El aula en la que crecer en habilidades múltiples
Cómo adaptar el ambiente del centro educativo para mejorar el rendimiento.
Una clase en la que las mesas están colocadas frente a la pizarra con diseño militar ya no tiene sentido. Las nuevas generaciones deben formarse en habilidades más allá de la memoria o el cálculo y los espacios educativos tienen que estar alineados con ello. “Tradicionalmente, se ha priorizado un diseño funcional frente a aspectos emocionales. Pero hay una relación inseparable entre persona y espacio. Debemos pensar en el espacio educativo como una amalgama de situaciones. Todos asociamos el entorno educativo a cultivar inteligencias como la lingüísticoverbal, la lógico-matemática o la musical auditiva. Pero debemos ir más allá, repensando las inteligencias que ya conocemos e incorporando otras más novedosas”, explica Marisa Vega Martín, fundadora de Mimar Studio y arquitecta.
Las otras inteligencias a las que se refiere Vargas son las extraídas de la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, que incorpora a las ya citadas la inteligencia espacial, la corporal cinestética o kinésica, la intrapersonal, la interpersonal, la naturalista, la existencial, la creativa y la emocional. Todas ellas se pueden potenciar con un correcto diseño del aula y del centro educativo, al fin y al cabo, los espacios en los que nuestros hijos pasan la mayor parte del día.
Situaciones
Así, el desarrollo de la inteligencia kinésika va más allá de la gimnasia, es la capacidad de expresarse a través del cuerpo y que a la hora de diseñar un colegio implica “prever que hay estudiantes que necesitarán estudiar en movimiento o deambulando”. El crecimiento en inteligencia intrapersonal se desarrollará mejor en espacios de recogimiento, “refugios donde leer o estudiar en un entorno de ensimismamiento (individual) y que ya vemos en los espacios corporativos”, explicaba la experta durante el encuentro Diálogos con Tarkett, Diseñando el aula del futuro. No hay que confundir los espacios para el ensimismamiento lectivo con los espacios para el desarrollo de la inteligencia existencial, destinados a la meditación y que invitan a la calma, bien de forma individual o en pequeños grupos.
En grupos es como se desarrolla la inteligencia interpersonal, que requiere de espacios donde se pueda colaborar (preferiblemente en parejas o tríos). La combinación de la inteligencia intrapersonal e interpersonal son las que nos dotan de mayor o menor inteligencia emocional, que será la que les ayude en la gestión de las emociones y del estrés.
La inteligencia naturalista se relaciona con la capacidad para estudiar y observar elementos propios de la naturaleza como la flora y la fauna. “Para eso hay que sacar parte del programa lectivo al exterior para potenciar la relación con el exterior”. Sin embargo, para poder potenciar la inteligencia espacial es recomendable “reservar espacios donde investigar sobre el color, la luz y la sombra, dotar de mesas de luz o cambios de escala a través del mobiliario”. De esta forma, el cerebro del niño va adaptándose a transformar el espacio en su mente. No pueden faltar los espacios “donde poder mancharse y manchar, donde trabajar y pensar con las manos” para dar rienda suelta a la creatividad.
“En definitiva, entendemos el ambiente como el tercer maestro, justo detrás de padres y profesores. El ambiente es un elemento fundamental que sirve como herramienta de conexión entre arquitectura, espacio y el proyecto pedagógico; que puede frenar ese querer aprender a través de un entorno que no permita diversidad y desmotivar a los alumnos y que, por el contrario, si se apuesta por la flexibilidad y la evolución y está más enfocado al juego y a la cocreación, mejorará su rendimiento. Los niños nacen con una capacidad innata para crear y es la escuela donde se tiene que permitir”, explicaba Vargas.
Practicidad
Luego ya con el espacio definido, no hay que olvidar algunos parámetros comunes a tener en cuenta en un espacio de estudio como son la acústica o la contaminación visual que faciliten la concentración. “Se tienen que incorporar soluciones que limiten las interferencias en la eficiencia y la comunicación, ya que tienen un impacto directo en la capacidad de atención y de aprendizaje”, recuerda Pablo Méndez, director de ventas nacional de Tarkett. Entre las soluciones más cómodas para adaptar un espacio ya existente en este ámbito se encuentran desde tapizar la tarima a poner paneles acústicos en el techo.
En el impacto visual del diseño, habrá que tener en cuenta además no sólo un correcto uso del color –muy útil si le otorgan funcionalidades en orientación del usuario a través de contrastes, señalizaciones o personalizaciones en el suelo, pero sin recargar ni generar nerviosismo– sino controlando el nivel de luz que entra en el aula con elementos que más allá de las cortinas, se adaptan a estas nuevas habilidades como pueden ser “paneles de metacrilato o revestimientos metálicos que tapen la luz a través de railes pero en los que poder imantar los proyectos...”, añadía en el mismo encuentro Carlos Vigo, coordinador de grado de diseño de ESNE, Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología.