La triste realidad: continúa la destrucción de empleo
El Gobierno se aferra al dato desestacionalizado de la afiliación a la Seguridad Social para ocultar la triste realidad, que no es otra que en agosto, desgraciadamente, se ha vuelto a destruir empleo, haciéndolo, además, con fuerza. De hecho, recientemente Eurostat enmendó los datos desestacionalizados por José Luis Escrivá en el segundo trimestre, ya que con las estimaciones del ministro aumentaba el número de afiliados al desestacionalizar, mientras que para Eurostat su desestacionalización indicaba la pérdida de puestos de trabajo en ese mismo período en el mercado laboral español. En julio, una parecida divergencia volvía a darse entre las cifras desestacionalizadas ofrecidas por el ministerio y las estimadas por otras instituciones. Así, mientras aumentaban los afiliados desestacionalizados para el Ministerio, bajaban para BBVA Research.
En cualquier caso, los hechos incontestables son que los afiliados medios caen en julio de manera muy importante, en 189.963 trabajadores, y que el paro registrado aumenta en 40.428 personas. Eso nos lleva a que la actividad cae en casi 150.000 personas, mostrando el desánimo en la búsqueda de empleo, porque piensan que ya no lo van a encontrar.
No obstante, parte de ello puede que se deba a las características de contabilización de los fijos discontinuos al no tener actividad, momento en el que no computan como parados ni tampoco como afiliados, porque es curioso observar cómo los Demandantes de Empleo No Ocupados (DENO) han aumentado en 33.363 personas en agosto y pueden proceder de antiguos temporales que han terminado su actividad pero que como ahora, por efecto de la ley, son fijos discontinuos, no computan como parados. En julio ya se produjo otro aumento de los DENO en más de 14.000 personas.
La destrucción de empleo en el mes de agosto muestra la intensidad del deterioro del mercado laboral, sobre todo después del hecho insólito de que se destruyera empleo en julio. Es el quinto peor dato de toda la serie en un mes de agosto, y eso no hay desestacionalización que lo evite. La cruda realidad es que, desgraciadamente, se destruye empleo y constituye uno de los peores meses de agosto de la serie de afiliación. Y dentro de esa disminución del número de afiliados se encuentran los autónomos, cuyo número se reduce en 13.509 personas.
Por otra parte, el dato de paro es también el quinto peor registrado de un mes de agosto desde 2011, lo que confirma el empeoramiento del mercado laboral, al que se añade la caída del número de contratos. Sólo el artificio legal de transformar los temporales en fijos-discontinuos hace que suban los indefinidos.
El grave problema y mayor drama con el que podemos encontrarnos es que, tras los datos propios del verano, vendrá el otoño, con todos los problemas que está enquistando el Gobierno, que no hace nada por remediar la asfixia por la inflación de las familias, al negarse a deflactar el IRPF, y que sólo a rastras ha bajado, tarde, el IVA de la luz, primero, y ahora el del gas.
El impuesto de la inflación
En este contexto, los ciudadanos, especialmente los de rentas más débiles, que son los que tienen una mayor propensión marginal a consumir, ya no pueden llegar a fin de mes porque el impuesto que supone la inflación los arruina y el poco ahorro que hubiesen podido generar durante los meses de restricciones de la pandemia se ha diluido con la subida de precios. En cuanto a las empresas, sufren con el incremento de costes energéticos, que o les lleva a parar la producción, o a asumirlos con asfixia, o a subir los precios. Mientras ciudadanos y empresas sufren, el Gobierno aumenta la recaudación a costa de su sufrimiento, en lugar de bajar impuestos claramente y a tiempo para aliviarlos.
Estos problemas que el Gobierno está intensificando con su equivocada política económica van a estallar en el otoño, a los que habrá que sumar la subida de las cuotas hipotecarias (el euríbor se ha disparado al 1,25% en agosto), además de la inseguridad jurídica que genera Moncloa con su intervencionismo en empresas e instituciones, que merma la Marca España y ahuyenta inversiones, actividad y puestos de trabajo, mientras el Gobierno sólo ofrece parches y ocurrencias. No se puede seguir con esta política económica, ayuna de criterio racional, con bandazos y parches constantes, porque puede hacer que la situación empeore mucho más y que no estemos en condiciones de combatir la contracción económica que se cierne sobre la actividad y el empleo. Es imprescindible otra política económica, que reduzca el gasto y permita reducir impuestos; volver a la senda de estabilidad para comenzar a reducir la deuda y dinamizar la economía, dotándola, además de certidumbre y seguridad.
La caída del empleo en agosto muestra la intensidad del deterioro del mercado laboral