Expansión Catalunya

España no aguanta 15 meses de campaña electoral

- LA AGUJA DE MAREAR Javier Ayuso

La totalidad de los partidos políticos y de los líderes que aspiran a una posición en las listas han puesto en marcha la maquinaria electoral para las tres citas que vienen por delante: autonómica­s y municipale­s en mayo y generales en diciembre de 2023. Quince largos meses en los que los intereses partidista­s y los resultados de las encuestas estarán por encima de la gestión en las institucio­nes y, por supuesto, de la resolución de los problemas de los ciudadanos. Es el peor escenario con el que nos podemos encontrar en unos momentos en que la crisis exige decisiones de Estado y no de partido. Y España no lo puede aguantar.

Tras varios años de polarizaci­ón y frentismo puro, que han impedido grandes acuerdos transversa­les, hemos entrado en una etapa todavía peor ante la urgencia de ganar posiciones frente a los próximos comicios. Las encuestas han puesto en estado de alarma a unos y otros y se ha tocado zafarranch­o.

Los que van ganando en los estudios demoscópic­os, el PP de Alberto Núñez Feijóo, no están dispuestos a cometer errores que les hagan romper la racha alcista de votos en toda España, ni dar bazas a sus competidor­es. Eso quiere decir que no arriesgará­n ni un ápice, ni cederán en las posiciones que llevan defendiend­o durante meses y que les han proporcion­ado buenos réditos. Aunque sepan que lo razonable sería ser más flexible y apoyar determinad­as propuestas del Gobierno; sobre todo, aquellas que afectan al bienestar de los ciudadanos.

Pero no, los populares van a mantener una oposición frontal a las políticas de los socialista­s, y se van a emplear a fondo en criticar la gestión del Ejecutivo y sus pactos con los grupos a su izquierda y con el independen­tismo. Eso sin contar con los ataques continuos a la situación económica, aunque sean consciente­s de que buena parte de los problemas vienen de fuera y que una acción conjunta PSOE-PP ayudaría a afrontar la dura crisis que se avecina.

En el otro lado, los socialista­s no están dispuestos a darles ninguna baza negociador­a. Pedro Sánchez ha dado la orden de hablar solamente con sus aliados de gobierno y de investidur­a, mientras emprenden durísimos ataques contra Feijóo. De esa forma, en La Moncloa y en Ferraz piensan que van a darle la vuelta a las encuestas con vistas a las elecciones de mayo en las que se juegan seis gobiernos autonómico­s y cientos de ayuntamien­tos. Y ya se sabe que quien gana las municipale­s, repite en las generales.

El debate en el Senado y los movimiento­s posteriore­s de un buen número de ministros han puesto de manifiesto que las puertas están cerradas para cualquier acuerdo con el PP. Tan solo les piden que sean patriotas y que voten a favor de unas medidas de las que ni siquiera les han informado. En un claro movimiento hacia la izquierda, el PSOE piensa en movilizar a sus votantes históricos que se quedaron en casa en las últimas elecciones, sin darse cuenta que ese giro le puede costar perder papeletas del centro izquierda como indican las encuestas.

En Unidas Podemos se observa un cierto nerviosism­o e incluso desconcier­to ante los movimiento­s de Yolanda Díaz y su plataforma Sumar. La vicepresid­enta segunda del Gobierno se ha lanzado a la calle a proponer medidas vinculadas a la solución de los problemas reales de los españoles; unas propuestas populistas (como fijar un precio máximo para la cesta de la compra) que atentan contra las leyes españoles y que han sido calificada­s de ocurrencia­s por varios ministros socialista­s.

Díaz trabaja con vistas a las generales de fin de año y los dirigentes de Podemos y de Izquierda Unida no saben cómo formar las listas y los programas para esta primavera. Ante ese panorama, han vuelto a abrir frentes dentro del Gobierno para capitaliza­r las medidas sociales, forzar a Sánchez a seguir en su giro a la izquierda y, sobre todo, impedir cualquier acercamien­to al centro.

En el otro lado, los dirigentes de Vox asisten a una caída continua en todas las encuestas, pese a que Feijóo ha optado por centrar más sus propuestas y no dejarse hacer su agenda por ellos (a lo mejor por eso). Deben estar preparando algún movimiento estratégic­o, pero hasta la fecha no lo han mostrado. El fracaso en las elecciones de Andalucía y la posterior huida de Macarena Olona parece haberles dejado desconcert­ados.

Con un panorama político tan cuarteado es prácticame­nte imposible pensar que se puedan llegar a acuerdos transversa­les para afrontar el duro invierno que se avecina. Al contrario, el inicio de una precampaña electoral que se presume larga y agresiva, va a dificultar la aprobación de medidas necesarias y que en condicione­s normales podrían alcanzar un consenso. Estos quince meses van a hacer empeorar la vida de todos los españoles, sin que sus líderes políticos piensen en ellos; estarán ocupados con sus campañas.

¿Qué decir de la renovación del Consejo General de Poder Judicial, que va a cumplir cuatro años caducado? Asistimos a un espectácul­o vergonzoso en el que el PP es el mayor culpable, sin duda, pero en el que los socialista­s lo están utilizando aviesament­e en su campaña electoral. Hace ya más de un año propuse en esta columna un acuerdo de renovación inmediata con el compromiso de modificar el sistema de elección posterior. Sería lo razonable, frente a la posibilida­d de llegar a las próximas elecciones generales con un CGPJ sin renovar tras cinco años de incumplimi­ento.

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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
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Pedro Sánchez.

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