De poetas griegas al ‘twist’ de los sesenta
Sacerdotista, regente de una escuela de jóvenes poetas, suicida por un hombre, décima musa... Los estereotipos que han marcado la figura de Safo, la poeta griega de la época arcaica, han eclipsado su obra, de la que se sabe muy poco. Destapar a Safo como un genio y no como una musa es la principal misión de la obra homónima –en los Teatros del Canal hasta el 9 de octubre–, en la que Marta Pazos (Pontevedra, 1976) ejerce como codramaturga y directora de escena: “El objetivo es poner en valor no solo la presencia de su legado, sino también la ausencia, ya que apenas nos han llegado fragmentos de sus poemas y canciones”.
También estrenará Alexina B en el Gran Teatro del Liceu de Barcelona el año que viene, pero antes tiene el estreno de su obra Twist –que dirigirá en el Teatro Circo Price de Madrid del 14 de octubre al 6 de noviembre–, un homenaje a los matinales de rock que se celebraban hace 60 años en ese mismo espacio. “Quiero encender el escenario y que el público acabe bailando el twist en las calles de Madrid”, asegura la autora, pero ¿nos divertimos igual que hace sesenta años? “Lo que nos divierte puede no tener la misma forma, pero, en esencia, sí es lo mismo. Se trata de encender la llama”.
La llama de la curiosidad ha llevado a Pazos a ser directora de escena de teatro y de ópera, dramaturga, artista visual, intérprete... y se niega a elegir. “Al principio de mi carrera me atormentaba mucho, porque quería pertenecer a alguna de esas casillas y no pensaba que pudiera existir el desencasillamiento. Sin embargo, he abrazado un pensamiento periférico y excéntrico, que es mucho más abierto: se trata de empujar los límites”.
También trata de derribar barreras a través del impacto visual que respiran sus obras. ¿Le cuesta al espectador cada vez más mantener la atención? “Tener al alcance de tu mano tanta información sobre las obras que vas a ver, te coloca ya en un sitio diferente. Y está también el agotamiento visual que tenemos: hoy día, todo tiene que generar impacto y de una forma inmediata; hay una tiranía de lo visual”. Además, esto se produce en un prisma con un problema de raíz, según Pazos: “Vivimos en un país en el que la cultura no forma parte de los planes capitales; y esto no sucede fuera. Al trabajar en otros países, notas una diferencia muy grande, allí la cultura no es el hermano pequeño. Sí es cierto que, con la pandemia, hemos resignificado el arte y la figura del artista, la hemos recolocado donde tiene que estar. Esto es una semilla que habría que proteger”.
Y que no caiga el telón, porque, para la artista, las obras “no acaban hasta que el espectador ya no tiene recuerdo de ella”.