Aluvión de inversiones en renovables
Las operaciones corporativas en el mercado de renovables en España no paran de sucederse. Aunque en el sector empieza a cundir la sensación de sobrecalentamiento, las operaciones siguen sin parar en una carrera desbocada que está elevando los precios de las transacciones hasta cotas nunca vistas. Ya es fácil ver compraventa de megavatios fotovoltaicos por encima de los 200.000 euros por megavatio, cuando hace apenas dos años apenas superaban los 100.000 euros. La burbuja está alimentada por las expectativas. Hasta ahora, una barrera que parecía que iba a detener el tsunami era el Plan Nacional del Gobierno sobre desarrollo de renovables (Pniec), que tenía muy tasado el volumen de nuevas renovables que se necesitan de aquí a 2030. Esta semana, sin embargo, se ha empezado a hablar abiertamente en el sector sobre la necesidad de ampliar las ambiciones del Pniec. Si finalmente sucede así, y el Gobierno eleva los objetivos de nuevas renovables (ahora en torno a los 60.000 megavatios) habrá un efecto positivo y otro negativo. El positivo es que muchos proyectos ahora condenados a no salir adelante podrán tener una nueva oportunidad. El negativo es que se infle aún más la burbuja. El Gobierno debe ser muy cuidadoso con las decisiones que tome en renovables. Esta es la tercera ola que vive el sector. Las dos primeras provocaron estragos por la forma abrupta en la que acabaron. Que un sector crezca siempre es bueno. Pero tiene que hacerlo de forma razonable y sin sobreprecios. Una medida correctora que no tardará en llegar será el coste de la financiación, que pronto va a subir, dejando fuera a los proyectos más endebles y menos sólidos. La irrupción de los grupos nórdicos en las renovables españolas es una muestra más de que el sector sigue atrayendo inversores, muchos de ellos fondos de pensiones con un esquema a medio plazo. Eso es una buena noticia para un sector que, además de vivir una fiesta de proyectos, tiene que pensar en el día después.