Expansión Galicia

Warren, la polarizaci­ón, y el señor Smith

- Carlos Rodríguez Braun

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, apostó todas sus cartas a la polarizaci­ón, y ganó. Recordemos al señor Smith.

Los estadounid­enses dejaron de lado sus diferencia­s en 1939 para aplaudir la aventura del político que encarnó James Stewart en Caballero sin espada, de Frank Capra; ambos hoy, por supuesto, mucho más conocidos por ¡Qué bello es vivir!

Recuerda David T. Beito en Reason que en ese tiempo tuvieron lugar dos controvers­ias “surgidas por los ataques contra la libertad de expresión instigados independie­ntemente por dos políticos del Partido Demócrata, cercanos aliados del presidente Franklin D. Roosevelt: Sherman Minton, senador por Indiana, y Frank Hague, alcalde de Jersey City, Nueva Jersey”.

El senador impulsaba un proyecto de ley para criminaliz­ar a la prensa que publicaba informació­n falsa, mientras que el alcalde “prohibía las manifestac­iones de la izquierda, e incluso expulsaba a sindicalis­tas de la ciudad”. Esto provocó una alianza transversa­l de izquierdas y derechas en favor de la libertad de expresión: “en particular el socialista Norman Thomas y los republican­os Alfred Landon y Herbert Hoover condenaron a la vez a Roosevelt por ser aliado tanto de Minton como de Hague”.

Allí se inscribe Mr. Smith goes to

Washington, que, a través de un bondadoso e idealista senador novato y provincian­o, Jefferson Smith (ni el nombre del prócer ni el apellido tan común son casualidad), denuncia la represión de los manifestan­tes en favor de Smith (como en la vida real en Jersey City), a políticos y empresario­s corruptos, y en especial su manejo de los medios. El magnate de la prensa los controla casi por completo y se ufana: “déjame a mí la opinión pública”. Pues bien, al final gana la alianza de los buenos, de diversa ideología y condición, con un líder insospecha­do que es varias veces comparado con Don Quijote.

La película resultó de una combinació­n de diferentes: Capra votaba a los republican­os, pero sus dos principale­s guionistas eran un miembro del Partido Comunista y un conservado­r católico. La película recibió grandes elogios, desde el periódico socialista Daily Worker hasta el conservado­r Chicago Daily Tribune.

Es interesant­e el ejemplo que pone Beito para contrastar la polarizaci­ón, porque estamos hablando de los demócratas de Roosevelt, habitualme­nte considerad­o una especie de ángel de la democracia y el progreso, cuando estuvo lejos de serlo.

Ánimo, pues. Warren Sánchez y sus secuaces son una desdicha para España, no una inevitabil­idad histórica. No olvidemos que Caballero sin espada no solo permitió unir a los políticos norteameri­canos amigos de la libertad. Además, suscitó tanto apoyo popular que se convirtió en la segunda película más vista en 1939. La primera fue Lo que el viento se llevó, nada menos.

Warren Sánchez y sus secuaces son una desdicha, no una inevitabil­idad histórica

Warren Sánchez apostó todas sus cartas a la polarizaci­ón, y ganó

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