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Italia y los peligros de la era pos-Draghi
Los italianos deciden este domingo quién sucederá a Mario Draghi como primer ministro y deberán poner en marcha tanto las reformas pendientes para garantizar la llegada de las ayudas europeas (209.000 millones de euros hasta 2027) como nuevas medidas para hacer frente a la crisis inflacionista. Las encuestas apuntan a una victoria holgada de la coalición de derecha, con los radicales de Hermanos de Italia como los más votados, lo cual situaría a su líder, Giorgia Meloni, al frente del nuevo gobierno, en el que la Liga de Matteo Salvini tendría gran peso y la conservadora Forza Italia de Silvio Berlusconi sería socio minoritario. Los analistas dudan de la determinación de los tres partidos, de marcado carácter populista y que discrepan sobre la política presupuestaria a seguir los próximos años, para adoptar decisiones que impongan más sacrificios a los italianos. En campaña, Meloni ha defendido la ortodoxia fiscal, mientras Salvini ha reclamado un fuerte aumento del gasto público para auxiliar a las empresas en dificultades y ha criticado el coste de las sanciones a Rusia para la economía de Italia, que arrastra una deuda pública del 159% del PIB y podría entrar en recesión a final de año. Con una prima de riesgo que se ha duplicado en 12 meses, el país depende más que nunca del apoyo del BCE, condicionado a las reformas pactadas por
Draghi con Bruselas, que la líder de Hermanos de Italia desea renegociar para aliviar los compromisos asumidos. Por otro lado, las denuncias de que Rusia financió durante años a partidos como la Liga alimentan el miedo a que el futuro ejecutivo transalpino cambie la férrea posición mantenida por Draghi frente a Putin pese a la oposición tanto de la Liga como del Movimiento 5 Estrellas, las dos principales formaciones que sostenían su gabinete tecnocrático. Meloni, cuya formación fue la única que no dio su apoyo al expresidente del BCE cuando fue nombrado por el presidente de la República, Sergio Mattarella, ha prometido continuidad en la política exterior para calmar a la UE y a Estados Unidos ante las recientes amenazas nucleares del Kremlin. Pero los partidos de su coalición son afines al húngaro Viktor Orbán, quien ha pedido suspender las sanciones a Rusia, y además cuestionan la prevalencia de la legislación europea sobre la nacional. Un vuelco estratégico de Italia, uno de los países fundadores de la UE, en ambos asuntos hacia posiciones iliberales podría crear un terremoto en Bruselas.
Un vuelco del país transalpino hacia posiciones iliberales crearía un terremoto en Bruselas