El océano, una inmersión de futuro
Un mercado turístico del que aún queda un 95% por descubrir y con gran potencial para España.
En 1870, el Nautilus, a las órdenes del Capitán Nemo y con el profesor y biólogo Pierre Aronnax prisionero a bordo junto a su criado Conseil y el arponero canadiense Ned Land, acercó a la humanidad numerosos paisajes submarinos y especies subacuáticas desconocidas. Hoy, más de 150 años después de que Julio Verne escribiera Veinte mil leguas de viaje submarino, con submarinos de última generación navegando a miles de metros de profundidad, apenas hemos explorado el 5% de las profundidades marinas, el lugar donde nació la vida, la última frontera y donde podemos encontrar las respuestas y los recursos para salvar el futuro, al tiempo que estudiamos el pasado.
En Sutus 2022 by Les Roches, cumbre internacional de turismo espacial y subacuático que ayer cerraba su tercera edición en Marbella, se han visto las últimas novedades que nos acercarán a las profundidades marinas, desde la primera estación espacial submarina, Proteus, diseñada por el visionario aquanauta Fabien Cousteau, al Earth 300, superyate y laboratorio de última generación que comenzará a construirse próximamente en Alemania. Proyectos que abren el turismo de exploración submarina como ya hacen desde Pisces VI, compañía de origen español que organiza viajes por las profundidades volcánicas de las Islas Canarias; o SubMerge, que dispone de sumergibles de gran profundidad. Pero este viaje no es sólo un viaje al futuro como el que imaginó Verne, es también un viaje al pasado y a la historia, como el parque arqueológico de Baia, frente al golfo de Nápoles, en el que se puede bucear entre pórticos, carreteras, murales, villas y mármoles grecorromanos.
Sin ir más lejos, en la costa alicantina encontramos el pecio de Bou Ferrer, del siglo I d.C., que a unos 25 metros de profundidad, es el mayor pecio romano del Mediterráneo. Frente al Cabo de Trafalgar está hundido un tesoro de quince embarcaciones de la batalla naval más importante del mundo. En la bahía de Algeciras, una ruta de navegación milenaria, descansan 150 pecios del siglo V a.C a barcos de vapor y metal de finales del siglo XIX, que están siendo estudiados dentro del proyecto Herakles o Hércules de la Universidad de Cádiz, que diseña un parque arqueológico subacuático que podría abrirse al turismo próximamente. “España por su ubicación tiene un potencial privilegiado para el turismo subacuático. Tenemos un patrimonio cultural hundido valiosísimo. Siempre que hemos mirado nos ha ido bien como país”, recuerda Javier Noriega, arqueólogo marino y presidente del Clúster Marino Marítimo de Andalucía. “Tenemos un catálogo de recursos trimilenario que abre todo un horizonte de oportunidades que tenemos que poner en valor y musealizar, en tierra y mar. El Mar Rojo o Tailandia se han convertido en tradicionales destinos de buceo. Pero aquí también podemos crear prosperidad y empleo”.