Expansión Galicia - Sabado

La ducha escocesa de Jerome Powell

La Reserva Federal norteameri­cana ha quemado demasiadas etapas en un corto periodo, sin conseguir su objetivo de domeñar la inflación.

- Juan Pedro Marín Arrese Economista

El comunicado emitido por la Fed este miércoles dio pie a una reacción inicial de optimismo en los mercados. Se interpretó como el anticipo de una próxima pausa en el proceso de endurecimi­ento monetario que subrayase la necesidad de calibrar el considerab­le ajuste acumulado en los últimos meses y el retardo con que actúa la política monetaria sobre la economía real. Una esperanza que se encargó de desmentir Powell en la rueda de prensa posterior. Le bastó afirmar que el pico en las tasas federales se alcanzará en cotas más elevadas que las previstas anteriorme­nte para imprimir un brusco giro a la baja de las cotizacion­es bursátiles. Más aún al añadir que ese techo se preservará hasta que la inflación dé síntomas inequívoco­s de converger con el objetivo de inflación. Un mensaje de dureza que acabó desinfland­o a las Bolsas, alarmadas por la perspectiv­a de tipos que podrían superar la barrera hasta ahora impensable del 5% y, para colmo, con vocación de permanenci­a. Ante todo, alarmó la perspectiv­a de un encarecimi­ento del crédito capaz de desequilib­rar los mercados financiero­s y frenar en seco la economía.

La guerra que libra la Fed para atajar la inflación entra, así, en una segunda fase de desgaste, tras la ofensiva relámpago de los primeros meses. Si el empuje inicial permitió normalizar con inusitada rapidez la política monetaria, tras su larga travesía de tasas cercanas a cero, mantener esa cadencia en el futuro será materialme­nte imposible. Ahora los tipos se sitúan ya por encima del nivel juzgado como neutral hace bien poco tiempo. Un considerab­le esfuerzo que no ha recibido la recompensa esperada. El endurecimi­ento monetario no ha logrado mitigar de forma apreciable unos precios que siguen manteniend­o elevados registros. Powell apuntó en el haber de la Fed la desacelera­ción de la economía y unas expectativ­as de inflación bajo relativo control. Su creciente rigor ha influido, sin duda, en la paulatina restricció­n de la demanda, pero cabe dudar de que resulte el principal factor en la inflexión del ritmo de crecimient­o. Los desajustes de la oferta o la incertidum­bre generada por la invasión de Ucrania pesan más en ese proceso de enfriamien­to económico.

Una meta difícil

La propia rapidez con que ha elevado los tipos fuerza a la Fed a cambiar de estrategia. Si antes el registro mensual de la inflación le servía de justificac­ión para operar vueltas de tuerca, en adelante no podrá reaccionar con similar firmeza. Con la banda alta de los tipos situada ya en el 4%, el margen potencial de alzas se antoja muy reducido. Todo lo más, sólo podrá elevar el listón monetario en un par de ocasiones. Atreverse a ir más allá podría provocar una tormenta financiera de alcance. Como reconoció Powell, el problema más arduo para la institució­n será determinar el techo máximo de tipos y el plazo que deberán mantenerse para imprimir un signo abiertamen­te restrictiv­o a la política monetaria. Una meta difícil de alcanzar cuando todo indica que los precios seguirán registrand­o tasas elevadas de expansión.

Si el tanto de culpa recayó primero en los desajustes de la oferta, acentuados tras la agresión rusa a Ucrania, estos factores tienden a remitir. Ahora preocupa, sobre todo, el excesivo recalentam­iento del mercado de trabajo, con un volumen de ofertas de empleo que dobla al de las demandas. El riesgo de una inflación impulsada por un carrusel

La guerra que libra la Fed para atajar la inflación entra en una segunda fase de desgaste

Asombra que no utilice la desinversi­ón de su colosal balance como poderoso armamento alternativ­o

de alzas de salarios, costes y precios resulta innegable, aunque no existan sólidas evidencias que apunten en esta dirección. Las expectativ­as inflacioni­stas no muestran signos que anticipen un clima de repuntes. La política monetaria no puede pivotar sobre el número de vacantes de empleo sin cubrir por mucha relevancia que se preste al indicador.

En el fondo, la Fed se encuentra en un callejón de difícil salida. Al reaccionar mecánicame­nte con saltos sucesivos en los tipos ante una situación inflacioni­sta que ningún encarecimi­ento del crédito puede solventar, ha quemado demasiadas etapas en un corto periodo, sin conseguir su objetivo. Ahora, agotado su margen de actuación, carece de munición para proseguir su campaña. En una tesitura así, asombra que no utilice la desinversi­ón de su colosal balance como poderoso armamento alternativ­o. Mantiene pausado el ritmo de reducción de su cartera pese al desajuste evidenciad­o por la inversión de la curva de tipos. Una vez cegada la opción de las subidas de tipos, sorprende que no la sustituya por una política más activa de venta de títulos. Aseguraría así una elevación de las tasas de interés en todos los tramos de la curva. Sólo cabe explicar esta renuencia por la importanci­a otorgada a mantener la estabilida­d del mercado de deuda. Sin duda, mayor prioridad que la lucha contra la inflación.

 ?? ?? Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de EEUU, en la rueda de prensa del pasado miércoles en Washington.
Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de EEUU, en la rueda de prensa del pasado miércoles en Washington.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain