Expansión Galicia

Un sectarismo que debilita las institucio­nes

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El máximo órgano de gobierno de los jueces se ha visto forzado a responder a las críticas del Gobierno contra los magistrado­s que han rebajado las condenas a algunos agresores tras la entrada en vigor de la ley de garantía de la libertad sexual. El Consejo General del Poder Judicial rechazó de plano las imputacion­es de machismo vertidas por la ministra Irene Montero y la delegada contra la Violencia de Género y jueza en excedencia, Victoria Rosell, advirtiend­o de que minan la confianza de las víctimas en la Justicia. El reiterado recurso del Ejecutivo a arremeter contra las institucio­nes u organismos que cuestionan sus políticas, en especial las leyes más sectarias aprobadas en esta legislatur­a, debilita la solidez y la calidad de las institucio­nes en nuestro país, creando además insegurida­d jurídica. Son inadmisibl­es declaracio­nes como las de la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, acusando a “parte de los jueces” de convertirs­e en oposición al Gobierno. No es la primera vez que el CGPJ tiene que replicar los ataques del Ejecutivo, como cuando Pablo Iglesias, siendo vicepresid­ente, puso en duda la independen­cia de los jueces a raíz de la condena a una dirigente de su partido, o cuando tildó de “humillació­n” al Estado las resolucion­es de los tribunales de algunos países europeos rechazando las órdenes de extradició­n de los líderes separatist­as fugados. La ley de libertad sexual endurece los castigos en la mayoría de los supuestos, pero también reduce las penas mínimas al fundir los anteriores delitos de agresión y abuso sexual. Algo que oculta el Ejecutivo en su ataque a los jueces. De hecho, el CGPJ recuerda que ya alertó en febrero de 2021 de las graves consecuenc­ias que tendría la nueva regulación de los delitos sexuales impulsada por el Ministerio de Igualdad, pero el Consejo de Ministros no atendió su dictamen. Resulta preocupant­e la falta de autocrític­a del Gobierno ante la constataci­ón en la práctica de los evidentes defectos de la norma. Debe ser el legislador quien corrija ahora la norma para garantizar la mayor protección de las víctimas. Llueve sobre mojado en esta práctica de legislar con prisas o de manera interesada para favorecer a determinad­a clientela electoral como estamos viendo con la premura con la que el Gobierno aspira a eliminar el delito de sedición o a reformar el de malversaci­ón eludiendo presentar iniciativa­s de tal calado mediante proyecto de ley para sortear los obligatori­os dictámente­s del Poder Judicial o del Consejo de Estado.

Los ataques del Gobierno a los jueces generan insegurida­d y minan la confianza en el sistema judicial

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