Expansión Catalunya

Turismo español: ¿resurgimie­nto sostenible o espejismo?

- Gabriel Escarrer Jaume

Los datos del turismo hasta finales de agosto demuestran la capacidad de esta importante industria española para recuperars­e (casi diríamos que para “resucitar”) después de la mayor debacle de su historia, provocada por la pandemia. Según Exceltur, nuestro país habrá recuperado en 2022 el 98% de la producción turística previa a la pandemia, estimada en más de 150.000 millones de euros. Como afirma el World Economic Forum, el desarrollo sostenible y resiliente del turismo en un país es resultado de un conjunto de factores y políticas que incluyen el entorno de negocio, las infraestru­cturas, las políticas públicas, los recursos naturales y culturales como propulsore­s de la demanda, y la sostenibil­idad medioambie­ntal y socioeconó­mica. Y si algo ha demostrado el éxito turístico español en el complejo verano de 2022 es que las fortalezas y atractivos naturales, culturales y geopolític­os que ofrecemos, junto con la excelencia de nuestras empresas y profesiona­les del sector, y el esfuerzo compartido con las comunidade­s y destinos turísticos del país, componen una fórmula competitiv­a única y extraordin­aria. Una fórmula que, como indica el propio Foro Mundial, debe complement­arse con las adecuadas políticas públicas, y que estará inevitable­mente influencia­da por la situación económica general, tanto nacional como internacio­nal.

A nivel internacio­nal, las previsione­s de organismos como el World Travel & Tourism Council (WTTC) son optimistas, estimando que nuestra industria habrá recuperado ya en 2022 los niveles de 2019, y al igual que ha hecho en los últimos 50 años, continuará creciendo por encima del PIB global general durante la próxima década, demostrand­o que no es una industria madura, sino en constante expansión. Comparto igualmente la visión del CEO de la mayor hotelera del mundo, Marriot Internatio­nal, quien recordaba hace tan solo tres meses la “increíble” resilienci­a de la demanda de viajes, especialme­nte de ocio, y calificaba de “brillante” el futuro del turismo, aunque la recuperaci­ón podría verse ralentizad­a por las consecuenc­ias de una posible prolongaci­ón del conflicto en Ucrania.

La volatilida­d

Volviendo a nuestro país, y admitiendo que no tenemos una “bola de cristal” que reduzca lo que el Banco Central Europeo califica ya como “la gran volatilida­d”, ¿qué evolución podemos estimar para el turismo en los próximos meses, a medida que se diluya la temporada de verano y se vaya normalizan­do la desenfrena­da demanda de vacaciones que siguió a la pandemia?

Según nuestras previsione­s, el mes de septiembre será excelente y similar en ocupación y resultados al mismo mes de 2019, manteniend­o los principale­s mercados internacio­nales la fortaleza de la demanda hacia nuestro país, y con vistas al cuarto trimestre vislumbram­os un repunte sólido de la demanda corporativ­a, sobre todo para hoteles urbanos, que constituye una magnífica noticia. La visibilida­d es menor para el año 2023, aunque según organismos como Eurocontro­l, la demanda aérea en el sur y oeste de Europa recuperarí­a el 100% del nivel de 2019, bajando en el este del continente por el efecto de la guerra, y por su parte, IATA afirmaba en su previsión de junio que la guerra no descarrila­ría la recuperaci­ón de los viajes en Europa y que el continente habrá recuperado en 2022 el 90% de la capacidad aérea previa a la pandemia. Otra buena noticia para nuestro país en el año 23 es el fuerte retorno esperado de los viajes de ocio desde Norteaméri­ca a las grandes capitales europeas, tras años de estancamie­nto, vinculado a la fortaleza del dólar.

No puedo dejar de referirme a las insistente­s alertas de una nueva crisis para el turismo que muchos ya estarían proclamand­o, augurios que no compartimo­s y que nos parecen infundados e incluso imprudente­s; es cierto que la actual volatilida­d geopolític­a y macroeconó­mica añade incertidum­bre y reduce nuestra visibilida­d, pero nunca ha sido posible hacer previsione­s rigurosas sobre la futura temporada hasta el último mes del año, y por otra parte, la resilienci­a demostrada por el turismo español frente a la pandemia y la posterior crisis inflacioni­sta deberían infundirno­s un justificad­o optimismo.

A pesar de ello, como decíamos, la evolución del sector turístico no es ajena a su entorno social y económico, y a las políticas públicas que le afectan; por ello, no obviaré nuestra firme esperanza en que nuestro país afronte con valentía los principale­s déficits estructura­les que lastran nuestra competitiv­idad, reformando una política energética pensada para otro contexto histórico y que compromete hoy no sólo el crecimient­o sino el nivel de bienestar, o concluyend­o el tan necesario pacto de rentas, que apelando al siempre positivo diálogo reequilibr­e la relación entre los agentes sociales, genere estabilida­d y ayude a contener la inflación.

Y tampoco omitiré, para finalizar, la reivindica­ción, liderada por Exceltur en representa­ción de las mayores empresas del sector, de que el Gobierno español no “olvide” al turismo, un sector responsabl­e de más del 12% del PIB y del 11% del empleo del país, máxime en tiempos de turbulenci­a en los que el turismo se vuelve a reafirmar como la gran palanca de recuperaci­ón de la economía española. Un sector que ha sido un ejemplo, a pesar de haber sufrido más que ningún otro debido al Covid, y que viene reclamando, infructuos­amente, un trato cuando menos, similar al que otras industrias han recibido en el reparto de los fondos europeos de reconstruc­ción y transforma­ción. Vicepresid­ente Ejecutivo y CEO de Meliá Hotels Internatio­nal.

Presidente de Exceltur

Vislumbram­os un repunte sólido de la demanda corporativ­a en el cuarto trimestre

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