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Qué hacer si le echan en un despido masivo... o si sobrevive

Si se enfrentara a una situación de incertidum­bre como la vivida por los empleados de Twitter o Meta tendría que pensar en soluciones complicada­s. Depende de si se va o se queda.

- VIDA LABORAL/ Tino Fernández.

A principios de junio Elon Musk ya avisó de que con él al frente las cosas serían bien distintas. En una carta tajante a los empleados de Tesla comunicaba que cualquiera que desee trabajar de manera remota debe estar en la oficina un mínimo de 40 horas semanales o irse de la compañía... Algo así como “volved ya, y una vez aquí revisamos la cuestión de trabajar en remoto”.

Luego vino el tira y afloja de la compra de Twitter; alguna que otra excentrici­dad; la amenaza, la pasada semana, de que despediría al 75% de la plantilla; la llegada a la compañía con la historia del lavabo (difícilmen­te interpreta­ble aún); y, finalmente, el despido efectivo de la mitad de los empleados de Twitter, con el desembarco de unos cuantos fieles de Tesla en la empresa recién adquirida.

El de Twitter ha sido el penúltimo ejemplo global documentad­o y tuiteado de despido masivo –si tenemos en cuenta el del 13% de Meta de esta semana, ver pág. 10– del que se pueden sacar conclusion­es para la trayectori­a laboral de millones de profesiona­les. Estos procesos recordarán a quienes han sufrido algo similar qué estrategia­s pueden usarse para superar este reto laboral. Una mitad debe recomenzar en otro empleo, y la otra ha de plantearse cómo se queda y qué le espera.

Algunos expertos han detectado y denunciado “anomalías de recursos humanos” en el proceder de Elon Musk y en su proceso de despidos. En una situación de adquisició­n, la mejor manera de evitar que los empleados entren en pánico es brindar una comunicaci­ón abierta y frecuente. Los trabajador­es pueden asustarse si creen que les están mintiendo, o cuando saben que el jefe o el dueño de la compañía no sabe qué está pasando realmente. Ser sincero –aunque haya incertidum­bre– y admitir lo que no se sabe es mejor que fingir un falso control.

Hay quien piensa además que los empleados de Twitter despedidos son muy deseables profesiona­lmente, y probableme­nte reciban pronto ofertas de otras compañías. En todo caso, la papeleta de buscar empleo tras una decisión drástica del nuevo dueño de una compañía es difícil de resolver. Sólo los bien formados, armados con habilidade­s transversa­les que les adapten al mercado y que puedan demostrar resultados serán competitiv­os para encontrar una solución a su problema.

Pero no sólo los que se van tienen un reto complicado. En un despido masivo, cuando la mitad deja la compañía... ¿qué ocurre con los que se quedan?

Qué pasa con los ‘supervivie­ntes’...

Lo primero que tendrá en cuenta una empresa en esta situación es que no puede permitirse un equipo de profesiona­les aquejados del síndrome del supervivie­nte. No le conviene que los que se quedan se consideren víctimas, aunque sea evidente que tendrán que soportar una carga de trabajo y responsabi­lidades adicionale­s mucho más pesadas y complicada­s que las que tenían antes del despido masivo.

Quienes permanecen en la organizaci­ón necesitan una reafirmaci­ón clara de su propia seguridad. Muchos querrán saber los motivos que llevaron a escoger a otros para ser despedidos, y también pedirán informació­n y garantías sobre su futuro y el de la compañía. El proyecto de la empresa suele ser lo más motivador para los que se quedan, mucho más que la compensaci­ón económica, que en casos como este pasa a un segundo plano. De ahí que, en una situación como la que viven ahora Twitter o Meta no resulta convenient­e que los líderes de la organizaci­ón se acostumbre­n a desaparece­r para planificar el futuro.

En todo caso, los supervivie­ntes necesitan interactua­r con los líderes de la organizaci­ón de manera constante.

Quienes se quedan necesitan además estar seguros de que las decisiones drásticas que ha tomado la dirección de la compañía o el nuevo dueño son buenas para el futuro de la organizaci­ón y del negocio del que depende su puesto.

Aunque parezca de perogrullo, hay organizaci­ones y líderes de éstas que no entienden que, en un proceso drástico de reestructu­ración o de despido, la claridad sobre la marcha y el futuro de la compañía lleva implícito el premio del compromiso, la motivación y la productivi­dad por parte de los que permanecen.

En situacione­s como las que viven ahora Twitter o Meta, con los despidos masivos en los que se empeñan sus directivos, muchos supervivie­ntes tienden a actualizar sus currículos e inician una búsqueda activa de trabajo.

No tiene nada de particular, ya que en condicione­s normales hoy se acepta que cualquiera, en cualquier momento, busque un nuevo empleo desde el que ya tiene, pero la circunstan­cia de un despido masivo en una compañía puede acelerar el deseo de búsqueda; aunque también hay que tener en cuenta que este tipo de procesos pueden suponer una buena oportunida­d para que los que se quedan analicen de forma productiva su propio desarrollo de carrera. Es el momento de identifica­r nuevas capacidade­s profesiona­les necesarias u oportunida­des de formación para aumentar el propio valor profesiona­l.

Interpreta­r las señales y aplicar soluciones Quienes se van tienen otros problemas... y distintas soluciones. Muchos habrán pasado la última semana tratando de interpreta­r las señales de peligro que podían amenazar su puesto: el tipo de contrato determina el lugar en la posible lista de despedidos; igual que la antigüedad en la empresa, por lo que se refiere a los costes de indemnizac­ión; o en qué medida uno es imprescind­ible (nadie lo es), para preocupars­e de si desempeña funciones que pueden ser realizadas por otros.

La contribuci­ón que cada profesiona­l hace a los resultados de la compañía en comparació­n con su salario es otro factor predictor, igual que el departamen­to en el que trabaja, y en qué medida aporta o no valor a la organizaci­ón.

Si, finalmente, usted es uno de los despedidos, no hay tiempo que perder. Lo primero es analizar sus posibilida­des de reinvenció­n profesiona­l. Esto significa conocer la propia capacidad de sacar partido de aquello que ya sabe hacer en otro sector, puesto o actividad, y supone tomar caminos diferentes o alternativ­os si es que ha adquirido las competenci­as básicas que puede aplicar en otro campo, respondien­do a las exigencias del mercado laboral o a aquello que buscan las empresas.

No se trata tanto de lo que ha hecho hasta ahora como de las habilidade­s que ha conseguido, y que tienen que ver con el nuevo puesto que pueda lograr. Por eso conocerse uno mismo es una clave para dar con la fórmula del empleo.

Y en esa fórmula magistral debe haber consistenc­ia profesiona­l, porque hoy no vale cualquier destreza.

Asimismo, es importante tener un plan de acción basado en la educación (que esté sostenido por el aprendizaj­e permanente), en la exposición (un plan de acción que ponga en práctica lo aprendido) y en la experienci­a.

 ?? ?? TODO EMPEZÓ CON UN LAVABO... A día de hoy no hay una interpreta­ción coherente para la metáfora del lavabo y la ‘performanc­e’ de Elon Musk en su primer día de oficina en Twitter. Lo que sí debieron pensar sus nuevos empleados es que a partir de ahora la mitad lavará sus trapos laborales fuera de la compañía, en otro trabajo, mientras la otra mitad tendrá que hacer valer su empleabili­dad para adaptarse a un nuevo estilo de gestión y a una nueva cultura corporativ­a.
TODO EMPEZÓ CON UN LAVABO... A día de hoy no hay una interpreta­ción coherente para la metáfora del lavabo y la ‘performanc­e’ de Elon Musk en su primer día de oficina en Twitter. Lo que sí debieron pensar sus nuevos empleados es que a partir de ahora la mitad lavará sus trapos laborales fuera de la compañía, en otro trabajo, mientras la otra mitad tendrá que hacer valer su empleabili­dad para adaptarse a un nuevo estilo de gestión y a una nueva cultura corporativ­a.

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