El petróleo ya roza los 100 dólares y el gasóleo supera los 2 euros por litro
EL DIÉSEL, DISPARADO/ El recorte de producción de la OPEP, el alza del dólar, el corte de las importaciones rusas y el encarecimiento de los costes del refino han provocado que los precios del gasóleo se disparen.
parte del Comité Nacional del Transporte por Carretera (CNTC). Fue el CNTC el que negoció en marzo, en plena huelga de los transportistas autónomos y de pymes, algunas de las medidas que aún hoy continúan en vigor, como la bonificación de 20 céntimos por litro de carburante o ayudas directas para el sector.
Apoyada en estas ayudas al sector, la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, manifestó ayer que espera que este parón finalmente no se produzca. Apeló a la “responsabilidad” de un sector “que lo ha pasado y lo pasa mal”, una situación ante la cual el Gobierno “ha cumplido todos sus compromisos”. Con respecto a la ley aprobada en agosto, reconoció que queda camino por recorrer en cuanto a la inspección, pero “la aplicación de la normativa ha cambiado el escenario en el que prestaban sus servicios” y animó a los transportistas a “que denuncien cuando se están produciendo incumplimientos”.
La cuestión de no trabajar a pérdidas fue ayer otro punto de desencuentro entre las partes implicadas. Francisco Aranda, presidente de la principal patronal de la logística, UNO, la tildó de “completamente ilegal e imposible en una economía de libre mercado”. En su comunicado, CETM acusó a la Plataforma de realizar esta petición aun a sabiendas de que su principal petición es “inviable jurídicamente”. Por ello, calificó de “descaro que se intente engañar a los transportistas y que les hagan creer que la única solución es la de paralizar sus camiones, poniendo encima de la mesa mensajes populistas y argumentos engañosos, puesto que no se pueden establecer tarifas mínimas, tal y como ha recordado en numerosas ocasiones la Comisión Nacional de la Competencia”.
El momento elegido para esta nueva paralización del transporte también suscitó diversas críticas, como la del presidente de UNO. Aranda denunció que “es irresponsable convocar una movilización de estas características, pues pone en peligro la cadena de suministro en un momento estratégico del año para miles de empresas que se juegan ahora su cuenta de resultados”.
Tras la tregua del petróleo durante los últimos meses, cuando llegó a caer hasta los 84 dólares por barril como resultado de la ralentización económica global y las subidas de tipos generalizadas, el crudo ha vuelto a dispararse hasta rozar los 100 dólares, debido al fuerte recorte de producción de los grandes exportadores para compensar el descenso de la demanda. Y, aunque el mundo ya se enfrentó a una situación similar entre 2011 y 2014, cuando el precio del Brent, de referencia en Europa, se situó de forma continuada en el triple dígito, ahora la situación es muy diferente, porque ni la economía global está creciendo intensamente, como sucedía entonces, ni la política monetaria está apoyando este avance, ni el dólar estaba tan fuerte como en la actualidad, ni los cuellos de botella en los productos derivados estaban tensando enormemente los precios de los productos refinados. De hecho, para darse una idea de la magnitud de la crisis actual, basta decir que, aunque el petróleo todavía está por debajo de los niveles de hace una década, el gasóleo ya alcanza de media los 1,97 euros por litro (antes de la bonificación fiscal del Gobierno) aunque en un elevado número de estaciones de servicio supera los 2 euros, más de 60 céntimos por encima de lo que marcaba el surtidor hace diez años, esto es, un alza del 44%. Y, aunque la escalada de la gasolina ha sido algo menor, también es muy significativo que cueste hoy 1,76 euros por litro, 38 céntimos más que hace 10 años. ¿A qué se deben ambas subidas, tanto la del petróleo como el incremento adicional de los carburantes? En primer lugar, los precios del petróleo se han visto tensionados por la caída del suministro ruso y las sanciones occidentales a Moscú. Y, aunque la ralentización de la demanda mundial haya conseguido frenar esta subida, los problemas de la oferta han vuelto ha presionar los precios al alza. Hay que tener en cuenta que estas dificultades no consisten únicamente en el recorte de 2 millones de barriles diarios pactado en la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus socios (OPEP+), sino también en los problemas adicionales en países como Irán, Venezuela, Nigeria o Angola derivados de las malas políticas, el embargo en el caso iraní o incluso conflictos internos. Además, afecta la falta de inversiones en terceros países en los últimos años, derivada de los precios bajos y el sobrecoste de la financiación para este tipo de proyectos frente a las energías renovables. Y a eso hay que sumar otro factor que, junto con la pérdida de las importaciones rusas, afecta especialmente a Europa: la apreciación del dólar frente al euro, que ha provocado un incremento adicional del 14% de los productos nominados en dólares desde principios de año, como es el caso del crudo. Hay que añadir, además, otros dos factores que han provocado que el incremento de los precios refinados vaya bastante más allá que el del petróleo: los cuellos de botella provocados por la pandemia y Rusia. El primero ha encarecido los costes de los productos químicos y, con ello, del refino, mientras que el segundo es lo que ha dado la puntilla al diésel, dado que dos terceras partes del gasóleo que Europa importaba hasta ahora provenía de Rusia. Esto, junto con el mayor consumo de gasóleo asociado al transporte, que ha repuntado por el auge del comercio eletrónico impulsado por la pandemia, ha provocado que el diésel, que habitualmente cotizaba 12 céntimos por debajo de la gasolina, ahora se sitúe 21 céntimos por encima.
Las consecuencias de esta fuerte subida de precios son evidentes, especialmente para los profesionales ya que, aunque el gasóleo apenas constituye una quinta parte del consumo total de carburantes de automoción en España, supone la amplia mayoría de la demanda entre los taxis, camiones y autobuses, así como entre determinados profesionales donde se exijan muchos desplazamientos. Por ejemplo, un taxista que llene el depósito de diésel tres veces a la semana habrá pasado de gastar 870 euros al mes en combustible para pagar 1.142 euros, una cifra que se elevaría más de no existir la bonificación fiscal de 20 céntimos por litro. Por su parte, un camión con un consumo de 40 litros a los 100 km tendrá un sobrecoste de 150 euros para un trayecto entre Madrid y Barcelona. Algo que, a su vez, se traslada a los precios de los productos que transporta, agravando la inflación general. Y la situación tampoco es mejor para el resto de ciudadanos, ya que llenar el depósito ha pasado de tener un coste de 67,5 euros a principios de año a 88,5 euros en la actualidad en el caso del diésel, y 78 euros en el de la gasolina, lo que resta cerca de 1.000 millones de euros a la demanda interna.
La subida de precios hunde la demanda interna, refuerza la inflación y lima los ingresos de Hacienda