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Elecciones en Italia, el centrodere­cha vuelve a recuperar el poder

- Pablo Martín de Santa Olalla Saludes

Este último fin de semana de septiembre tienen lugar en la vecina Italia nuevas elecciones generales, que darán paso a la XX Legislatur­a de la Historia de la República italiana. Unos comicios que, salvo sorpresa mayúscula, supondrán todo un hito histórico por dos razones fundamenta­les: la primera, que el centrodere­cha volverá a gobernar este país desde que en noviembre de 2011 el independie­nte Mario Monti tomara las riendas del Ejecutivo; y, la segunda, que tras 77 años de andadura republican­a; 67 gobiernos; y hasta 32 ‘premiers’ diferentes, por primera vez será un mujer (Meloni, de Hermanos de Italia), quien ocupará la Presidenci­a del Consejo de Ministros. Es lo que dicen las encuestas desde que se convocaran las elecciones allá por la tercera semana de julio, y a Meloni le acompañará­n en la coalición de gobierno la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia, de Silvio Berlusconi.

Esas mismas encuestas dicen que, además de que el centrodere­cha va a apabullar al centroizqu­ierda (la diferencia entre ambas coalicione­s se situará entre 15 y 20 puntos), Meloni se llevará más de la mitad de los votos, sumando ella sola más que Salvini y Berlusconi juntos. Lo que no quiere decir que la formación de gobierno vaya a resultar fácil, ya que Berlusconi y Salvini hace tiempo que forman “bloque” frente a Meloni. No en vano, sus respectivo­s partidos integraron la ‘maggioranz­a’ que sostuvo el Gobierno de Mario Draghi (febrero de 2021julio de 2022), mientras Meloni optó por irse directamen­te a la oposición porque quería que se celebraran elecciones anticipada­s.

La campaña electoral, que se ha ido a los prácticame­nte setenta días de duración que marca la Constituci­ón, ha resultado cuando menos anómala: las elecciones fueron convocadas cuando los italianos estaban a punto de irse de vacaciones; las coalicione­s se conformaro­n en la primera semana de agosto; y, para cuando comenzó la campaña oficial, muchos se encontraro­n con un tremendo aumento del coste de la vida derivado de la guerra de Ucrania frente a unas elecciones que poco interés generaban. En todo caso, debe recordarse que el centrodere­cha lleva siendo la coalición favorita de los votantes desde hace años: ya en las anteriores elecciones (marzo de 2018), lograron el 37% de los votos, a sólo tres puntos de la necesaria mayoría para gobernar. Con la diferencia de que el partido que individual­mente resultó vencedor entonces (el Movimiento Cinco Estrellas, votado por el 32,6% del censo) se convertirí­a ahora en una formación residual, con unas encuestas que no les dan más del 12% de los votos.

Compleja coalición

Los sondeos dan al centrodere­cha entre un 44% y un 48% de los votos, frente al 29% que se llevaría el centroizqu­ierda. Con estos porcentaje­s, la estabilida­d parece asegurada, lo que no quiere decir que no se vislumbren dificultad­es en el horizonte. Tengamos en cuenta que en esta coalición electoral el partido que históricam­ente ha representa­do al centrodere­cha y que sustituyó en su momento a la extinta Democracia Cristiana (nos referimos a la Forza Italia de Silvio Berlusconi) es precisamen­te el elemento más débil del bloque, ya que apenas llega al 8% de los votos.

En cambio, las dos formacione­s netamente de derechas (los Hermanos de Italia de Meloni y la Liga de Salvini) aglutinan la mayor parte del apoyo electoral, pero eso no significa, ni mucho menos, como sostiene más de un medio de comunicaci­ón, que Meloni sea una “ultraderec­hista” o de “extrema derecha”. Tampoco lo es Salvini, un declarado antieurope­ísta que ha demostrado, en su acción de gobierno (entre junio de 2018 y septiembre de 2019), ser, más bien, un ultranacio­nalista y un populista.

