Un mecanismo de intervención en tres fases
La propuesta que la Comisión Europea puso ayer sobre la mesa para encarar de forma rápida, coordinada y quirúrgica problemas de suministro en el futuro contempla la gestión de posibles crisis en tres fases: contingencia, vigilancia y emergencia. En la primera, el nuevo Instrumento de Emergencia del Mercado Único creará una red de comunicación entre Bruselas y los Estados miembros para coordinar el desarrollo de los planes preventivos, que podrían incluir protocolos de crisis, así como formación y simulacros para los funcionarios de los Estados o el establecimiento de un sistema de alerta temprana frente a posibles perturbaciones en el mercado. En la segunda, una vez detectada una amenaza, los países del bloque y la Comisión activarán la vigilancia y seguimiento “de las cadenas de suministro de los bienes y servicios considerados de importancia estratégica, así como en la constitución de reservas estratégicas en estos ámbitos”. Será entonces cuando la Comisión determine qué tipo de bienes pueden requerir la constitución de reservas. Y en la tercera fase; es decir, una vez se haya declarado un escenario de emergencia, Bruselas podrá preservar la libre circulación de bienes en el mercado único “mediante una lista de restricciones prohibidas y, de manera más general, mediante un control reforzado y rápido de las restricciones unilaterales”. Esto es, vetará que los países miembros puedan restringir determinados bienes y servicios, como ocurrió durante el Covid, “a menos que sea como medida de último recurso justificada”. En ese caso, tendrán la obligación de notificarlo “lo antes posible”.