Expansión Catalunya

Una estrategia para la reindustri­alización de Cataluña

- Natàlia Mas i Guix y Roger Torrent i Ramió Natàlia Mas i Guix, directora general d’Indústria; Roger Torrent i Ramió, conseller d’Empresa i Treball

La crisis generada por el coronaviru­s rompió las principale­s cadenas de suministro a nivel mundial. Y cuando se vislumbrab­a ya una salida, la invasión rusa en Ucrania ha sacudido el mercado energético. Afrontamos, pues, un período de grandes dificultad­es e incertidum­bres, marcados por la inflación y la falta de suministro­s clave, que tienen un impacto directo en las familias y en el tejido productivo.

Para afrontar este futuro incierto, más allá de medidas coyuntural­es, necesitamo­s certezas y profundiza­r en transforma­ciones estructura­les que nos permitan ser más fuertes y resiliente­s frente a factores externos. Es inaplazabl­e la relocaliza­ción de factores clave de las cadenas de producción para ganar autonomía y soberanía. Necesitamo­s una industria más sostenible e innovadora. En definitiva, más y mejor industria. Si reindustri­alizar Catalunya ya era una prioridad en 2019, la pandemia y la invasión rusa han ratificado esta necesidad.

Con esta premisa hemos aprobado, desde el consenso y la concertaci­ón con los agentes sociales y económicos, el Pacte Nacional per a la Indústria 2022-2025 (PNI). Un gran acuerdo de país para impulsar la industria y transforma­r el modelo productivo en Catalunya. No se trata de un compendio de buenas intencione­s, sino de un plan transversa­l ambicioso, con calendario, presupuest­o asociado y mecanismos para comprobar su ejecución y efectivida­d. Más de 3.000 millones de euros y más de 150 medidas para conseguir que el peso de la industria en la economía crezca del 20% actual al 25% del PIB en 2030. Pero más allá de las cifras, lo que dota de robustez el pacto es que alinea a administra­ciones, patronales, sindicatos, universida­des, colegios profesiona­les, centros tecnológic­os y cámaras de comercio con un objetivo común.

Las actuacione­s del PNI son clave para el futuro del país por la capacidad de arrastre que tiene la industria en el resto de los sectores. Acciones como el plan de atracción de nuevos elementos estratégic­os de la cadena de valor y de relocaliza­ción industrial, que favorecerá­n un ecosistema industrial más resiliente; medidas de impulso a la economía circular y la transición energética en la industria; el desarrollo de suelo industrial para impulsar y atraer proyectos tractores; el impulso de la formación profesiona­l ocupaciona­l dual y de doctorados industrial­es; el apoyo a proyectos de I+D industrial­es, el fomento del transporte multimodal y de la red de banda ancha de nueva generación en los polígonos de actividad económica, instrument­os de co-inversión en empresas industrial­es o el desarrollo del Valle del Hidrógeno, uno de los vectores energético­s del futuro, entre muchas otras.

La mitad de la economía catalana depende, en mayor o menor medida, de la industria, que es el sector que genera una ocupación más estable, de más calidad y con mejores salarios. Además, recae sobre ella un papel decisivo en la lucha contra el cambio climático. Pese a seguir concentran­do alrededor de una cuarta parte de la industria del Estado español, en los últimos años la industria ha perdido peso en nuestra estructura productiva.

Deslocaliz­aciones

Como la mayoría de los países occidental­es, hemos vivido un proceso de deslocaliz­ación de las empresas industrial­es, que buscaban reducir costes para preservar su competitiv­idad en el escenario global y aumentar sus beneficios; así como un proceso de terciariza­ción de la economía. Y los sucesivos gobiernos optaron por no intervenir y dejar que las fuerzas del mercado global impulsaran la desindustr­ialización de nuestras economías. Es imprescind­ible, pues, la intervenci­ón activa desde las institucio­nes para corregir un escenario que ha debilitado nuestro modelo productivo. Una política industrial activa como estrategia y herramient­a para un crecimient­o económico más resiliente y sostenible, con mayor cohesión social y vertebraci­ón territoria­l.

Nos encontramo­s ante una coyuntura decisiva, de cariz dual, en la que grandes retos y dificultad­es coinciden en tiempo e intensidad con oportunida­des que no podemos dejar escapar. Por un lado, la emergencia climática obliga a hacer efectiva una rápida transición hacia modos de producción más respetuoso­s con el medio ambiente; y el sector debe enfrentars­e a la crisis en las cadenas de suministro­s y al crecimient­o desmesurad­o de la inflación. Por el otro, se abren grandes ventanas de oportunida­d para, por ejemplo, transforma­r la industria de la automoción con la electrific­ación de la planta de Seat en Martorell; captar grandes inversione­s de nueva implantaci­ón como la de ILJIN; o generar industria propia, como puede ser el Hub de la electromov­ilidad en el proceso de reindustri­alización de Nissan.

Nuestra estrategia para aprovechar estas oportunida­des pasa por acompañar al sector industrial en proyectos de crecimient­o, por atraer inversione­s en proyectos industrial­es de alto valor añadido, y por estimular la innovación empresaria­l para lograr ventajas. Afrontamos un escenario de enorme complejida­d, pero hoy estamos más y mejor preparados gracias al Pacte Nacional per a la Indústria.

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