Su garganta en un mundo marcado por la celeridad y los arreglos digitales es una especie de milagro
Nos recuerda nuestro efímero tiempo, y, sobre todo, cómo lo podemos combatir a través de la música. Resiliencia pura y dura. Algo que poseemos desde la noche de los tiempos pero que parece que habíamos olvidado. Por eso escuchar la voz de Freddie Mercury nos marca tanto. Porque la voz de Freddie Mercury es un milagro. La escuchas y sientes que alguien te entiende.
La voz de Mercury apela a la vida y al alma de las personas, a un sentimiento muy difícil de explicar
Cuando Freddie Mercury animó en 1970 a Roger Taylor y Brian May a darle una última oportunidad para intentar vivir de la música (ambos habían fracasado en el sobresaliente combo Smile, power trío que mezclaba melodías contagiosas con el rock de creem) cambió todo. El nombre, el logo, la actitud. Ya como Queen se incorporó John Deacon un año después, y durante dos décadas, se mantuvieron unidos cosechando éxitos. Incluso tras el deceso de Mercury, Queen se han transformado en sinónimo de éxito. Desde Bohemian Rhapsody, con sus cuatro partes diferenciadas (intro vocal, balada ominosa, operata, hard rock y de nuevo a la marca de salida con la balada y el final vocal), pasando por el rockabilly Crazy Little Thing Called Love, el ejercicio funk de Another One Bites The Dust, el dúo con Bowie Under Pressure, o la épica Innuendo, los singles de Queen fueron número uno o estuvieron a punto de serlo en innumerables ocasiones.
Fallecido Mercury se lanzó como doble cara a Bohemian Rhapsody con These Are The Days Of Our Lifes, alcanzando de nuevo el oro en las listas. El concierto tributo a Mercury en Wembley en 1992, que incluyó bandas y artistas de la talla de Robert Plant, cantante de Led Zeppelin; Elton John, Guns N’ Roses o Liza Minelli fue uno de los acontecimientos de la década. La remezcla de la canción solista de Mercury Living On My Own llegó al número uno de Gran Bretaña y numerosos países europeos. El disco póstumo de estudio Made In Heaven triunfó en prácticamente todo el planeta.
Posteriormente, tras la retirada de Deacon, la banda ha continuado pulverizando récords con otros cantantes. El biopic de Freddie Mercury y el grupo, Bohemian Rhapsody, marcó una locura mediática y pública sobre Queen que casi remitía a la llegada de los Beatles a Estados Unidos, pero esta vez a nivel global. En pleno siglo XXI, con la industria del disco apostando todo a la nostalgia del vinilo y a las descargas o streaming, Queen sigue vendiendo cedés, casetes, vinilos y merchandising de todo tipo. Hasta los lanzamientos de álbumes de sus miembros en solitario se coronan en el top diez de las listas más relevantes. Face It Alone, uno de los tantos temas descartados para el disco The Miracle, con una interpretación vocal soberbia de Freddie Mercury, es otro ejemplo más de por qué Queen y, sobre todo, el cantante nacido en Zanzíbar han conseguido el elixir de la eterna juventud para coronarse números uno sin apelar a la nostalgia, editando material inédito y haciéndonos conscientes de quiénes somos y en qué momento vivimos.
Experto en música y liderazgo y autor de ‘Freddie Mercury. Realidad
y Deseo’ (La esfera de los libros)