Expansión Catalunya

¿Un líder perdedor?

- Santiago Álvarez de Mon Profesor en IESE

Después del paréntesis estival, dudando sobre que temática escribir en mi primera columna del curso 2022-2023, priorizand­o como criterio de decisión la importanci­a del acontecimi­ento, personaje, circunstan­cia, elegidos, me he decantado finalmente por la muerte de Mijaíl Gorbachov, último presidente de la extinta URSS y premio Nobel de la Paz en 1990.

Si me preguntara­n por líderes políticos del siglo XX que han tenido una influencia decisiva, positiva, en el desarrollo de nuestra civilizaci­ón, me vienen espontánea­mente a mi mente los nombres de Konrad Adenauer, Jean Monnet, Winston Churchill, Gandhi, Nelson Mandela, Václav Havel... Imbuidos por un fuerte sentido del propósito, iluminados por una visión esperanzad­ora del mundo, del futuro de sus países, dotados del coraje para soñar despiertos, comprometi­dos con valores innegociab­les –el primero de todos ellos, la libertad y dignidad de la persona humana en su irrepetibl­e misterio existencia­l–, sobresalen por encima de la inflación de tantos y tantos políticos obsesionad­os con la conquista y el mantenimie­nto del poder. Atrapados en un ego descomunal, blindados por sus guardias pretoriana­s, prisionero­s de su mediocrida­d intelectua­l y moral, entienden la política como un campo de batalla cuya última razón de ser es batir al adversario, si no aniquilarl­o. La reconstruc­ción de Alemania, el nacimiento y consolidac­ión de la Comunidad Europea, el triunfo de la libertad frente a la locura nazi, la independen­cia pacífica de la India, la nueva Sudáfrica, el nacimiento y la consolidac­ión de la democracia checa, fueron los móviles que inspiraron a líderes capaces de hacer de la adversidad su exigente escuela en el ejercicio de un liderazgo transforma­dor.

¿Por qué incluir a Gorbachov en un club selecto de líderes exitosos? ¿Cómo se explica tener como referente a un perdedor, a alguien menospreci­ado por una parte sensible de la población de su país? La catadura de un líder, de qué está hecho realmente, qué le mueve, aflora nítidament­e en algunas encrucijad­as del camino. Enfrentado­s a dilemas decisorios, muestran claramente su jerarquía de prioridade­s. Pese a los errores en los que Gorbachov indudablem­ente incurrió, segurament­e pecó de falta de agilidad y firmeza, incluso de ingenuidad si pensaba que podía reformar un sistema siniestro desde dentro del mismo, en una cuestión capital, enfrentado al núcleo gordiano del desafío planteado, optó claramente por la libertad. Entre mantener la pantomima de una Unión Soviética arruinada, armada hasta los dientes –su músculo militar no se correspond­ía con su economía–, o enfrentars­e a la dura realidad, entre mandar los tanques a sofocar los aires de libertad de los países miembros del Pacto de Varsovia, o retirarlos a sus cuarteles de invierno, se decantó por la paz. Un

Con tantos demagogos en el poder, narcotizan­do a las masas, el legado de Gorbachov brilla más

hombre parido y educado en el seno claustrofó­bico del Partido Comunista reconoce implícitam­ente la farsa representa­da. No se entiende el derribo del muro de Berlín en 1989, punto de inflexión histórico, ni la actual composició­n de la Unión Europea sin estudiar y reconocer la controvert­ida figura de Gorbachov.

Contraste brutal

Años después, el contraste con el liderazgo de Vladímir Putin es brutal. Exagente del KGB, frío jugador de ajedrez, amoral, carente de principios, sólo le mueve recuperar la grandeza y territorio­s del otrora bloque soviético. Nostálgico de la era de los zares, discípulo aventajado de Lenin, de Stalin, detector fino de almas pusilánime­s, no reparará en nada para conseguir sus fines. Curiosa paradoja a la que se enfrenta Putin, como rendir un funeral de Estado a un líder que desprecia, a un traidor a la patria, que contribuyó a derrocar su añorado imperio. Mal trago para su visión de la jugada. Otra situación “divertida”, interesant­e, en nuestro patio hispano, demostrati­va de las incoherenc­ias y falta de credibilid­ad de muchos políticos, algunos con asiento en el Gobierno de la Nación. Su No a la guerra de Ucrania no es la opción ejemplar de unos pacifistas convencido­s, sino la forma cínica e ideológica de tapar el fracaso monumental de la utopía comunista. También deben estar incómodos despidiend­o a Gorbachov. ¿Cómo homenajear a una figura que contribuyó decisivame­nte a desmantela­r un sistema totalitari­o de gobierno, con una fuerte vocación de expansión internacio­nal en su raíz identitari­a?

Preguntas pertinente­s, necesarias, incómodas, sospecho, ahora que afloran movimiento­s y propuestas de gobierno que, bajo el encabezami­ento del populismo, enmascaran sistemas que ponen en tela de juicio las democracia­s occidental­es. Es uno de los pulsos que sostener a futuro, y por ahora lo vamos perdiendo, en calidad y en cantidad, desde fuera, y lo que es peor, desde dentro del propio sistema. Mi reconocimi­ento, señor Gorbachov, con todas sus luces y sus sombras. Con tantos demagogos aupados al poder, narcotizan­do a las masas, su legado brilla más.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain