El rencor hacia los colegas se puede interpretar como una señal de falta de entusiasmo por el trabajo
una familiar adolescente me contó lo sorprendida que estaba el primer día de en un hotel por lo mucho que se quejaban sus compañeros del trabajo de sus colegas y de los clientes. Bienvenida a la vida laboral, pensé.
Sin embargo, cuando los cascarrabias son envidiosos, se ponen feos. Gabriella Braun, autora de Todo lo que somos: descubriendo las verdades ocultas de nuestro comportamiento en el trabajo y consultora de dinámica laboral, afirma que la envidia puede llegar a ser “venenosa; como rayar un coche precioso, no sacamos nada en claro”. También puede llevarnos a hacer examen de conciencia. Si los empleados más jóvenes esperan mejores condiciones laborales, sostiene Braun, cabe preguntarse por qué sus predecesores las toleraron durante tanto tiempo. En ese caso, apunta, “es normal que la gente tenga la sensación de ser demasiado ingenua y complaciente”.
Cuando surgieron las historias del #MeToo, algunas mujeres mayores reflexionaron sobre por qué habían tolerado ese mal comportamiento, cuando lo único que querían era hacer bien su trabajo.
La envidia puede llegar a ser “venenosa; como rayar un coche precioso, no sacamos nada en claro”
A principios de este año, un abogado de una empresa energética me habló de su desesperado deseo de flexibilizar su jornada laboral para poder ir a la guardería y echarse alguna cabezada. La mayor oposición la encontró en los colegas de más edad que apenas habían visto crecer a sus hijos durante la semana debido a las largas jornadas de trabajo. En su opinión, sus compañeros interpretaron su petición de flexibilidad como un reproche personal a su forma de criar a los hijos, como si les estuviera acusando de haber sido malos padres.
Hablé con Joan Williams, fundadora del Center for WorkLife Law, que investiga y promueve políticas para crear igualdad de género en el trabajo. Cree que no debemos sentir nostalgia por los antiguos modelos de trabajo. “Tengo setenta años. Hay muchas cosas que detesto de cuando era joven. En mi primera baja por maternidad, tuve que pedir un permiso sin sueldo y me echaron del seguro médico. Las cosas han mejorado mucho, incluso en Estados Unidos”. Pero los empleados, explica Williams, deberían reconocer el papel que han desempeñado los compañeros de más edad en la mejora de esas condiciones laborales y añade que no siempre aprecian la lucha por conseguirlas. Esto es más fácil en las organizaciones que no idealizan la juventud y en las que los trabajadores de cincuenta años o más se sienten visibles y tienen oportunidades.
Las empresas deberían interpretar el rencor como una señal de que los empleados pueden carecer de entusiasmo por su vida laboral. La confianza en el futuro puede estimular la generosidad. Como sostiene Williams, “deberíamos estar agradecidos porque este es el mundo que hemos ayudado a crear”.