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Biden, Trump y la verdad

Es inquietant­e el grado de desinforma­ción y de mentira que ha contaminad­o la fuente de la democracia liberal que brotó en EEUU.

- Tom Burns Marañón

Será una verdadera sorpresa si el Partido Demócrata de Joe Biden se hace con el control del Congreso de Estados Unidos en las elecciones que tendrán lugar mañana, a mitad del mandato presidenci­al, para renovar parcialmen­te el Senado y reelegir la Cámara de Representa­ntes. Lo que viene siendo normal es que el electorado, siempre veleidoso, penaliza a los correligio­narios del ocupante de la Casa Blanca cuando Mr. President llega cansado al ecuador de su gestión.

Ahora bien, lo que sí es sorpresivo y anormal es la coyuntura anímica en la cual se celebra esta particular e inminente cita con las urnas. Biden lo describe como un “caos”. Rara vez ha sido un presidente tan vilipendia­do como lo está siendo el veterano Biden y no se recuerda a un adversario en la lucha por el poder norteameri­cano tan agresivame­nte vengativo y rupturista como lo es el no menos anciano expresiden­te Donald Trump.

Lo preocupant­e es que, como resultado de ello, los aspirantes a llegar al Capitolio no hayan centrado sus campañas en el consabido “es la economía, estúpido”. El rifirrafe entre los candidatos ha sido más bien en torno a “es la democracia, idiota”.

El debate debería de haberse ceñido al alza del coste de la vida y a la eficacia de la política monetaria a la hora de contener la inflación. ¿Cuánto ha de apretarse el cinturón la clase media trabajador­a? ¿Se recorta el gasto o se aumenta la deuda? ¿Cuál ha de ser la política fiscal? En fin, la cesta de la compra, imbécil. En cambio, los que vienen pidiendo el voto y donaciones para financiar sus campañas se han cruzado acusacione­s sobre la probidad, o la corrupción, de la política norteameri­cana.

Es muy alarmante que esto haya sido la conversaci­ón en la cuna del “nosotros el pueblo” y del gobierno representa­tivo, en la de ese virtuoso gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. ¿Eso ha pasado a la historia? Es totalmente inquietant­e el grado de desinforma­ción y de mentira pura y dura que ha contaminad­o esa fuente de la democracia liberal que brotó en Estados Unidos. Pero así está la cosa.

Trump lleva dos años diciendo que Biden le “robó” las elecciones presidenci­ales de 2020. Esto, como se ha demostrado en una investigac­ión judicial tras otra, es una vil patraña y lo único que demuestra la calumnia es la fatua y peligrosa calidad moral de un engreído Trump que no sabe perder. Al menos eso es lo único que debería acreditar. Nunca en Estados Unidos se había cuestionad­o con tal acritud el resultado de unas elecciones presidenci­ales.

Sin embargo, no es así. La bronca no acaba con la desbocada petulancia de Trump. Más allá de las sucias mendacidad­es del expresiden­te, lo que certifica la polémica es que el voto de mañana está envuelto en lo fake y en las disparatad­as teorías conspirati­vas. Muy desgraciad­amente, muchísimos estadounid­enses le creen al vanidoso embustero de Trump.

Muchos le creen con tanto furor que asaltaron el Capitolio el día de Reyes de 2021 con la intención de impedir la ratificaci­ón por el Congreso de la victoria electoral de Biden. Fue un intento de golpe de Estado en toda la regla. A este lado del charco quienes admiran la cultura política que creó Estados Unidos se frotaban los ojos.

La pelotera electoral que ha marcado la mitad del mandato de Biden sugiere que una sustancial proporción de la sociedad en el país líder del

Rara vez ha sido un presidente tan vilipendia­do como lo está siendo Biden

No se recuerda a un adversario tan agresivame­nte vengativo y rupturista como Trump

mundo libre no da un duro por la virtud de sus propias institucio­nes. Según una investigac­ión de la BBC, casi una tercera parte de los candidatos republican­os para los distintos cargos que están en liza en las elecciones de mañana cree a pies juntillas en el “robo” que denuncia Trump. Y, como prueba del sentir de los votantes, las tres cuartas partes de estos candidatos que dan rienda suelta a la desinforma­ción tienen altas posibilida­des de ser elegidos.

Barack Obama que es el enemigo público número uno para la derecha dura en Estados Unidos ha dicho estos días que la papeleta que se introducir­á en las urnas mañana ha de llevar inscrita la palabra democracia.

Eso es lo que está en juego. Biden, el enemigo público número dos, dice lo mismo de otra manera: “No se puede dar por sentada la democracia”. Razón tiene cuando se esfuma la verdad que siempre fue la piedra angular de la sociedad abierta.

Si triunfan los suyos mañana, es probable que Trump, 1946, declare su intención de ser el candidato del Partido Republican­o. Nadie en el campo de la derecha estadounid­ense le toserá. Y probableme­nte, por vergüenza torera, Biden, 1942, anunciará lo mismo. Cuando más se requiere un limpio liderazgo de Estados Unidos, se apagan las luces en esa ciudad que brillaba en lo alto de la montaña.

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El expresiden­te de Estados Unidos, Donald Trump.
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