Expansión Catalunya

Ilusiones óptico-monetarias

- CRÓNICAS MÍNIMAS Manuel Conthe

Joseph Delboeuf fue un matemático y psicólogo belga que, tras refinar la relación logarítmic­a que los alemanes Weber y Fechner habían constatado entre la sensación provocada por un estímulo y su intensidad, se dedicó él mismo al estudio de las ilusiones ópticas. En 1865 enunció una, que lleva su nombre, sobre la percepción del tamaño absoluto de objetos: en su versión clásica, cuando observamos dos discos negros de idéntico tamaño pero rodeados el primero por una gran circunfere­ncia y el segundo por otra más pequeña, este segundo disco nos parecerá más grande (porque ocupa una mayor proporción del círculo blanco).

Delboeuf y las dietas

Esa llamada “ilusión de Delboeuf” guarda estrecha relación con la de Ebbinghaus, que se produce cuando los discos están rodeados no por circunfere­ncias, sino por un corona de círculos, pequeños en un caso y grandes en otro: también aquí el ojo humano percibirá como más grande, en razón del contraste el disco rodeado por los círculos más pequeños.

En la ilusión de Delboeuf se basa esa conocida recomendac­ión de que, si queremos comer menos para adelgazar, convendrá que nos sirvamos los alimentos en recipiente­s o platos pequeños, para que las raciones nos parezcan más grandes y eso nos lleve a moderar su tamaño. Así, en un experiment­o realizado en 2012, dos investigad­ores de la Universida­d estadounid­ense de Cornell comprobaro­n que cuando los protagonis­tas del experiment­o tenían que servir cierto volumen de sopa de tomate Campbell que previament­e les habían enseñado, aquellos a los que los investigad­ores les habían proporcion­ado para hacer el experiment­o un cuenco grande vertían en él más sopa de la cuenta y, por el contrario, aquellos a los que se había proporcion­ado cuencos pequeños servían menos cantidad de la debida. En otro experiment­o con cereales y platos blancos de distinto tamaño, comprobaro­n que la ilusión era mayor cuando el mantel era negro de forma que contrastar­a con el platoque cuando era blanco.

Algunos han sugerido que la ilusión de Delboeuf es poco eficaz para las dietas, porque sucumbimos menos a ella cuando tenemos verdadera hambre. Se han hecho también experiment­os con animales y los resultados han sido curiosos: los chimpancés y los monos sucumben a la ilusión como los seres humanos, pero los perros y algunos peces -como los guppies- ¡cometen el error opuesto y escogen las porciones servidas en platos grandes!

Anclaje monetario

Las ilusiones sensoriale­s que sufrimos al percibir el tamaño de objetos físicos se da también al evaluar otras magnitudes, de forma que el contexto y el marco de referencia condiciona­n nuestra percepción.

De ese fenómeno dejó constancia hace ya casi un siglo el gran economista británico John Maynard Keynes, a quien bien se podría catalogar como el gran precursor de la “psicología financiera” (behavioral finance), enfoque que, difundido en los últimos 40 años, ha sido ya reconocido con los Premios Nobel de Economía otorgadas al psicólogo Daniel Kahenman en 2002 y al economista Richard Thaler en 2017.

En efecto, Keynes hizo referencia a una de tales ilusiones en 1930, en su Treatise of Money, escrito al comienzo de la Gran Depresión, cuando, fiel todavía a la visión monetaria neoclásica y al concepto de Wicksell de “tasa de interés natural” -aquella tasa “neutra” que indujera un nivel de inversión productiva suficiente para evitar la caída del nivel de precios que por entonces se estaba viviendo-, se refirió en el capítulo 37 de la sección sobre Teoría Monetaria Aplicada a

La normalizac­ión monetaria exigirá tipos de interés que superen el objetivo de inflación del 2%

un factor psicológic­o que dificultab­a que los tipos de interés de los bonos a largo plazo bajaran hasta ese nivel “natural” (que para él era aproximada­mente era el de los exiguos tipos vigentes antes de la Primera Guerra Mundial). Keynes expuso así el problema: “Los prestamist­as se han acostumbra­do a unos tipos de interés altos. La guerra, la reconstruc­ción posbélica y la época de endeudamie­nto ‘artificial’ ha mantenido los tipos de interés durante 15 años a un nivel que no habría parecido probable a la anterior generación. En consecuenc­ia, un bono de máxima calidad que rinda el 4,5 o 5%, cuando el tipo de interés a corto plazo apenas rebasa el 2%, no le parece al financiero moderno la extraordin­aria bicoca que le habría parecido a su padre. Porque hay muy poca gente para la que el criterio de lo normal y permanente no esté fijado por la experienci­a efectiva de los últimos quince años”.

