La inflación presiona la rentabilidad del seguro de autos
El de autos es el principal seguro en España, pero parece contar con cada vez menos atributos para conservar esta posición. Es el único de los grandes ramos de no vida que todavía no ha recuperado el nivel de ingresos por primas previo al Covid-19 y ya tiene ante sí nuevos problemas: el rebote de la inflación, que ataca la rentabilidad del sector, y la perspectiva de recesión que traen la crisis energética y el repunte de los tipos de interés.
La reactivación posterior a la pandemia sigue sin calar en el mercado español de pólizas para vehículos.
De enero a junio de 2022, la facturación de esta cobertura se situó en 5.800 millones de euros, el 2,3% más que en el mismo periodo de 2021, pero no alcanza el nivel de la primera mitad de 2019, antes de que sobreviniera el golpe del coronavirus.
Los ingresos del ramo son todavía un 1,1% inferiores a los de entonces, según los datos de la patronal, Unespa, y de ICEA, el servicio de análisis de la industria.
El sector afronta nuevos problemas sin haber recuperado el nivel de primas previo a la pandemia
Contraste
Esta debilidad del seguro de autos en la producción contrasta con la fortaleza de salud o de multirriesgos (hogar), que han incrementado la facturación por contratación de pólizas en torno a un 18,2% (a 5.287 millones) y un 15,1% (a 4.464 millones), respectivamente, frente a junio de 2019. Y revela que sobre las coberturas de motor pesan factores adversos independientes del propio ciclo económico, al que también están muy vinculadas.
Entre las trabas con las que tiene que pelear, destacan el nuevo concepto de la movilidad y los nuevos hábitos de los españoles, que se suman a la ralentización de las ventas de vehículos (en la que redundan las dificultades observadas en las cadenas de suministro) y la guerra de precios sin tregua desde hace años.
Todo ello resta a las aseguradoras capacidad de generación de ingresos por distribución de pólizas para vehículos.
Ahora, además, la situación se ve agravada por la perspectiva de un parón derivado de la crisis energética (a raíz de la guerra en Ucrania) y de la subida de los tipos de interés, en respuesta a una inflación desbocada.
Si se acaban materializando las previsiones de los expertos, la contracción de la economía puede acabar propinando un nuevo varapalo a los ingresos técnicos del seguro de autos y conduciéndolos a un nuevo trance antes de haber salido del anterior.
Y hay más, porque el alza de los precios es un peligro en sí mismo para el ramo por el efecto que puede tener para la rentabilidad, un ángulo que el seguro de autos había salvaguardado gracias a las restricciones a los desplazamientos que se aprobaron por el Covid-19, que ayudaron a reducir los accidentes de tráfico.
En el último año se ha producido un giro radical en este apartado y la mayor siniestralidad —resultante de la vuelta a la normalidad—, añadida al incremento del coste de las reparaciones y las indemnizaciones por la inflación, se ha convertido hoy en un cóctel letal para el rendimiento del sector.
Un mal dato
La ratio combinada da prueba del deterioro en este punto. A cierre de junio, esta referencia, que calcula el impacto de los gastos operativos y los costes de siniestralidad sobre las primas, se situó en el 96,8%, según la información de ICEA. Este dato excede con mucho no sólo el de hace un año (90,2%) sino también el de junio de 2019 (94,5%). Aquí, el ramo de autos sí ha vuelto a las cotas prepandemia y más.
Falta de vigor en la distribución de pólizas y costes de siniestralidad disparados presionan el margen técnico del ramo, hasta el 3,6% actual.
En comparación con el primer semestre de 2019, hay una pérdida de 2,2 puntos porcentuales; de 6,3 puntos porcentuales respecto a un año atrás.
Así las cosas, todo apunta a que la reacción de la industria no se puede hacer esperar.
El encarecimiento de las tarifas es inevitable, salvo que se trate de un sector kamikaze. Se verá.