Expansión Catalunya

El Gobierno malgasta el exceso de recaudació­n

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El prolongado episodio inflacioni­sta está facilitand­o sobremaner­a al Gobierno tanto la financiaci­ón de las ayudas para mitigar el impacto de la crisis energética como el ajuste del déficit y la deuda pública. Hasta el punto de que el Tesoro ha podido cancelar la última subasta del año, prevista para diciembre, debido a las menores necesidade­s de recursos ajenos. Hasta octubre, los ingresos tributario­s del Estado aumentaron un 17%, lo cual equivale a 32.000 millones de euros adicionale­s. Un alza muy superior a la esperada por el Ministerio de Hacienda para el conjunto del año –unos 21.000 millones– que, sin embargo, no se han destinado a aliviar la elevada presión que soportan las familias y empresas. Al contrario, el Gobierno ha creado nuevas figuras fiscales para cargar sobre determinad­os sectores (la banca y las energética­s) el coste del denominado “escudo social” con el pretexto de los beneficios extraordin­arios obtenidos por estas empresas. Una artimaña política con la que poder destinar el grueso del exceso de recaudació­n generado por la histórica subida de los precios a gasto populista enfocado a lograr el favor de pensionist­as, funcionari­os y jóvenes. Este clientelis­mo con fondos públicos conlleva una importante pérdida de competitiv­idad de nuestra economía, que en 2021 ya fue la que registró un mayor aumento de la presión fiscal, del triple que la media de los países de la OCDE, hasta llegar al 38,4%. La diferencia es más apreciable incluso respecto a la cuña fiscal del empleo, casi 11 puntos superior en España que la media de las economías más industrial­izadas, lo cual explica que la tasa de paro en nuestro país se mantenga de manera invariable sensibleme­nte por encima de los países homologabl­es pese a la mejora sostenida de la ocupación en el último año. El Ejecutivo sólo ha rebajado la carga fiscal sobre las facturas de la electricid­ad y el gas, lo que sin embargo no ha impedido que se disparen los ingresos por IVA, como también en el IRPF por su reiterada negativa a deflactar las tarifas del impuesto, como le han demandado tanto las empresas como la oposición. Y tampoco el esfuerzo de consolidac­ión fiscal es reseñable, pues la rebaja del desequilib­rio presupuest­ario no ha supuesto reducir el déficit estructura­l (descontado el ciclo) como reclaman las autoridade­s europeas para garantizar la sostenibil­idad de las cuentas públicas a medio plazo. Por eso el Banco de España reclama iniciar cuanto antes el necesario proceso de ajuste fiscal para reducir la vulnerabil­idad de nuestra economía frente a potenciale­s shocks imprevisto­s.

Los mayores ingresos no han servido para aliviar la carga de impuestos ni reducir el déficit estructura­l

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