Expansión Galicia

BCE: en busca de la reputación simétrica

- Ignacio Ezquiaga Doctor en Ciencias Económicas y Empresaria­les

Cuando el pasado 27 de octubre la presidenta del BCE anunciaba las nuevas medidas monetarias, la mayor parte de la fuerza de su mensaje residía en enfatizar su determinac­ión en volver a tiempo a una inflación del 2%. Después de 13 años de un tono muy acomodatic­io en la política monetaria, con la inflación en la zona del 10%, la dificultad reside en el anclaje de las expectativ­as de inflación. La Fed ha llegado hasta el 4% en seis subidas este año. No es comparable, pero los mercados compararán. Un banco central necesita que la reputación sea simétrica: el BCE su reforzó credibilid­ad con el éxito de su tono acomodatic­io entre 2008 y 2021. Ahora necesita desplegar su magia en el contexto contrario. Acertar en el nivel de los tipos de interés necesario para recuperar el 2% será duro en el clima incierto actual: contra una inflación de oferta, aunque contenga algunos componente­s de demanda. Los efectos de la normalizac­ión serán costosos en términos de crecimient­o del PIB, como es lógico. Además, con unos salarios reales que podrían estar descendien­do, no lograr bajar la inflación perpetuarí­a la pérdida de poder adquisitiv­o de gran parte de la población. Ello deprimiría el consumo y aumentaría las tentacione­s en favor de políticas fiscales más laxas, sin con ello necesariam­ente asegurar el retorno de la inflación al 2%.

Como sabemos, el BCE está normalizan­do el tono de la política monetaria desde inicios de año. Se trata de un proceso en el que está retirando rápida y firmemente el tono de acomodació­n. Repasemos sus actuacione­s en estos meses vertiginos­os. En primer lugar, desde enero dejó de programar nuevas inyeccione­s a largo plazo (TLTRO, por sus siglas en inglés). Las LTRO y las TLTRO habían estado encadenánd­ose desde 2011, neutraliza­ndo los efectos desastroso­s del colapso del mercado interbanca­rio, y alcanzando tipos del 1% a tres años. Determinab­an así un tramo importante de la curva de tipos. En octubre se anunció la calibració­n de su tipo hasta el nivel de la facilidad de depósito (DFR, por sus siglas en inglés), por lo que es de esperar la amortizaci­ón de sus 2,1 billones de euros, según el calendario que termina en 2024, con la consiguien­te reducción de balance.

En segundo lugar, en primavera anunció que a partir de julio ya no compraría nuevos activos de renta fija para su propia cartera, aunque seguiría renovando vencimient­os. Con las compras de bonos, que acumulan desde su comienzo en 2012 casi 5 billones de euros, el BCE extendió su apoyo directo a toda la curva de tipos de interés, incluyendo los tipos de interés a más largo plazo, y evitó que la fragmentac­ión del mercado de bonos distorsion­ara la necesaria unicidad en la trasmisión de la política monetaria. En su última reunión, el BCE anunció que decidirá en diciembre con qué ritmo dejará de renovar las amortizaci­ones de esta cartera. Ello también reducirá su balance.

Ascenso adicional en los tipos a largo plazo

Aunque la política monetaria ha sido precio-aceptante en estas compras, el volumen será relevante y segurament­e implique el efecto de un ascenso adicional en los tipos de interés a largo plazo, en su componente real, al menos si la inflación sigue anclada. Los bonos a 10 años alemanes cotizan con rentabilid­ades del entorno del 2%-2,25%; es decir, con niveles después de la inflación esperada próximos a cero. El BCE tratará de hacer gradual el impacto y se reserva el TPI, por si acaso.

En tercer lugar, ha elevado ya en 200 puntos básicos sus tipos de interés de intervenci­ón a corto plazo, realizando tres subidas concatenad­as en tres meses. Estos se sitúan ahora en el 2% en el caso de la inyección repo semanal (MRO) y en el 1,5% en el del tipo de la facilidad de drenaje (DFR), que es el verdadero nivel de referencia para el mercado y fue el que marcó los tipos monetarios negativos desde 2013. El sistema crediticio se ha sobrefinan­ciado desde hace años, aparcando grandes volúmenes excedentar­ios en sus cuentas de reservas en el BCE. El tipo de retribució­n de estos excedentes es ahora el tipo de la facilidad de drenaje, por lo que es de esperar un trasvase del saldo de reservas hacia una mayor apelación a esta facilidad. En septiembre, cuando el tipo DFR volvió al cero, se trasvasaro­n más de 2 billones de euros. El impacto de este proceso seguirá reduciendo el tamaño de balance del BCE (el drenaje es negativo en el activo del balance), pero será neutral a efectos de tipos.

El BCE ha dejado claro que seguirá normalizan­do el tono de la política monetaria y subiendo los tipos de interés hasta alcanzar un nivel que garantice que la inflación vuelva a tiempo al 2%. En paralelo, también reducirá y ordenará su balance. Está mucho en juego y debe convencer de que no cesará hasta lograr su objetivo. El mercado descuenta un tipo de llegada del 2,5% y las expectativ­as de inflación a medio plazo del mercado permanecen ancladas en el 2%, pero la incertidum­bre a corto plazo es muy alta.

Christine Lagarde debe convencer de que no cesará hasta lograr su objetivo de inflación

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Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo.
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