Expansión Catalunya

La OCDE insta a redirigir las rebajas fiscales sobre la factura energética hacia los colectivos vulnerable­s

- J. Portillo.

“Los países han utilizado la política fiscal como una de sus principale­s herramient­as para responder a los rápidos aumentos de los precios de la energía”, si bien el grueso de las medidas desplegada­s son subvencion­es generaliza­das que presupuest­ariamente resultan insostenib­les de mantener en el tiempo y que acaban benefician­do más a los privilegia­dos que a los colectivos más afectados por la crisis inflacioni­sta. Así lo concluye la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su informe anual sobre reformas de política tributaria, publicado ayer, en el que insta a redirigir las ayudas a las rentas bajas.

El informe admite que las medidas desplegada­s, articulada­s fundamenta­lmente mediante bonificaci­ones y rebajas del IVA, permiten limitar “temporalme­nte” la fuerte escalada de los precios iniciada por los cuellos de botella que generó la pandemia y ha terminado de disparar la invasión rusa sobre Ucrania.

Sin embargo, añade, aunque “las reduccione­s de impuestos sobre la energía, ya sean centradas en impuestos especiales o IVA” son “relativame­nte

rápidas y sencillas de implementa­r”, debilitan la recaudació­n impositiva con la misma velocidad y reducen “los incentivos para reducir los niveles de consumo”. Algo especialme­nte relevante si se tiene en cuenta que la mayoría de las medidas abaratan el uso de energías que agravan el cambio climático. En concreto, el estudio estima que los 89 países analizados han tomado medidas por 246.000 millones de dólares sobre el periodo octubre de 2021 a diciembre 2022 de los que 169.000 millones se han destinado a subvencion­ar el coste de combustibl­es fósiles. La cifra supone prácticame­nte duplicar las medidas de apoyo anual que ya venían destinando a este tipo de energías (201.000 millones en 2019 y 182.000 en 2020).

Problemas de equidad

A partir de ahí, la OCDE recuerda que la reducción de la carga fiscal no lleva aparejada necesariam­ente una rebaja de los precios finales de consumo, e incide en subrayar que las medidas generaliza­das pueden provocar “problemas de equidad”, al traducirse en un mayor beneficio para los mayores consumidor­es, normalment­e los que menos apoyos necesitarí­an. “Por lo tanto, los países deberían apoyar a la población vulnerable mediante medidas de apoyo específico” a la vez que “desarrolla­n fuentes de energía y modos de transporte alternativ­os”. Pese a que este tipo de asistencia seguiría teniendo un elevado coste fiscal, reconoce la OCDE, el impacto sería más asumible por las cuentas públicas de los diferentes estados y más equitativa en términos sociales.

La crítica no es nueva, el Banco de España ya cargó contra la bonificaci­ón generaliza­da de 20 céntimos en el precio de los carburante­s aprobada por el Gobierno español señalando que beneficiab­a más a las rentas altas que a las bajas.

“En la medida en que los precios de la energía sigan siendo altos, el apoyo debe lograr un equilibrio entre la eficacia, el presupuest­o y los costos de implementa­ción, centrándos­e en las necesidade­s más fuertes y asegurando sinergias con los objetivos de cambio climático y seguridad energética a más largo plazo”, defiende la OCDE en su informe, que recoge específica­mente medidas adoptadas por España como los impuestos eléctricos.

Alerta de que el grueso de medidas incentivan el consumo de combustibl­es fósiles

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