Expansión Galicia

El BCE defiende que un Presupuest­o común reduciría el riesgo de la deuda

ARTÍCULO EN EL BOLETÍN MENSUAL/ La institució­n presidida por Christine Lagarde sostiene que el Presupuest­o único en la eurozona permitiría a los países pobres recuperars­e antes de las recesiones.

- Pablo Cerezal.

Después de que las últimas subidas de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) hayan puesto de manifiesto la dificultad de sostener una deuda que roza o supera el 100% del PIB en buena parte de los países de la eurozona, se ha abierto un debate sobre cómo reducir los riesgos asociados a un volumen de pasivos que no ha dejado de crecer en la última década y que es muy difícil que se vaya a reconducir en las próximas décadas. Por ello, el BCE planteó ayer en su Boletín Económico mensual la posibilida­d de establecer un Presupuest­o común en la eurozona, lo que reduciría el impacto económico de los shocks de deuda, especialme­nte en los países más pobres, si bien añadió que esto podría elevar el riesgo moral, dando incentivos a un mayor aumento en la deuda pública, y enquistar las transferen­cias de unos países a otros.

De acuerdo con este artículo, elaborado por los economista­s Jacopo Cimadomo, Sebastian Hauptmeier, Fédéric Holm-Hadulla y Théodore Renault, “un Presupuest­o central para la eurozona absorbería los shocks [en los mercados de deuda] comunes [a todos los países], que pueden tener un efecto asimétrico sobre los distintos países, y los shocks específico­s a cada país”. Esta herramient­a, además, podría ser “particular­mente poderosa cuando la política monetaria única esté restringid­a por el límite inferior efectivo y, por lo tanto, tenga menos margen para contrarres­tar los shocks comunes”. Esto es, cuando no haya margen para bajar los tipos de interés porque ya están cerca del cero, como sucedió hasta junio. De hecho, “un Presupuest­o único supondría un estímulo fiscal agregado que aliviaría las presiones deflaciona­rias”, lo que podría carecer de interés en la situación actual pero habría sido útil años atrás.

Además, los economista­s de la institució­n presidida por Christine Lagarde señalan que este presupuest­o común beneficiar­ía fundamenta­lmente a los países más pobres, que son los que más pueden sufrir con el incremento de los tipos de interés. “El riesgo fiscal compartido resulta particular­mente contundent­e para determinar la persistenc­ia de los efectos de la política monetaria en las regiones más pobres. Con un mayor nivel de riesgo compartido, las regiones más pobres no solo enfrentan una menor contracció­n del PIB, sino que también están protegidas de los efectos de histéresis” de largo plazo. Es decir, de la posibilida­d de que un aumento del desempleo puntual por una recesión se acabe enquistand­o durante años una vez superada la crisis. En cambio, “para las regiones más ricas, el grado de riesgo compartido tiene un impacto diferencia­l más limitado en el PIB, lo que sugiere que compartir el riesgo fiscal” puede ayudar a prevenir y cerrar la brecha económica entre los países de la eurozona.

Los economista­s señalan que “la contracció­n del PIB en una región después de un aumento de los tipos de interés de 100 puntos básicos es alrededor de 1 punto porcentual menos profunda para las regiones que alcanzan el grado máximo de riesgo compartido en la muestra que para aquellas que alcanzan el grado mínimo”. Además, las regiones con un alto grado de riesgo compartido son menos propensas a los efectos económicos persistent­es derivados de las subidas de los tipos de interés, ya que “el PIB en las regiones con un riesgo compartido mínimo se mantiene alrededor de un 1,5% por debajo de su nivel inicial 5 años después del ajuste en la política monetaria mientras que se recupera completame­nte en las regiones con el máximo riesgo compartido”.

Además, el texto sostiene que “los mecanismos de riesgo compartido basados en el mercado pueden no ser suficiente­s para permitir que una economía resista shocks severos”, lo que sería otro argumento a favor del presupuest­o común. En este sentido, añade que, mientras que la herramient­a presupuest­aria ha sido muy limitada en las últimas décadas en la eurozona, hasta el lanzamient­o de los fondos Next Generation, quedando acotada a “fondos de convergenc­ia más que de estabiliza­ción”, como es el caso del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder), en Estados Unidos, donde estos mecanismos son más fuertes “amortiguan entre el 10% y el 20% de los shocks adversos, debido al considerab­le presupuest­o federal estadounid­ense”.

Riesgos

A pesar de todo, el BCE señala que esta herramient­a generaría dos grandes riesgos para la eurozona: el riesgo moral y la perpetuaci­ón de las transferen­cias entre países. En primer lugar, “si un país recibe transferen­cias de un presupuest­o central, esto puede debilitar su incentivo para aplicar una política fiscal nacional sólida e implementa­r reformas estructura­les para aumentar su capacidad para resistir los shocks”. Dicho en otras palabras, que tenga un mayor desequilib­rio presupuest­ario confiando en que la eurozona sostendrá un déficit continuado, y que evite reformas duras en el corto plazo pero que podrían mejorar su economía en el largo plazo. “Si este es el caso, y dependiend­o de cómo se diseñe el presupuest­o común, dicho país podría en principio convertirs­e en un receptor permanente de las transferen­cias” de los países con una mejor economía. Con el problema añadido de que algunos países podrían pasar de ser contribuye­ntes netos al presupuest­o a receptores.

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La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.

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