Liderazgo en tiempos de crisis
Hace unos días fallecía inesperadamente en Madrid César Nombela Cano, habitual colaborador de EXPANSIÓN durante años en asuntos de ciencia, educación, innovación e investigación.
César era licenciado en Farmacia y Química con premio extraordinario. Doctor en Farmacia, investigador posdoctoral con don Severo Ochoa en la Universidad de Nueva York y en el Instituto Roche de Biología Molecular y Catedrático de Microbiología. Entre otros cargos fue presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Rector de la Universidad Internacional Menendez Pelayo, Académico de la Real Academia de Farmacia y presidente y patrono de varias asociaciones y fundaciones, como la Fundación Carmen y
Severo Ochoa o también la Fundación Complutense.
No quiero centrarme en la carrera profesional de César, que como ustedes pueden leer ha sido extensa, felizmente vivida y bien aprovechada. Hoy quisiera destacar y ensalzar la figura del profesor, maestro y líder que César fue para todos nosotros.
Su origen se forja en Carriches, su querido pueblo toledano, donde aprendió de sus padres valores que nunca olvidaría. El amor por el trabajo, la familia, el respeto a los demás, la pasión por la ciencia y la fe en Dios, fueron los pilares de su vida.
Más tarde se fue a estudiar Madrid al Colegio Ramiro de Maeztu, donde sus directores espirituales, encabezados por el padre Eduardo Granda, forjaron en César las máximas ignacianas de “Trabaja como si el éxito dependiera de tu propio esfuerzo, pero confía como si todo dependiera de Dios” y “En todo amar y servir”.
Esta forma de ser y entender la vida permitió a César formarse con grandes maestros, poder trabajar con premios Nobel, optar a puestos de relevancia y, sobre todo, añadiría yo, conocer a su mujer Nohelly y formar una familia maravillosa con sus tres hijos,
Nohelly, César, Myriam y todos los que después ampliamos esta gran familia.
Impacto diario
Decía Chris Lowney, exjesuita, escritor y consultor de liderazgo que “el liderazgo invita a todos a evaluar su impacto diario, a rectificar el foco si es necesario y a declarar la marca de liderazgo que quieren dejar”. César, trabajador incansable aun sobrellevando su enfermedad, ejerció ese liderazgo a diario incorporando los principios esenciales tan faltos hoy en día en nuestro mundo, como son el conocimiento de sí mismo, el amor por el deber hacer, el respeto al prójimo y el heroísmo. El conocimiento de sí mismo predispone a pensar y vivir de un modo único. El amor comunica propósito y pasión. El heroísmo anima al hombre a poner alta la mira.
Hasta el final de sus días,
Cesar ejerció ese liderazgo en todos los ámbitos de su vida:
Con su mujer, sabiendo acompañar una larga enfermedad, con alegría y esperanza, siendo ejemplo para toda su familia. Con sus colaboradores y discípulos, exigiéndose y exigiéndoles lo mejor de todos ellos con propósito, foco, pasión y excelencia. Con sus amigos, siendo un apoyo constante, siempre atento a sus necesidades, dispuesto a escuchar, apoyar y servir.
En definitiva, César fue un líder que dejó huella y hoy nos deja a todos huérfanos. Un líder bueno, que respetó la vida por encima de todo y supo sacar lo mejor de ella con esfuerzo, humildad, amor y fe. Que sus valores, su ejemplo y su recuerdo estén siempre con nosotros. Descansa en paz, querido suegro.