Discretas perspectivas para la exportación española
El presente año está siendo excepcional desde el punto de vista de la exportación española de bienes. En los seis primeros meses hemos batido récords históricos. Nuestra exportación de bienes ha aumentado casi un 25%, si bien es cierto que de este aumento solo un 6,6% ha sido en volumen y el 17% en precios. Además, la exportación española ha crecido más que la de Alemania, Italia, Estados Unidos o la UE.
Sin embargo, estas cifras no deben llevarnos a la autocomplacencia ni ocultar que podemos tener un serio problema en la balanza comercial. Ello se debe a que la importación de bienes en el primer semestre creció un 40% en valor, resultado de que su volumen fue un 18% superior, mucho más de lo que lo hizo la exportación. Esto significa que el déficit comercial, en el primer semestre, ha pasado de 5.400 millones de euros a casi 32.000 millones. Y si es cierto que el precio del gas y el petróleo se ha multiplicado, también lo es que la balanza comercial no energética ha pasado de tener un superávit de 4.700 millones a tener un déficit de 6.000 millones en el mismo periodo. Esto es un problema para nuestra economía, pues acumular déficit comercial significa crecer menos, justo lo contrario de lo que necesitamos para reducir el desempleo, que sigue siendo elevadísimo.
¿Cómo vamos a terminar el año desde el punto de vista del sector exterior? Para responder a esta pregunta conviene tener en cuenta lo que va a ocurrir en las economías de los países de nuestro entorno. No olvidemos que la UE es el destino de casi dos terceras partes de nuestra exportación de productos y, si le sumamos Reino Unido y Estados Unidos, nos vamos a casi el 75%.
En nuestros principales mercados, la evolución económica va a estar marcada, entre otros factores, por unos tipos de interés al alza, la crisis energética, la incertidumbre y el riesgo de recesión. Es decir, las importaciones de nuestros principales clientes pueden estancarse o incluso reducirse en volumen (no en valor) y esto nos afectará negativamente. Sin embargo, desde el Club de Exportadores pensamos que las cifras de exportación que vamos a tener en el último trimestre del año 2022, aunque sean discretas, van a permitir que este año sea un año récord para la exportación española, aunque también estamos convencidos de que el déficit comercial alcanzará cotas históricas.
Las perspectivas para 2023 tampoco difieren mucho de la situación actual, en vista de la coyuntura económica mundial que se perfila. Además, tenemos una inflación superior a la de nuestros principales clientes, lo que resta competitividad a nuestra exportación. Por ello, para 2023 prevemos que la exportación de bienes española, en volumen, va a ser similar a la de este año o incluso puede descender. Asimismo, pensamos que la balanza comercial también será muy negativa.
A esto hay que añadir que nuestra exportación padece de varios problemas estructurales, como, por ejemplo, la reducida base de empresas exportadoras con que contamos (solo hay 25.000 empresas que exportan regularmente al menos 50.000 euros al año), o, en general, el no muy alto valor tecnológico de los productos que exportamos. Todo ello puede determinar que se agote el ciclo del sector exterior como motor del crecimiento.
Estos problemas no se van a resolver únicamente mejorando las políticas de apoyo a la exportación. De hecho, ya se están adoptando medidas que van en esta línea, aunque es cierto que hay margen de mejora. Para tener un sector exterior que continúe siendo el principal motor de nuestra economía son necesarias reformas estructurales. Hay que facilitar que crezcan las pequeñas empresas y se conviertan en medianas (que tienen mayor propensión a exportar, generan empleo de más calidad e investigan más). Hay que favorecer la inversión en I+D+i, que es muy insuficiente y considerablemente inferior, en términos relativos, a la de nuestros principales socios y competidores. Es necesario acometer una reforma en profundidad de nuestro sistema de pensiones, para hacerlo sostenible a la vista de los problemas demográficos a los que nos enfrentamos. También resulta imprescindible reducir deuda pública y frenar el déficit público, no en base a subir impuestos, como se está haciendo, sino racionalizando el gasto. Y, finalmente, fomentar que las empresas inviertan, para lo cual es necesario reducir burocracia y, especialmente, la incertidumbre regulatoria, de lo cual tenemos dos ejemplos recientes en el sector bancario y el energético.
En suma, consideramos que las perspectivas para el final de año y para el año próximo, desde el punto de vista de la exportación de bienes, no son muy positivas (aunque en este 2022 se alcancen cifras de exportación inéditas por lo elevado). No obstante, tenemos la oportunidad de iniciar un programa de reformas económicas estructurales para que el sector exterior español continúe siendo el principal tractor de nuestro crecimiento.
Presidente del Club de Exportadores e Inversores