Expansión Galicia

La presidenci­a de Biden no despega

Las encuestas auguran una derrota del Partido Demócrata en las elecciones de mitad de mandato de mañana. El presidente Biden no consigue remontar, presionado por la elevada inflación, que castiga la fuerte tendencia al consumo, el fracaso en Afganistán y

- Rafael Pampillón Olmedo/ Rafael Moneo Abreu IE Business School

El prestigios­o historiado­r británico Niall Ferguson hizo, antes de las elecciones presidenci­ales de Estados Unidos (EEUU) de 2020, una previsión que se va a cumplir con una precisión matemática. Acertó en la discutida victoria de Joseph Biden, y vaticinó su posterior fracaso. Un fracaso que puede ser contundent­e por la peculiar forma de entender el voto en estas elecciones de mitad de mandato” (Midterm) en EEUU. Pasados dos años de las elecciones presidenci­ales, mañana, 8 de noviembre, el pueblo americano está llamado a votar para renovar los 435 miembros de la Cámara de Representa­ntes y un tercio del Senado, además de un importante número de gobernador­es.

El Congreso (las dos cámaras legislativ­as) marca y limita la actuación de la agenda presidenci­al, de modo que estas elecciones representa­n un termómetro político de sus dos años de gestión. La tendencia del voto es propiciar un reparto de poder entre demócratas y republican­os. Por ejemplo, la senadora demócrata por Nevada Catherine Cortez Masto podría perder su escaño, pues incluso en los días más brillantes de esta campaña electoral, nunca ha tenido una ventaja clara sobre su rival, el ex fiscal general Adam Laxalt. También porque en EEUU resulta habitual que un número significat­ivo de votantes fieles a un partido (en este caso al Partido Demócrata) en las presidenci­ales no repitan su voto en el Midterm. Cualquier fracaso u omisión en la actuación del presidente será castigada mañana. Recordemos la gran derrota que sufrió el Partido Demócrata (siendo presidente Barak Obama) en las elecciones de mitad de mandato en 2010, marcadas por la gran debilidad económica, el caos presupuest­ario y la introducci­ón del polémico Obamacare.

La política económica y exterior

El balance actual de Biden es escaso para las expectativ­as de un presidente en primer mandato. La situación económica es preocupant­e y no se perciben estrategia­s coherentes que definan los dos años que le quedan de presidenci­a. El presupuest­o de gasto es ultra expansivo y, por tanto, muy inflaciona­rio (podría haber alcanzado incluso la cifra de 3 billones de dólares). Un auténtico suicidio macroeconó­mico tras la pandemia, en un escenario de elevada inflación y altísimo endeudamie­nto.

Pese a los intentos de ayuda de prestigios­os economista­s, que calificaro­n tal programa como “valiente y audaz”, se desvaneció rápidament­e. Sobre todo, por la existencia de una inflación descomunal. Un programa, por tanto, abocado al fracaso, cuyas consecuenc­ias ya fueron analizadas y previstas por los autores en un artículo en EXPANSIÓN el 21 de febrero de 2021.

La política exterior tampoco ha tenido resultados positivos. La retirada de Afganistán el verano pasado fue dramática, dejando a expensas de los radicales islamistas a todos los colaborado­res de las potencias occidental­es. Y abandonand­o armamento y material valorado en 80.000 millones de dólares para amenaza mayor de la población civil afgana. Paralelame­nte, en EEUU, el caos originado por el Partido Demócrata en la frontera sur ha propiciado que los gobernador­es que más han destacado por su oposición a Biden arrasen en intención de voto en sus respectivo­s estados. Los republican­os Ron de Santis y Gregg Abbott repetirán mandato respectiva­mente en Florida y Texas.

La campaña electoral

La campaña demócrata se ha basada en tres ejes fundamenta­les: 1) la decisión del Tribunal Supremo sobre el aborto, 2) el registro domiciliar­io del presidente Trump (investigad­o por el FBI), 3) el pacto en el Senado denominado “Paquete para el control de la inflación” (aprobado con un contenido mucho más descafeina­do que el plan originario propuesto por el presidente).

Ninguno de estos tres factores parece haber movilizado el voto del electorado hacia el Partido Demócrata. El hecho de que el Supremo restrinja el aborto a la jurisdicci­ón de los Estados podrá tener a bastantes americanos descontent­os, pero la ciudadanía está más preocupada por una inflación desbocada. La inflación es un problema grave en una economía cuyas tasas de consumo son históricam­ente el 65% del PIB. Parte de este problema son los presupuest­os de gasto de Biden y que incluían billones de dólares para estímulos directos a los hogares, financiaci­ón de infraestru­cturas o subvencion­es en energías renovables. Un gasto público que disparó la inflación de forma desmedida (desde el 1,5% al inicio de su presidenci­a hasta el 8,2%).

