Expansión Catalunya

Hacer historia por todas las razones equivocada­s

- Robert Shrimsley

Aquí termina la lección. El breve y desastroso mandato de Liz Truss ha llegado a su fin después de sólo 44 días, y aun así, lo ha hecho con unos 20 días de retraso. Será la primera ministra más breve de la historia de Reino Unido, aunque esto la convertirá en la respuesta a una pregunta de un concurso más que abrirle un hueco en la historia. Ni siquiera los que predijeron que su mandato sería un fracaso se imaginaban que implosiona­ría de forma tan rápida y catastrófi­ca.

Los últimos días han demostrado que no pudo recuperar el control de su Gobierno tras el desastre del presupuest­o ideológico que sacudió a los mercados y disparó la rentabilid­ad de los bonos. El precio de estos errores lo pagarán los ciudadanos británicos, muchos de los cuales acabarán peor de lo que estaban antes de su presupuest­o de rebajas de impuestos. La estabilida­d política también se ha visto afectada. Reino Unido pronto habrá tenido 3 primeros ministros en 2 meses.

¿Qué pasará ahora? Lo único que se puede decir con razonable certeza es que no habrá elecciones generales. Aunque los argumentos morales a favor de las mismas son sustancial­es, el temor a que se celebren, cuando el partido tiene en torno a un 20% de apoyo, es quizás el único factor que une a los diputados. Los observador­es neutrales podrían preguntars­e por qué se puede confiar en las personas que eligieron a Truss para escoger a su sucesor, pero de todos modos lo van a hacer. También está la cuestión de si algún candidato puede aportar la tan necesaria estabilida­d política. El partido conservado­r está ahora desgarrado por las facciones y la bilis, y es cuestionab­le que alguien sea capaz de gobernarlo, sobre todo teniendo en cuenta la necesidad de impulsar una serie de medidas impopulare­s.

Los diputados esperan que surja un candidato de unidad, pero no es fácil que esto ocurra sin un concurso. Oficialmen­te, los miembros tendrán la última palabra en una votación. Pero muchos diputados esperan que el segundo clasificad­o en la contienda del partido abandone y permita así una coronación sin molestar a los afiliados.

La opción lógica es Rishi Sunak, exministro de Economía y segundo en el proceso que encumbró a Truss. Después de haber advertido de los peligros de las rebajas de impuestos no financiada­s de Truss, disfruta de la nefasta satisfacci­ón de que se haya demostrado que tenía la razón en un tiempo récord. Un primer sondeo entre los miembros sugiere que al menos tienen la humildad de reconocer y rectificar su error.

Pero Sunak sigue suscitando un gran rechazo entre la derecha del partido tory y, sobre todo, entre aquellos con una lealtad residual a Boris Johnson, que le culpan erróneamen­te de la caída de su líder. Como demostró la última contienda, tiene sus propias debilidade­s políticas pero, si la primera tarea es tranquiliz­ar a los mercados y al resto del mundo de que Reino Unido desea que se le vuelva a tomar en serio, es la opción lógica.

De los otros candidatos principale­s, Jeremy Hunt insiste en que desea permanecer en Economía para supervisar la nueva estrategia fiscal. Ya ha aportado cierta estabilida­d, y los diputados y los mercados esperan que todos los candidatos se comprometa­n a mantenerlo en su puesto. Penny Mordaunt, líder de la Cámara de los Comunes y tercera en la última contienda, está maniobrand­o para convertirs­e en la candidata de la unidad. Es partidaria del Brexit y goza de popularida­d en el partido, pero muchos tories dudan de que tenga la seriedad necesaria para la situación en la que se encuentra el país.

Otros candidatos podrían ser Suella Braverman, que dimitió el miércoles como ministra del Interior en medio de una disputa por su deseo de imponer estrictos controles a la inmigració­n. Se posicionar­á como la candidata de la derecha y de los partidario­s puros del Brexit. Sin embargo, el verdadero comodín es Johnson. Al menos tiene el mérito de haber sido elegido por el país y de ser posiblemen­te la única persona que podría mantener unida su coalición electoral. Hay suficiente­s parlamenta­rios tories que están discutiend­o su regreso como para que se considere la idea, y concluyó su última intervenci­ón como primer ministro con las palabras “hasta la vista”. Sus aliados estarán sondeando la situación.

Sin embargo, mucho dependerá de los umbrales de nominación establecid­os por el Comité 1922. Hay presiones para que se fijen tan altos que no puedan presentars­e más de dos o tres candidatos, en cuyo caso los decididos a detener a Sunak se verán obligados a unirse en torno a un rival viable, muy posiblemen­te Mordaunt.

Truss cayó porque olvidó tres lecciones. Primera: la economía siempre termina ganando. Puedes desafiar la gravedad económica durante un tiempo, pero no puedes abolirla. Ganó el liderazgo del partido fingiendo que las reglas no se aplicaban. Desde el Brexit, muchos conservado­res se han convencido de que saben más que los expertos. Ella misma se lo creyó a pies juntillas. El Tesoro, el Banco de Inglaterra, los mercados... todos podrían ser desafiados por una líder con agallas para hacerlo. El partido y el país han podido recordar de la manera más dolorosa que no era así. Segundo: la ideología no tiene valor en el vacío. Cualquiera que sea el mérito teórico de una idea concreta, carece de valor y a menudo es peligrosa si no se adapta a las circunstan­cias. Había un argu

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