El impuesto energético se suaviza, no se va
El Gobierno dio ayer un giro con respecto al impuestazo a las energéticas. Finalmente, ha decidido aceptar enmiendas de PNV y PdeCAT que lo suavizan. No obstante, aunque edulcorado, el tasazo no será un plato de buen gusto para las compañías energéticas, especialmente para Repsol y Cepsa. La primera era, y va a seguir siendo, la empresa más perjudicada. Para la segunda se alivia parte del peso que iba a suponer ese impuesto, pero no se libra del todo. No es casual que la patronal que primero reaccionó ayer ante la aceptación de las enmiendas en el Congreso fuera la Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP). Esta dijo que en el trámite parlamentario no se han incluido las deducciones en el gravamen de las inversiones necesarias para avanzar en el proceso de descarbonización de la economía y de la sociedad y para garantizar el aprovisionamiento energético en la Unión Europea, los que supone un claro desincentivo para dichas inversiones en un momento en que son claves. AOP advierte de que el nuevo tributo pone en riesgo también la creación de empleo en el sector del refino. Este segmento va a terminar siendo el patito feo en la compleja tramitación de ese impuesto. Mejor paradas quedan las eléctricas, como Endesa, Iberdrola y Naturgy. Estas empresas logran que en la base imponible del nuevo impuesto no se considere el negocio en el exterior ni el regulado, que es como decir que se excluye prácticamente la mitad de todos los ingresos que originalmente iban a ser gravados. También logran que no se incluya el negocio de la tarifa regulada, o PVPC. Este es un caramelo envenenado del Gobierno. Las eléctricas habían acelerado su carrera para migrar a miles de usuarios hacia la tarifa de luz del mercado libre, bajo el reclamo de que era más barata ahora que los precios regulados. Llegaron a criticar a los usuarios que permanecían en tarifa regulada. Con el nuevo impuesto, la tarifa libre se va a ver penalizada, y habrá que ver si no se repercute al usuario.