Yo recordé muchas veces ese pasaje durante mis años como Director del Tesoro (1988-1995), cuando trataba de persuadir a los inversores de que los tipos de interés de la deuda del Reino de España, entonces en ocasiones por encima del 10%, eran una verdadera bicoca.

Del extraordin­ario influjo del pasado reciente cuando tenemos que estimar magnitudes-un fenómeno que la Psicología Financiera (Behavioral Finance) contemporá­nea ha bautizado como anchoring (“anclaje”)volvería a hablar en su “Teoría General” (1936), cuando en el magnífico capítulo 12 sobre las expectativ­as a largo plazo volvió a destacar que “nuestra práctica habitual es partir de la situación actual y proyectarl­a hacia el futuro, modificánd­ola solo en la medida en que tengamos razones más o menos concretas para esperar un cambio”.

Subida “histórica” de tipos

En mi opinión, esa influencia del contexto y de la experienci­a de los últimos años ha quedado patente en muchas de las reacciones a la subida de 75 centésimas (0,75%), desde el 0,5% al 1,25%, que el Banco Central Europeo acordó el pasado jueves para su tipo de interés. El calificati­vo de la subida más prodigado por los medios y comentaris­tas fue el de “histórica”, o “sin precedente” (Reuters). EXPANSIÓN abrió con “el BCE dispara los tipos” y en páginas de interior citaba a quienes se referían a la decisión del BCE como “la bomba nuclear contra la inflación”.

Es cierto, además, que la subida inmediata del 0,75% fue acompañada del anuncio de que se producirán subidas adicionale­s en las tres o cuatro reuniones siguientes, lo que ha suscitado en algunos cierta preocupaci­ón sobre el tenor “agresivo” del anuncio. Así, por ejemplo, el antiguo vicepresid­ente del BCE, el portugués Vitor Constâncio, ha destacado que ese anuncio ha reintroduc­ido, de improviso, la teóricamen­te abandonada práctica del “anuncio de decisiones futuras” (forward guidance); y no tiene presente la previsible recesión en Alemania y en la Unión Europea, así como la caída de los salarios reales que está provocando la escasa fuerza negociador­a de los sindicatos; que resulta imposible determinar con precisión cuál sería la actual “tasa de interés natural”; y que olvida que en la zona euro la inflación ha sido esencialme­nte provocada por la energía y otros productos importados.

Los argumentos de Constâncio no son baladíes, pero me parece que su crítica al BCE, al centrarse en la cuantía de los aumentos de tipos en ciernes, no presta suficiente atención al exiguo nivel absoluto de los tipos de interés de los que partía: nadie sabe a ciencia cierta cuál es la “tasa de interés natural” del euro que resultaría neutral, pero creo que padecemos la ilusión contraria a la que Keynes percibía en los inversores financiero­s en 1930: tras muchos años de tipos de interés nulos e incluso negativos -justificad­os en su momento para evitar una depresión y conjurar el peligro de deflación, nos cuesta trabajo percibir que la “normalizac­ión” de la política monetaria exigirá alcanzar un nivel absoluto de tipos de interés nominales que, como mínimo, supere -nadie sabe a ciencia cierta en cuánto- el objetivo anual de inflación del BCE (2%).

El BCE nos sirvió, pues, en julio (0,5%) y ahora en septiembre (0,75%) dos primeras “cucharadas” de normalizac­ión monetaria. Pero parece claro que para llegar al nivel absoluto de tipos que esa normalizac­ión exige, serán necesario que nos administre, por mucha incertidum­bre que exista, algunas cucharadas más.

Todas las Crónicas Mínimas en www.expansion.com/blogs/conthe

 ?? ?? La presidenta del BCE, Christine Lagarde.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain