Carburante, costes salariales, deuda...
Detrás del incremento de los precios está el alza del combustible. Aunque las aerolíneas tienen elevadas coberturas, esta garantía de precios termina cuando expiran los contratos, de manera que, a la larga, todas las aerolíneas terminan sufriendo el alza del combustible, ya lo compren al contado o ejecutando las coberturas. Pero los factores que están detrás del encarecimiento de los billetes son más variados, según explica Pere Suau-Sánchez, profesor de transporte aéreo de la Universidad de Cranfield y de la UOC. Además del carburante, influye el significativo rebote de la demanda en contraste con los cuellos de botella –capacidad y mano de obra– vividos en la oferta (hándling, aeropuertos y las propias aerolíneas), que ha dificultado poner la oferta al nivel de la demanda en Europa. Desde el punto de vista de la oferta, las aerolíneas también deben dar respuesta a la petición de incrementos laborales tras dos años con sueldos recortados y, ahora, una vez recuperada cierta normalidad, diezmados por la inflación. Iberia ha pactado un alza de al menos un 12% para los pilotos en cuatro años y Vueling sufre huelgas por las reclamaciones salariales de un sindicato de los tripulantes de cabina. Las compañías también han sufrido retrasos en la recepción de aviones, que deberían haber servido para reforzar la capacidad. Consecuencia: “Dada la estacionalidad que caracteriza al sector, se ha intentado hacer caja en verano para después aguantar mejor el invierno, que es más difícil, y en este año la aportación de los viajes de negocio será menor porque se recuperan menos rápidamente”, apunta el experto. Debe tenerse en cuenta además que el sector afronta el “reto de financiar un crecimiento más sostenible en un contexto de elevada deuda”, a lo que se añade el factor de Ucrania.