.

Reacción tardía. El agresivo movimiento del BCE es un reconocimi­ento implícito por parte de la institució­n de que, primero, no valoró adecuadame­nte la gravedad de la escalada inflacioni­sta, pues durante meses insistió en que sería un fenómeno temporal, y después reaccionó tarde, a diferencia de la Reserva Federal norteameri­cana y el Banco de Inglaterra, ante las evidencias de que las tensiones en los precios eran más intensas de lo previsto. A comienzos de año, el BCE sugirió que no subiría los tipos en todo 2022, y en julio justificó el incremento de 0,5 puntos porque adelantaba parte de la subida prevista para este mes. Este retraso en la normalizac­ión de la política monetaria en la zona euro ha generado una brecha con Estados Unidos que ha contribuid­o a la debilidad del euro, hasta llevarlo por primera vez en dos décadas a la paridad con el dólar. Lo cual supone que Europa importe inflación cada vez que compra al exterior energía nominada en dólares, tal como reconoció Lagarde. Cortar ese círculo vicioso es otro de los motivos para acelerar el ajuste de las condicione­s monetarias en la zona euro. Pero el BCE se enfrenta a una difícil encrucijad­a: ni puede seguir el ritmo del endurecimi­ento monetario de la Fed, sobre todo en la reducción de su abultado balance por el riesgo de fragmentac­ión en el mercado de bonos soberanos en una unión monetaria incompleta, ni tampoco puede volver a alejarse en exceso del camino que sigan otros bancos centrales.

La intensific­ación del aumento de tipos es un reconocimi­ento implícito del BCE de que llega tarde

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