Bruselas refuerza sus poderes ante las crisis
La Comisión Europa lanzó tras la pandemia una extensa estrategia para evitar que, en el futuro, otra crisis de similares características ponga a los países comunitarios y a sus economías contra las cuerdas. En primer lugar, aprobó una directiva para reforzar las reservas estratégicas de suministros esenciales que se ha demostrado eficaz muy pronto, en la actual crisis energética, como forma de hacer frente al chantaje de Putin en forma de cortes periódicos de gas hacia Centroeuropa. Posteriormente, impulsó un plan multimillonario de incentivos para impulsar la fabricación de chips en territorio comunitario que ha llevado a varias multinacionales tecnológicas a anunciar la instalación de nuevas fábricas de semiconductores en el continente, lo que debería blindar a Europa ante potenciales atascos en las cadenas globales de producción como el que se produjo con la reapertura al unísono de las principales economías tras los confinamientos generalizados a causa del Covid-19. El próximo paso de Bruselas pasa por dotarse del armazón legal necesario para intervenir empresas que produzcan bienes estratégicos en caso de una crisis de suministros, e incluso imponerles priorizar la producción de ciertos productos que se consideren esenciales cuando se produzca una escasez preocupante aunque suponga incumplir contratos con sus clientes habituales. Una herramienta que, sin embargo, debería regularse con gran celo para que sólo pueda ser utilizada en situaciones de extrema necesidad y evitar así que las compañías de los sectores considerados críticos por el Ejecutivo comunitario se vean penalizadas.