Los fondos mantienen el apetito por la fibra
La venta por parte de MásMóvil de una nueva fase de red de fibra óptica al grupo mayorista liderado por la australiana Macquarie es un nuevo ejemplo del apetito de los fondos de infraestructuras por estos activos de telecomunicaciones, que se han convertido en un seguro de vida a largo plazo. Y es lógico. Con la digitalización de las economías y de los modos de vida, las redes de acceso de fibra óptica son la mejor infraestructura posible actualmente para acompañar la transformación digital y su utilización va a ir incrementándose a ritmos aceleradísimos como hasta ahora. En los últimos años, el tráfico de datos en España ha ido creciendo a velocidades de más del 50% interanual. Además, si se trata de redes en poblaciones pequeñas, como es el caso, en muchas ocasiones es la primera red de fibra que llega al municipio, lo que incluso puede asegurar que sea la única que se va a desplegar, puesto que los casos de negocio no pronostican rentabilidad para una segunda infraestructura. Por otra parte, el hecho de que sea el consorcio formado alrededor de Macquarie el que haya realizado la operación pone de manifiesto que el grupo liderado por la firma australiana aún tiene voluntad de crecimiento en nuestro país. Macquarie y sus aliados (Aberdeen y Daiwa) parecían los candidatos con más posibilidades de liderar una consolidación de las compañías mayoristas de fibra en España, pero en los últimos trimestres el fondo no había protagonizado las mayores operaciones en este sector. Frente al empuje de grupos como Vauban Infrastructure y Crédit Agricole (que se han hecho con Bluevía, la filial de Telefónica), Ardian (que compró Adamo), Asterion (que se ha hecho con Olivenet) o Avatel –que ha continuado adquiriendo operadoras locales y que recientemente se hizo con SomosFibra y parece cerca de cerrar la adquisición de Lyntia Acces–, la posición de Macquarie parecía demasiado cautelosa. Habrá que ver si esta operación supone un cambio de estrategia de la firma australiana en España.