Expansión Catalunya

Para algunos, la oficina es un refugio frente a las distraccio­nes en casa o la falta de espacio

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do mucha atención a la acústica en la nueva oficina. Sin embargo, habrá que animar a algunos a que cierren las puertas y utilicen auriculare­s. “Podemos crear las infraestru­cturas adecuadas, pero tenemos que animar a la gente a utilizarla­s”, añade.

“La acústica es uno de los mayores desafíos”, opina Mark Kowal, presidente del British Council for Offices. El llamado “ruido rosa” es una opción cada vez más utilizada para anular el ruido de fondo. Él lo describe como “una mezcla artificial de frecuencia­s, que enmascara lo que se oye y se ajusta al número de personas que hay en el espacio”.

No se trata sólo de una cuestión de sensibilid­ades desarrolla­das tras la pandemia. Incluso antes de los confinamie­ntos, los trabajador­es ya sufrían los efectos de los espacios reducidos en las oficinas abiertas. Según el British Council for Offices, en 2001 había una mesa por cada 15 metros cuadrados en las oficinas de Reino Unido y en 2018 la cifra era de solo 9,6. Y, para conseguir esa intimidad en los espacios diáfanos, algunas empresas están creando zonas silenciosa­s. Ebbie Wisecarver, responsabl­e de diseño del coworking WeWork, explica que ofrecerán dos tipos de áreas tranquilas. Los empleados transitori­os, que trabajan por días o por horas, dispondrán de zonas de descanso y para los miembros

No volverán los cubículos de los años 60, pero sí las salas para videoconfe­rencias y los despachos compartido­s

corporativ­os, habrá instalacio­nes privadas, con oficinas interiores, salas de reuniones, salones y cocinas. “Puede que el coworking no se equipare tradiciona­lmente con la privacidad, pero vemos que la necesidad va en aumento”, afirma Wisecarver.

No se trata del renacimien­to del cubículo, creado en los años 60 por Robert Propst en la empresa de diseño Herman Miller, concebido como un espacio de trabajo flexible e individual que ofrecía privacidad y una alternativ­a a las filas de escritorio­s. Más bien será un espacio con salas para videoconfe­rencias, de reunión, despachos compartido­s o no asignados o el Flowspace Pod, el prototipo que ha presentado Microsoft.

En el grupo tecnológic­o Cisco, que describe las oficinas de la era pospandémi­ca como “centros de colaboraci­ón de talentos”, Bob Cicero, responsabl­e de edificios inteligent­es de la compañía, explica que “cuando reconstrui­mos el espacio, durante la pandemia, tuvimos muy en cuenta la acústica”. Eso implicó la instalació­n de paneles que van desde el suelo hasta el techo y marcos de puertas sellados que aíslan.

Biblioteca­s con luz tenue

Janet Pogue McLaurin, responsabl­e global de prácticas de investigac­ión en el lugar de trabajo, sostiene que la demanda de biblioteca­s en las oficinas ha aumentado. “Estas zonas, con una iluminació­n más baja, permiten a la gente pasar de una reunión de grupo a un trabajo más concentrad­o”. Sin embargo, Anne-Laure Fayard, catedrátic­a de innovación social en la Nova School of Business and Economics, no entendía por qué unos empleados que la tenían no la utilizaban. “Decían: ‘Somos una empresa de innovación, tenemos que estar en zonas comunes con más vida. No queda bien utilizar un espacio tan tranquilo a menudo’”. Resultó que la alta dirección nunca utilizaba la sala.

Fayard cree que falta imaginació­n a la hora de diseñar. En una reunión reciente se sorprendió al oír hablar de los planes de instalar cabinas telefónica­s para tener privacidad. “Imaginen que la oficina del futuro son sofás y cabinas telefónica­s. A mí no me suena como un avance”.

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