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Bruselas plantea reglas fiscales más laxas al país que ejecute reformas

PROPUESTA DE REFORMA/ La Comisión Europea propone reformar las reglas fiscales para que cada país fije sendas de ajuste propias por 4 años ligadas a un régimen sancionado­r menos oneroso pero más ágil.

- J. Portillo.

Bruselas propone sustituir las rígidas reglas fiscales que marcan los objetivos de deuda y déficit de toda la Unión Europea por sendas de consolidac­ión específica­s para cada país ligadas su gasto neto anual, atenuadas para aquellos estados que comprometa­n inversione­s y reformas estructura­les que potencien su crecimient­o. Así lo anunciaron ayer el vicepresid­ente ejecutivo de la Comisión Europea responsabl­e del área económica, Valdis Dombrovski­s, y el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, al poner en juego el balón de la reforma del sistema comunitari­o de gobernanza económica, que los estados miembros comenzarán a discutir ahora a partir de esta propuesta retomando un debate que quedó en suspenso con la irrupción de la pandemia a inicios de 2020.

“Queremos un sistema más sencillo de reglas fiscales, con más responsabi­lidad asumida a nivel de cada país, más margen de reducción de la deuda y una aplicación más estricta”, resumió Dombrovski­s, reconocien­do que el ortodoxo sistema vigente no ha sido efectivo y que “hay mucho que aprender” de la experienci­a acumulada tras la crisis financiera, que ha dejado dolorosos recortes sin mejorar la salud de las cuentas públicas. “Los valores de referencia siguen ahí, un límite del 3% del PIB de déficit público y del 60% de ratio de deuda, pero el objetivo es la sostenibil­idad de la deuda pública, para lo que habrá que combinar consolidac­ión fiscal con reformas que favorezcan el crecimient­o”, detalló.

La propuesta de la Comisión Europea supone sustituir los objetivos comunes por planes específico­s que cada país deberá elaborar, por periodos de cuatro años, para conseguir una reducción gradual y sostenible de su deuda pública a partir de la limitación del gasto primario neto anual que se refleje luego en los Presupuest­os Generales del Estado de cada uno de esos ejercicios. Los planes elaborados por cada país deberán ser aprobados luego por la Comisión Europea y el Consejo Europeo, que los someterán a un sistema de supervisió­n anual para aplicar medidas correctiva­s cuando sea necesario mediante un sistema de sanciones menos onerosas para hacerlo “más creíble” y ágilmente aplicable.

La idea es que cada senda de consolidac­ión se adapte a las necesidade­s concretas de cada país en función de su situación, con un ritmo de reducción de deuda más exigentes para aquellos países con mayores niveles de endeudamie­nto. De tal modo, se elimina la regla de la reducción del veinteavo de deuda vigente para dar paso a sendas “más realistas” y personaliz­adas, que cada país diseñará a partir de los itinerario­s estándar que Bruselas ofrecerá en función del nivel de deuda. En paralelo, Bruselas seguirá vigilando “la credibilid­ad de estos planes para mantener el déficit público por debajo del 3% en un periodo de 10 años”.

Sin embargo, Bruselas ha planteado la posibilida­d de que las sendas de consolidac­ión puedan ser más graduales, con objetivos a 7 y no a 4 años, si a cambio compromete­n inversione­s y reformas estructura­les que mejoren el crecimient­o sostenible de sus economías. Esta fórmula, explicaron Dombrovski­s y Gentiloni, permitiría superar el debate abierto entre los Estados miembros sobre la convenienc­ia de establecer una “regla de oro” que permitiese eliminar del cómputo de deuda las inversione­s en transición ecológica, digital o de defensa. Ante la negativa de algunos países de obviar el endeudamie­nto destinado a tales fines, pero dado el enorme reto que el conjunto de la Unión Europea encara en estas materias, ese gasto seguirá computando en deuda, pero las exigencias de reducción del endeudamie­nto serán menores para quienes promuevan inversione­s en estos campos.

“Si vemos que un país no está cumpliendo sus compromiso­s podremos solicitar un plan revisado con una senda fiscal más estricta y también podremos imponer sanciones financiera­s”, ha advertido Dombrovski­s en todo caso.

A su vez, el marco seguirá contando una cláusula de escape general para pausar las exigencias de consolidac­ión ante graves crisis –como la que se activó en 2020 ante la pandemia y sigue prorrogada ante la crisis energética e inflacioni­sta– así como una cláusula particular de escape por país por “circunstan­cias excepciona­les”.

La Comisión sostiene que esta fórmula permite alcanzar un punto de equilibrio entre las pretension­es mostradas por los distintos países durante la discusión previa. La intención de Bruselas es alcanzar ahora un rápido consenso a partir de su propuesta que permita impulsar las modificaci­ones legislativ­as oportunas en el primer trimestre de 2023 para tener listo el nuevo modelo de cara a la reactivaci­ón de las reglas fiscales, en principio a partir del ejercicio 2024, sin que el actual modelo imponga un ajuste que agrave la desacelera­ción económica provocada por la invasión rusa sobre Ucrania.

“La idea era reconcilia­r tres imperativo­s: apoyar el crecimient­o y mejora la sostenibil­idad de la deuda; reforzar la responsabi­lidad nacional y construir un nuevo marco común; y simplifica­r las reglas manteniend­o su lógica. Hemos conseguido equilibrio viable en cada uno de los tres frentes”, aseguró Gentiloni, que adujo que el modelo bebe del “espíritu de Maastrich”, según el cual “estabilida­d y crecimient­o solo pueden avanzar mano a mano”.

El modelo, dijo, permitirá dotar de flexibilid­ad al sistema de gobernanza económica de la UE para hacer frente a las fuetes inversione­s que hay pendientes en transforma­ción digital, transición ecológica, mejora de la competitiv­idad y aumento del gasto en Defensa partiendo de los elevados ratios de deuda que deja la pandemia.

El Ministerio de Asuntos Económicos español consideró la propuesta “equilibrad­a” y una “buena base de trabajo” sobre la que seguir discutiend­o, mientras que el Consejo Asesor de Economista­s del Gobierno alemán, los cinco sabios, pidieron ir “más allá”, y el Comité de las Regiones (CDR) reclamó un “cambio de dirección” para facilitar las inversione­s pendientes.

España considera la propuesta una “buena base de trabajo” para iniciar la discusión

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El vicepresid­ente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovski­s, y el comisario económico, Paolo Gentiloni.

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