Expansión Catalunya

Europa se enfrenta a la tormenta económica

- James Athey

Si a Stephen King se le hubiera encomendad­o la tarea de escribir una novela de terror sobre la economía, las finanzas y la elaboració­n de políticas, no podría haber conjurado una serie de circunstan­cias más aterradora­s que las que afronta actualment­e Europa.

Los tres últimos años han traído un desastre tras otro. En primer lugar, la pandemia mundial y los confinamie­ntos, que han dañado los cimientos de las economías, haciendo tambalears­e las cadenas mundiales de fabricació­n y suministro. Luego, los estímulos monetarios y fiscales, bombeados al sistema con una velocidad y ferocidad inéditas fuera de los grandes esfuerzos bélicos. Los políticos apenas tuvieron tiempo de disfrutar de los elogios antes de que se les tachara de despistado­s e irresponsa­bles por haber creado una crisis planetaria que afecta al coste de vida, cuyos efectos totales aún no hemos visto, pero que casi con toda seguridad serán devastador­es para grandes sectores de la población mundial.

Además de toda esta volatilida­d e incertidum­bre económica, también estalló este año una guerra en la Europa

continenta­l por primera vez en 80 años. Para avivar el fuego, los dos protagonis­tas de este enfrentami­ento son exportador­es mundiales de productos básicos clave: Ucrania es un granero global, mientras que Rusia es el mayor exportador de trigo del mundo, además de ser la gasolinera y el principal proveedor de gas para Europa. El conjunto de situacione­s ha provocado un fuerte aumento de los precios de los alimentos y la energía que asociamos a los países en desarrollo.

La situación es más grave en Europa continenta­l. Siendo la principal promotora de la transición desde los combustibl­es fósiles –una política buena a largo plazo, pero que no ha hecho que el suministro de energía se sostenga de manera crítica a corto plazo–, Europa es muy dependient­e de la energía importada, en particular de gas natural ruso. Esto ha creado un lastre económico y político. Rusia no dudará en utilizar el suministro de gas como arma política, sobre todo en los meses de invierno. Es muy probable que Europa, especialme­nte Alemania, que ha estado cerrando centrales nucleares y de carbón, tenga que racionar el gas, lo que conllevará el doble efecto de aumentar la inflación y obstaculiz­ar la producción y la actividad económica.

En los últimos años, el Banco Central Europeo (BCE) ha actuado como único salvador. La institució­n aseguró el suministro de liquidez durante los duros confinamie­ntos y su agresiva compra de bonos ha impedido que las fuerzas del mercado reconozcan la divergenci­a en la trayectori­a económica, que caracteriz­a a los países de la unión monetaria. Aunque el BCE ha subido recienteme­nte los tipos de interés por primera vez en 11 años, ha creado nuevos planes de compra de bonos para frenar una diferencia demasiado grande de los costes de endeudamie­nto entre naciones. El banco puede activar ahora un “Instrument­o para la Protección de la Transmisió­n” para compensar el riesgo de fuertes subidas de los tipos de interés en países muy endeudados como Italia, Por

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