El BCE defiende que un Presupuesto común reduciría el riesgo de la deuda
ARTÍCULO EN EL BOLETÍN MENSUAL/ La institución presidida por Christine Lagarde sostiene que el Presupuesto único en la eurozona permitiría a los países pobres recuperarse antes de las recesiones.
Después de que las últimas subidas de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) hayan puesto de manifiesto la dificultad de sostener una deuda que roza o supera el 100% del PIB en buena parte de los países de la eurozona, se ha abierto un debate sobre cómo reducir los riesgos asociados a un volumen de pasivos que no ha dejado de crecer en la última década y que es muy difícil que se vaya a reconducir en las próximas décadas. Por ello, el BCE planteó ayer en su Boletín Económico mensual la posibilidad de establecer un Presupuesto común en la eurozona, lo que reduciría el impacto económico de los shocks de deuda, especialmente en los países más pobres, si bien añadió que esto podría elevar el riesgo moral, dando incentivos a un mayor aumento en la deuda pública, y enquistar las transferencias de unos países a otros.
De acuerdo con este artículo, elaborado por los economistas Jacopo Cimadomo, Sebastian Hauptmeier, Fédéric Holm-Hadulla y Théodore Renault, “un Presupuesto central para la eurozona absorbería los shocks [en los mercados de deuda] comunes [a todos los países], que pueden tener un efecto asimétrico sobre los distintos países, y los shocks específicos a cada país”. Esta herramienta, además, podría ser “particularmente poderosa cuando la política monetaria única esté restringida por el límite inferior efectivo y, por lo tanto, tenga menos margen para contrarrestar los shocks comunes”. Esto es, cuando no haya margen para bajar los tipos de interés porque ya están cerca del cero, como sucedió hasta junio. De hecho, “un Presupuesto único supondría un estímulo fiscal agregado que aliviaría las presiones deflacionarias”, lo que podría carecer de interés en la situación actual pero habría sido útil años atrás.
Además, los economistas de la institución presidida por Christine Lagarde señalan que este presupuesto común beneficiaría fundamentalmente a los países más pobres, que son los que más pueden sufrir con el incremento de los tipos de interés. “El riesgo fiscal compartido resulta particularmente contundente para determinar la persistencia de los efectos de la política monetaria en las regiones más pobres. Con un mayor nivel de riesgo compartido, las regiones más pobres no solo enfrentan una menor contracción del PIB, sino que también están protegidas de los efectos de histéresis” de largo plazo. Es decir, de la posibilidad de que un aumento del desempleo puntual por una recesión se acabe enquistando durante años una vez superada la crisis. En cambio, “para las regiones más ricas, el grado de riesgo compartido tiene un impacto diferencial más limitado en el PIB, lo que sugiere que compartir el riesgo fiscal” puede ayudar a prevenir y cerrar la brecha económica entre los países de la eurozona.
Los economistas señalan que “la contracción del PIB en una región después de un aumento de los tipos de interés de 100 puntos básicos es alrededor de 1 punto porcentual menos profunda para las regiones que alcanzan el grado máximo de riesgo compartido en la muestra que para aquellas que alcanzan el grado mínimo”. Además, las regiones con un alto grado de riesgo compartido son menos propensas a los efectos económicos persistentes derivados de las subidas de los tipos de interés, ya que “el PIB en las regiones con un riesgo compartido mínimo se mantiene alrededor de un 1,5% por debajo de su nivel inicial 5 años después del ajuste en la política monetaria mientras que se recupera completamente en las regiones con el máximo riesgo compartido”.
Además, el texto sostiene que “los mecanismos de riesgo compartido basados en el mercado pueden no ser suficientes para permitir que una economía resista shocks severos”, lo que sería otro argumento a favor del presupuesto común. En este sentido, añade que, mientras que la herramienta presupuestaria ha sido muy limitada en las últimas décadas en la eurozona, hasta el lanzamiento de los fondos Next Generation, quedando acotada a “fondos de convergencia más que de estabilización”, como es el caso del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder), en Estados Unidos, donde estos mecanismos son más fuertes “amortiguan entre el 10% y el 20% de los shocks adversos, debido al considerable presupuesto federal estadounidense”.
Riesgos
A pesar de todo, el BCE señala que esta herramienta generaría dos grandes riesgos para la eurozona: el riesgo moral y la perpetuación de las transferencias entre países. En primer lugar, “si un país recibe transferencias de un presupuesto central, esto puede debilitar su incentivo para aplicar una política fiscal nacional sólida e implementar reformas estructurales para aumentar su capacidad para resistir los shocks”. Dicho en otras palabras, que tenga un mayor desequilibrio presupuestario confiando en que la eurozona sostendrá un déficit continuado, y que evite reformas duras en el corto plazo pero que podrían mejorar su economía en el largo plazo. “Si este es el caso, y dependiendo de cómo se diseñe el presupuesto común, dicho país podría en principio convertirse en un receptor permanente de las transferencias” de los países con una mejor economía. Con el problema añadido de que algunos países podrían pasar de ser contribuyentes netos al presupuesto a receptores.