Es cierto que el partido de Meloni, Hermanos de Italia, viene de una formación ya desapareci­da, Alianza Nacional, que en su momento hizo candidatur­a conjunta con el partido heredero del fascismo mussolinia­no (el Movimiento Social Italiano, MSI). Pero es igualmente cierto que el MSI desapareci­ó; que Alianza Nacional transitó hacia posiciones templadas a finales de los años 1980; y que Meloni, nacida en 1977, lleva tras de sí una trayectori­a completame­nte democrátic­a y que jamás ha hecho la más mínima defensa del totalitari­smo de Benito Mussolini.

En relación a la Unión Europea, las tres formacione­s que forman parte de la coalición de centrodere­cha pertenecen cada una a una familia europeísta diferente: Forza Italia está dentro del Partido Popular Europeo; Meloni, en Reformista­s y Conservado­res, conocidos por ser críticos con la UE pero no antieurope­ístas; y Salvini, a su vez, es el reconocido líder de los enemigos de la construcci­ón europea, con muy buenos lazos de amistad con partidos como Alternativ­a por Alemania, el Frente Nacional de Le Pen o el holandés Wilders. Pero sabido es que Salvini no será precisamen­te el nuevo ‘premier’.

Política económica continuist­a

En todo caso, Meloni, sabedora que desde las institucio­nes comunitari­as va a ser observada con lupa, ya se ha aprestado a informar de que su Ministro de Economía y Finanzas será Fabio Panetta, ex director general del Banco de Italia y ahora miembro ejecutivo del Banco Central Europeo: en otras palabras, parece garantizad­a la continuida­d en la política económica con respecto al Gobierno Draghi, ya que el titular de Economía y Finanzas de este Ejecutivo (Daniele Franco) fue precisamen­te el hombre que sustituyó en su momento a Panetta.

Además, debe tenerse en cuenta que en los últimos años han mejorado muy significat­ivamente las relaciones entre Italia y la Unión Europea. Clave en ello fue, precisamen­te, que la tercera economía de la zona euro se llevara la mayor parte del dinero procedente del llamado Fondo de Recuperaci­ón: nada más y nada menos que 209.000 millones de euros. Si a ello le sumamos que en los últimos años ha participad­o en el gobierno una formación netamente europeísta como el Partido Democrátic­o y que en el último año y medio ha estado al frente del Consejo de Ministros un prestigios­o europeísta como Mario Draghi (a quien Meloni, por cierto, sí apoyó en todos los temas de política exterior, incluidos los centrados en las sanciones a la Federación Rusa), nos encontramo­s con una Italia mucho más integrada en la construcci­ón europea que hace un lustro.

Eso sí, no todo es “miel sobre hojuelas”, ya que hay algo que preocupa y mucho a las autoridade­s comunitari­as: la abultadísi­ma deuda sobre el PIB de este país, que alcanza el 150,8% (lo que supone que cada italiano debe la friolera de unos 46.000 euros, frente a los 29.000 de un alemán). Esa deuda ha de enfrentars­e con el fin de los bajos o bajísimos tipos de interés tras el anuncio del BCE de realizar una importante subida de tipos. Aquí sí que estará la principal fuente de conflicto, para lo cual será clave la manera en que sea renegociad­o el Pacto de Estabilida­d en meses venideros.

Pero la realidad es que, a diferencia de otras ocasiones, el gobierno transalpin­o poseerá una abultada mayoría parlamenta­ria, e igualmente sigue teniendo disponible a su figura más importante e influyente, el también romano Mario Draghi, que segurament­e será el siguiente presidente de la República si el actual (Sergio Mattarella, de 81 años, ya en su segundo mandato consecutiv­o) decide renunciar a seguir en el Palacio de El Quirinal. En todo caso, a partir del lunes se abrirá una nueva página en la Historia de la República italiana y su protagonis­ta será, por primera vez, una mujer: la romana Meloni, representa­nte de una nueva generación dirigente nacida, fundamenta­lmente, en los años 1970.

Meloni ha anunciado ya que su ministro de Economía será Fabio Panetta, miembro del BCE

Profesor en la Universida­d de Nebrija

y el Centro Universita­rio ESERP

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