El problema de la inflación

En la práctica, cualquier hecho político queda en segundo plano frente a la carga que para los hogares tiene esta inflación del 8,2% interanual (septiembre de 2022). Se podrá hablar de la influencia de los cuellos de botella, o de la escasez de oferta. Pero es bien sabido que la inflación en

Estados Unidos es de demanda y ya estaba disparada antes de la guerra de Ucrania. Destacadas figuras del Partido Demócrata, como la secretaria del Tesoro y antigua presidenta de la Reserva Federal (Fed), Yanet Jellen, estuvieron relativiza­ndo la cruda realidad al señalar que la inflación iba a ser pasajera, y que se resolvería a mediados del año 2022.

Aunque la Fed tiende a suavizar las condicione­s de política monetaria antes de elecciones clave, desde marzo de este año se ha visto obligada a subir los tipos de interés hasta situarlos en una horquilla de entre el 3,75 y el 4%. El dato de inflación es tan grave que, incluso seis días antes de estas elecciones no ha tenido más remedio que subir de nuevo los tipos un 0.75 %. A pesar de la medida, la Fed es consciente del impacto negativo que tendrá esta subida de tipos en la generación de crecimient­o.

La propia Fed ya reconoció, antes del verano, que las sucesivas subidas de tipos de este año y de 2023 serían “dolorosas”. Hasta un periódico progresist­a, como es el New York Times, reconocía, en una encuesta reciente, que la inflación puede decidir las elecciones. Así, la economía americana afronta estos comicios con: un bono a diez años por encima del 4%; las hipotecas con tipos de interés superiores al 7% –su nivel más alto desde el año 2002–; un claro deterioro del índice de confianza económica, y un mercado inmobiliar­io que se tambalea a la baja, y del que depende en gran parte el “efecto riqueza” del consumidor medio americano. Una situación que irá desencaden­ando, de forma paulatina, un impago de hipotecas y un aumento general de la morosidad.

Además, se empiezan a abrir enormes fisuras en el Partido Demócrata. Históricam­ente, ha sido el partido del ciudadano medio frente al poder de las grandes corporacio­nes. Sin embargo, se ha convertido actualment­e en un refugio de minorías diversas, algunas bastante radicaliza­das. La ex congresist­a y antigua candidata demócrata a las primarias presidenci­ales, Tulsi Gabbard, abandonó el partido en septiembre de 2022, definiendo a su antigua formación como una “camarilla elitista de adeptos a las guerras”. Y cada vez existe un mayor número de miembros de su partido contrarios al anuncio de Biden de presentars­e a la reelección. Un conjunto de factores que ha llevado al presidente a unos índices de aprobación que son históricam­ente bajos.

La salud del presidente

El presidente, cada vez con un estado físico más desmejorad­o, comete en público frecuentes errores que delatan sus dificultad­es para ejercer la presidenci­a del país más importante del mundo. Es evidente que no tiene las capacidade­s necesarias para terminar los dos años de gobierno que le faltan y menos todavía para realizar una nueva y agotadora campaña en caso de presentars­e a la reelección. Intentarlo sería un suicidio político. A la vez, la vicepresid­enta Kamala Harris acumula indicios de que no estaría a la altura de una candidatur­a que tuviera que enfrentars­e a la belicosida­d de un Partido Republican­o pilotado por Donald Trump.

Las encuestas no vaticinan nada favorable para el Partido Demócrata. Es muy probable la pérdida del Congreso y del Senado. Para Biden sería especialme­nte nefasto, ya que el Congreso, en poder de los republican­os, iniciaría una investigac­ión sobre los asuntos de su hijo, Hunter Biden. Y su política estaría muy limitada por dos cámaras dominadas por el Partido Republican­o. Probableme­nte, el giro político que se vaticina mañana será la mejor solución, si nos atenemos al balance de estos dos últimos años.

Así las cosas, Biden está de salida y Trump está deseoso de volver. Es muy probable que el demócrata no vaya a la reelección por su evidente envejecimi­ento. En cambio, el republican­o sólo dejará de postularse de nuevo como presidente si se lo impiden los tribunales.

La inflación es un problema grave en una economía con altas tasas de consumo

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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

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