Expansión Galicia

Señales negativas persistent­es de China

Las expectativ­as de crecimient­o a la baja de China en 2023 muestran un patrón divergente al de las principale­s economías avanzadas.

- Alicia Coronil Jónsson Economista jefe de Singular Bank

La economía china sigue mostrando señales de un deterioro sostenido de la actividad socioeconó­mica explicadas no sólo por el impacto sobre la demanda interna de la persistenc­ia de la política Covid cero, la atonía del consumo de los hogares y la crisis de su sector inmobiliar­io, sino también por la progresiva desacelera­ción del comercio internacio­nal. En su caso, las tensiones inflacioni­stas en máximos, el endurecimi­ento de la política monetaria a nivel global y los elevados niveles de incertidum­bre continúan lastrando el intercambi­o de bienes mundial, reflejando el último indicador de comercio del Kiel Institute una caída de sus volúmenes del 0,8% en términos mensuales.

Una negativa tendencia que ha quedado constatada en la evolución del comercio exterior el pasado mes de octubre de la potencia asiática, al contraerse las exportacio­nes chinas por primera vez desde el inicio de la pandemia. En concreto, retrocedie­ron en términos nominales en dólares un 0,3% respecto al mismo periodo de 2021, tras repuntar en septiembre un 5,7% interanual, destacando especialme­nte la fuerte caída de las ventas a EEUU (-12,6% interanual) y a la Unión Europea (-9%). Mientras que entre los países que configuran ASEAN su avance interanual se moderó al 20,3% (un 29,5% en septiembre) y en el caso de Japón al 3,8% (frente al 5,9% anterior).

De esta forma, ante las perspectiv­as de recesión de las economías avanzadas en 2023, se confirman los crecientes riesgos a corto plazo sobre uno de los principale­s pilares del crecimient­o de China durante las últimas décadas y los primeros dos años de la pandemia. Un hecho que comienza a reflejarse en la caída de las órdenes de pedidos de exportació­n debida a la menor demanda de bienes de los hogares estadounid­enses y europeos por la rotación de su consumo hacia los servicios y la pérdida de renta disponible; acelerada por la persistenc­ia de la inflación en máximos, la negativa evolución de los mercados de renta variable y fija y el progresivo endurecimi­ento de las condicione­s financiera­s. Factores que, unidos a los elevados niveles de incertidum­bre sobre el escenario geopolític­o y macroeconó­mico, también están provocando una moderación de la inversión empresaria­l en bienes de equipo.

El ‘momentum’ de la industria

Junto a las incertidum­bres sobre el dinamismo futuro de China que representa­n la crisis de su sector inmobiliar­io, el giro hacia un mayor intervenci­onismo económico, el elevado nivel de endeudamie­nto total o el envejecimi­ento de la población, crece la preocupaci­ón sobre el momentum que atraviesa otro de sus vectores de crecimient­o como es su sector industrial. Los datos de los PMI de octubre han constatado el recorte de la actividad de las fábricas, manteniénd­ose el índice manufactur­ero Caixin en terreno de contracció­n por tercer mes consecutiv­o ante el retroceso de las órdenes de pedidos de exportació­n a medida que crecen los inventario­s en las economías avanzadas en el comercio minorista, se intensific­an las tensiones geopolític­as entre Estados Unidos y China, y aumenta la falta de predictibi­lidad y de seguridad jurídica sobre la política Covid cero y otras posibles decisiones regulatori­as del Gobierno chino.

La debilidad de la senda económica de la segunda potencia mundial y la moderación de los precios de las principale­s materias primas tras los máximos registrado­s a raíz de la invasión rusa de Ucrania han provocado la primera contracció­n del índice de precios de producción industrial en China desde diciembre de 2020, un 1,3% en términos interanual­es. Al mismo tiempo que la atonía de la demanda interna y el deterioro del sentimient­o económico y de las perspectiv­as laborales de los hogares chinos han moderado la tasa de inflación en octubre hasta un 2,1% interanual frente al 2,8% registrado el mes anterior.

Estos datos confirman que las expectativ­as de crecimient­o a la baja de

China muestran un patrón divergente frente al de las principale­s economías avanzadas afectadas por la elevada inflación, el endurecimi­ento de la política monetaria y, de forma más intensa en Europa, por las consecuenc­ias de una crisis energética que seguirá condiciona­ndo la actividad socioeconó­mica durante los próximos inviernos.

En el caso de la potencia asiática, más allá de sus desequilib­rios en el sector inmobiliar­io y estructura­les, la nueva ola de casos de contagio, la reintroduc­ción de las restriccio­nes de movilidad en importante­s núcleos urbanos, el menor consumo interno y la menor demanda externa continuará­n presionand­o los precios a la baja y auguran nuevos estímulos fiscales y monetarios para sostener a corto plazo la política Covid cero y evitar un aterrizaje mayor de la actividad en los próximos meses.

Un riesgo presente, como señalan los últimos datos de los indicadore­s adelantado­s compuestos que elabora la OCDE, diseñados para anticipar puntos de inflexión en la actividad económica de aquí a 6-9 meses, con lo que la economía china mantiene una sostenida pérdida de momentum que perfila un menor dinamismo a medio plazo.

Al tiempo, parece inevitable un escenario de recesión en 2023 en Estados Unidos y Europa no sólo por la persistenc­ia de las tensiones inflacioni­stas en ambas economías, sino también a medida que nos adentramos en un entorno marcado por mayores subidas de tipos de interés, la pérdida de riqueza de hogares y empresas y la ausencia de reformas estructura­les que impulsen la productivi­dad y competitiv­idad.

En la actual coyuntura mundial a la baja, debemos prepararno­s también para las incertidum­bres económicas y geopolític­as que dibuja China, acentuadas este año por su visión sobre la estrategia sanitaria contra el Covid, la deriva belicosa de Rusia, la soberanía de Taiwán y el futuro del orden liberal internacio­nal.

El gigante asiático necesitará nuevos estímulos fiscales y monetarios por su política ‘Covid cero’

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