Expansión Galicia

Ni Trump arrasó ni Biden se hundió, pero puede haber dos años de bloqueo

Joe Biden debe ser consciente de que le esperan dos años durísimos hasta el final de su mandato. EEUU está más dividido que nunca y los congresist­as republican­os se van a enfrentar a la mayoría de sus políticas.

- Javier Ayuso

El lento escrutinio de las elecciones legislativ­as en Estados Unidos, el Midterm, apunta a que los republican­os recuperarí­an por muy poco la mayoría en la Cámara de Representa­ntes y los demócratas aguantaría­n el empate en el Senado. Todavía puede haber sorpresas e incluso se podrían repetir en diciembre algunos comicios. Pero la primera conclusión es que ni Donald Trump ha arrasado, ni Joe Biden se ha hundido en la mitad de su mandato. Aún así, el presidente va a sufrir mucho en los dos años que quedan como presidente, con la posibilida­d de un bloqueo generaliza­do a su gestión legislativ­a.

El anterior presidente, con su habitual estilo agresivo y faltón, llevaba semanas presumiend­o de un triunfo arrollador en las elecciones a las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos, que le llevarían en volandas hacia su vuelta a la Casa Blanca. De hecho, había anunciado que el martes 15 iba a hacer un anuncio importantí­simo, que no era otro que su candidatur­a presidenci­al para los comicios de 2024. Parece que, pese a no alcanzar la victoria deseada, Trump mantendrá su intención de volverse a presentar.

Se ha producido, sin embargo, la irrupción de nuevo candidato republican­o que podría hacer sombra al expresiden­te. Se trata de Ron DeSantis, que ha arrasado en las elecciones a gobernador de Florida y que cuenta con muchos apoyos a nivel nacional. Aunque no se espera que nadie mueva ficha antes del próximo martes, no hay que descartar que se decida a lanzarse a las primarias republican­as cuando llegue el momento.

Los resultados tardarán un tiempo en confirmars­e, pero nadie duda de que el Partido Republican­o se hará con más de 218 asientos en la Cámara de Representa­ntes, la mitad más uno de los 435 que la componen. Con ello, los conservado­res se harán con la presidenci­a de la cámara e iniciarán una ofensiva de bloqueo la mayoría de las iniciativa­s legislativ­as de la Casa Blanca, incluidos los presupuest­os y la política sobre inmigració­n.

El factor Ucrania

Además, es posible que también intenten dar la vuelta a las ayudas a la guerra de Ucrania. Durante la campaña, algunos candidatos destacados del partido rojo habían anunciado su oposición a las aportacion­es económicas para combatir la invasión de Rusia. El propio Trump se ha mostrado muy crítico con la política de Biden en este sentido. Tras el paquete de 40.000 millones de dólares aprobado en mayo, estaba prevista otra dotación similar, o incluso mayor, que debería aprobarse en los próximos meses; algo que se encontrará con problemas, sin duda alguna.

El candidato republican­o al Senado Blake Masters, había preguntado a su rival demócrata, Mark Kelly, la semana pasada, “puede encontrar 40.000 millones de dólares para proteger la frontera de Ucrania, pero no 10.000 millones para proteger nuestra frontera con México”. Está claro que los dirigentes del Partido Republican­o, con el expresiden­te a la cabeza, van a retirar el cheque en blanco que dio el Congreso a Biden y van a intensific­ar su política de dureza frente a la inmigració­n que entra por México a su país.

En cuanto al actual presidente, con una la campaña electoral muy activa y apoyada por Barack Obama, ha conseguido frenar la debacle que vaticinaba­n sus enemigos. Ha salvado los muebles y es posible que mantenga el empate en el Senado (ayer se habían adjudicado 48 senadores a cada uno, a falta de dirimirse cuatro asientos), que le garantiza las votaciones con el voto de calidad de la vicepresid­enta, Kamala Harris.

Sin embargo, Joe Biden debe ser consciente de que le esperan dos años durísimos hasta el final de su mandato. Estados Unidos está más dividido que nunca y los congresist­as republican­os, movilizado­s en la campaña por la vía de la polarizaci­ón, se van a enfrentar a la mayoría de sus políticas; desde las propuestas económicas, hasta los derechos humanos y la política exterior podrían sufrir una paralizaci­ón en los próximos meses.

La única esperanza para el presidente es que tanto los miembros de la Cámaras de Representa­ntes como los del Senado se deben a sus electores locales y en muchas ocasiones pesan más los intereses de los ciudadanos de su Estado que las consignas nacionales del partido. Los legislador­es demócratas tendrán que hilar muy fino en cada propuesta obtener los votos de cada congresist­a.

Existe también la posibilida­d de que Donald Trump acabe cumpliendo su amenaza de iniciar un procedimie­nto de impeachmen­t contra el presidente. Algo que tiene muy poco recorrido, pero que ayudaría a seguir embarrando el terreno político, como le gusta al líder republican­o. No hay que olvidar que un buen número de candidatos a estas elecciones siguen defendiend­o que hubo pucherazo en las presidenci­ales de 2020 y que el asalto al Congreso fue algo natural como forma de protesta por el “robo” que sufrieron en las urnas.

Horas bajas

De lo que no cabe duda es de que la democracia en Estados Unidos está en sus horas más bajas. La primera potencia mundial está partida en dos y el ala más radical del Partido Republican­do no ha dudado en saltarse la ley en su lucha por el poder. Tenía razón Biden cuando afirmaba la semana pasada que en estas elecciones estaba en juego la democracia en el país. Un triunfo arrollador de Trump, como el que predicaban sus seguidores y él mismo, hubiera supuesto un trampolín para su regreso a la Casa Blanca y un riesgo claro de involución. Todavía están recientes las políticas desarrolla­das durante su primer mandato y el florecimie­nto de un radicalism­o que no cesa.

Al final, la denominada marea roja no ha conseguido consolidar­se, aunque los trumpistas hayan recuperado mucho poder. Con su particular arrogancia, Trump declaraba que si sus candidatos ganaban era gracias a él, pero que si perdían no era por culpa suya. Ese es su estilo; una forma de hacer política que puso el mundo al borde de la catástrofe durante su mandato y que hoy todavía, dos años después de perder las elecciones, sigue sin reconocer la verdad de las urnas.

El próximo mes de enero se formarán las nuevas cámaras del Congreso de Estados Unidos y se iniciarán dos años de inestabili­dad e incertidum­bre, en unos momentos en los que se necesita el liderazgo de la primera potencia mundial frente a los ataques al orden mundial. Joe Biden no lo tiene fácil, pero no es la primera vez que un presidente gobierna en minoría en las cámaras.

DeSantis ha arrasado en las elecciones de Florida y cuenta con muchos apoyos a nivel nacional

De lo que no cabe duda es de que la democracia en Estados Unidos está en sus horas más bajas

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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

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