Carrera desbocada en la energía
Las transacciones corporativas en el sector energético en España se empiezan a amontonar, como una carrera desbocada en la que nadie quiere quedarse atrás. En el escaparate hay ahora todo tipo de activos, tanto de energías limpias como de hidrocarburos clásicos, por no hablar de la fiebre del hidrógeno. Grupos como Iberdrola, Q-Energy, BP, Enerfin o Bruc Energy, por mencionar algunos, tienen en venta, o buscan socios para inmensas carteras de megavatios eólicos y fotovoltaicos. En paralelo, diversos accionistas de Exolum (antigua CLH), el gestor de las grandes redes y almacenes de gasolina y diesel en España, están abiertos a recibir ofertas por sus participaciones. Redexis, una de las principales distribuidoras de gas en España, está dispuesta a analizar propuestas de alianzas o fusión. Y sobre Naturgy, el mercado especula con movimientos accionariales ante la tardanza de la ejecución de su proyecto de escisión Géminis. El mercado lleva meses dando síntomas de sobrecalentamiento. Sobre todo por la avidez de los inversores hacia las renovables. Pero también por todo tipo de infraestructuras más tradicionales, como los oleoductos o las redes de gas. ¿Qué está pasando? Posiblemente lo que ocurre es que empieza a cundir la sensación de que este festival de operaciones no puede durar eternamente y que hay que subirse a la ola antes de que sea demasiado tarde. Está bien que el mercado se mueva, que los activos roten y que se pongan en valor. La pregunta es si esta bonanza continuará indefinidamente. El problema es que llegue un ajuste drástico y que, como en todas las fiestas, se terminen pagando los excesos en forma de resaca. En un sector al alza todos ganan, aunque algunos lo hagan con mayor intensidad. En un sector a la baja, todos pierden por igual. El mercado está enviando señales de advertencia. Los tipos de interés suben, la financiación se endurece, los costes de las materias primas también. En el sector sigue brillando el sol, pero empieza a haber nubarrones.