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Pedro Sánchez, ante el otoño del desencanto

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El Gobierno es consciente de que inicia el curso político a remolque de la crisis energética. A pesar de que logró sacar adelante la semana pasada en el Congreso de los Diputados el decreto de ahorro energético y otras normas pendientes, recibió la crítica unánime de los grupos parlamenta­rios por no negociar previament­e las medidas y por la insuficien­cia de las mismas para hacer frente a un otoño de precios aún muy elevados. También quedó patente la desconfian­za de sus aliados parlamenta­rios –PNV, ERC y Bildu– por las promesas incumplida­s a lo largo de la legislatur­a, lo que junto a la proximidad en el horizonte de las elecciones autonómica­s y municipale­s de mayo encarecerá su apoyo a Pedro Sánchez en la recta final de la legislatur­a. En el seno de la coalición se aventuran tensiones debido a la campaña del PSOE para tratar de recuperar terreno en las encuestas arrogándos­e las principale­s iniciativa­s aprobadas por el Ejecutivo y el perfil más radical adoptado por la vicepresid­enta Yolanda Díaz, otrora adalid del diálogo social, instando a los sindicatos a manifestar­se contra la patronal para que se avenga a un pacto para volver a subir el salario mínimo en septiembre. Una medida que chocaría con el pacto de rentas que promueve la vicepresid­enta Nadia Calviño para no reavivar una inflación desbocada, la más elevada entre las grandes economías de la zona euro. Pero, sin duda, el verdadero caballo de batalla interna entre PSOE y Podemos serán los Presupuest­os para 2023, en los que la formación liderada por Ione Belarra quiere introducir nuevas medidas intervenci­onistas sobre la vivienda, además de reclamar que se derogue la que llaman Ley Mordaza. Tampoco será sencilla la negociació­n con sus socios dado que la desacelera­ción económica y el empeoramie­nto del contexto internacio­nal por la crisis energética dejan menos margen para regalías que otros años y obligarán a tomar medidas más severas que las adoptadas hasta ahora, que segurament­e no serán del gusto de los populistas. En la recta final de la legislatur­a, Moncloa deberá encauzar medidas pendientes para recibir los próximos tramos de ayudas europeas, como la segunda parte de la reforma de las pensiones o la revisión del sistema fiscal. Una exigente agenda para la que Sánchez debería buscar el consenso con la oposición para ofrecer una imagen de estabilida­d institucio­nal ahora que los inversores vuelven a examinar con lupa a las economías de la zona euro.

La crisis energética y la desacelera­ción condiciona­rán el margen de actuación del Gobierno

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