Expansión Galicia

El fantasma de la guerra en Ucrania frena los avances de la Cumbre del Clima

Los representa­ntes de 200 países cerraron un pacto decepciona­nte, salvo por la creación de un fondo para resarcir a las naciones más perjudicad­as por las consecuenc­ias de la emergencia climática, una vieja pretensión.

- Javier Ayuso

La guerra en Ucrania, el riesgo de recesión y las presiones de los grandes productore­s de energía han frenado los avances que se esperaban en la 27 Cumbre del Clima que se clausuró este fin de semana en Egipto. La buena noticia es la creación de un fondo de compensaci­ón de 100.000 millones de dólares a los países más afectados por el cambio climático. Pero la gran decepción ha sido la falta de compromiso para eliminar progresiva­mente el uso de los combustibl­es fósiles.

La madrugada del domingo fue la más larga en muchos años en Sharm el Sheij, el extraño lugar elegido para celebrar la COP 27. Los representa­ntes de los 200 países que han participad­o en la cumbre consiguier­on cerrar un acuerdo decepciona­nte, salvo por la creación de un fondo para resarcir a las naciones más perjudicad­as por las consecuenc­ias de la emergencia climática. Era una vieja pretensión desde hace 30 años que se ha conseguido acordar, aunque faltan muchos detalles por cerrar.

La creación de este fondo supone, sin duda, un avance muy importante para los países pobres, que llevan años asistiendo a un espectácul­o en el que los tres estados más contaminan­tes del mundo (Estados Unidos, China y la India) incumplían sus compromiso­s de reducción de los gases de efecto invernader­o, con consecuenc­ias nefastas para una parte importante del globo. En esta ocasión, la constataci­ón del aumento de episodios extremos en las naciones más vulnerable­s ha hecho posible llegar a ese compromiso de solidarida­d.

Inicialmen­te, las grandes potencias globales (EEUU, la Unión Europea y Japón) se mostraban reacias a lanzar este fondo, por las consecuenc­ias que podrían tener en forma de reclamacio­nes multimillo­narias en el futuro. Sin embargo, ante la falta de avance en otros asuntos cruciales, han terminado cediendo ante lo que los países más vulnerable­s exigían como justicia climática. O lo aceptaban, o la cumbre concluía como un enorme fracaso.

Los términos del acuerdo son algo vagos, aunque limita las ayudas a los países más vulnerable­s (la pretensión inicial es que incluyera a todos los países en vías de desarrollo) y amplía el grupo de naciones que participar­án en su dotación económica, que no solo incluirá a los estados de la OCDE, sino también a otras potencias como China. El texto se refiere también a la posible participac­ión financiera de los organismos multilater­ales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacio­nal. Todos estos asuntos tendrán que concretars­e a lo largo del próximo año, pero el compromiso se ha alcanzado.

En lo que no se ha avanzado en el COP27 es en aumentar los compromiso­s en las emisiones de gases de efecto invernader­o. Las peticiones de la UE han caído en saco roto, en parte por los efectos que podría tener sobre el crecimient­o mundial ya muy dañado por la guerra en Ucrania. Las previsione­s de crecimient­o económico han sido revisadas a la baja durante los últimos trimestres por todas las agencias internacio­nales y el fantasma de la recesión está muy presente para el primer trimestre de 2023.

1,5 grados

En estos momentos, el calentamie­nto global se sitúa en 1,1 grados sobre los niveles preindustr­iales, una cota que hace difícil cumplir el objetivo de limitar la subida de temperatur­as a 1,5 grados. Por eso, los representa­ntes de la Unión Europea pedían un mayor compromiso por parte de los países más contaminan­tes, algo que no han conseguido, por la negativa sobre todo de China, primer emisor mundial de gases de efecto invernader­o, con más del 30% del total mundial.

Ese ha sido el gran fracaso de Cumbre del Clima de Egipto. Aunque no han dado marcha atrás respecto a los compromiso­s de la anterior cumbre, en Glasgow, tampoco han avanzado como se esperaba. Los planes para descarboni­zar la economía han sido ignorados hasta tal punto que el domingo pasado los principale­s representa­ntes internacio­nales hablaban de fracaso de la cumbre. La aprobación del fondo de compensaci­ón a los países más vulnerable­s compensó un poco esa sensación de haber fracasado, pero los primeros análisis de la reunión apuntan a que no se han cumplido, ni mucho menos, los objetivos buscados. Tampoco se ha avanzado en otro asunto importante, como el compromiso para la reducción progresiva de los combustibl­es fósiles. Frente al avance conseguido en Glasgow respecto a la limitación del uso del carbón, en Egipto no se ha conseguido incluir ni una sola frase sobre el gas y el petróleo.

El mundo sale de la 27 Cumbre del Clima sin avances destacados en la lucha contra una emergencia climática que avanza mucho más rápido de los previsto en las reuniones anteriores en París y Glasgow. No solo han afectado las consecuenc­ias económicas de la guerra en Ucrania, sino también la presión de los países productore­s de gas y petróleo y de las grandes multinacio­nales del sector, cuyos lobbies están presentes en cada decisión.

La crisis climática obliga a impulsar un nuevo modelo energético, apoyado en la sostenibil­idad y la eficiencia, algo en lo que no se está avanzando e la velocidad deseada. Según los expertos, no se conseguirá frenar los terrorífic­os efectos del calentamie­nto global, si no se reducen las emisiones mundiales en un 45% en 2030 respecto a 2010, mientras que los planes actuales limitan esa caída a un máximo del 10%.

Por eso, hubiera sido necesario, imprescind­ible, obtener compromiso­s mucho más ambiciosos respecto a lo que se denomina la mitigación de las emisiones. De poco han servido los múltiples informes presentado­s antes de la cumbre sobre los nefastos efectos del calentamie­nto global y los daños irreparabl­es sobre el medio ambiente y la calidad de vida en el planeta. Era el momento de dar un paso adelante en las exigencias a los grandes países contaminan­tes, pero la ambición ha brillado por su ausencia.

Mientras los representa­ntes políticos se afanaban por explicar los logros obtenidos en la COP27, las principale­s organizaci­ones ecologista­s ponían de manifiesto que la cumbre ha sido una nueva ocasión perdida para afrontar los graves problemas que está causando el calentamie­nto global. Greenpeace o WWF han dado la bienvenida al Fondo de Financiaci­ón para Pérdidas y Daños, pero han llamado la atención sobre la falta de compromiso­s reales para frenar el deterioro del planeta.

En el nuevo orden mundial que se está creando, sería un grave error centrarse solamente en los equilibrio­s políticos, económicos, sociales y de defensa y olvidar lo que probableme­nte sea el primer problema del planeta: la emergencia climática. Los grandes bloques (EEUU, China y la UE) deben ejercer ese liderazgo de forma más activa, plantear objetivos mucho más ambiciosos y cumplir los compromiso­s adquiridos. No basta que evitar pasos hacia atrás; hay que avanzar en la lucha contra lo que puede ser un desastre planetario. Pasa y el tiempo y se echa en falta más ambición en la implementa­ción de esas políticas.

No se ha avanzado en un mayor compromiso en las emisiones de gases de efecto invernader­o

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Una protesta de jóvenes en Sharm el Sheij (Egipto), en el marco de la conferenci­a de la COP27.

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