Warren, la polarización, y el señor Smith
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, apostó todas sus cartas a la polarización, y ganó. Recordemos al señor Smith.
Los estadounidenses dejaron de lado sus diferencias en 1939 para aplaudir la aventura del político que encarnó James Stewart en Caballero sin espada, de Frank Capra; ambos hoy, por supuesto, mucho más conocidos por ¡Qué bello es vivir!
Recuerda David T. Beito en Reason que en ese tiempo tuvieron lugar dos controversias “surgidas por los ataques contra la libertad de expresión instigados independientemente por dos políticos del Partido Demócrata, cercanos aliados del presidente Franklin D. Roosevelt: Sherman Minton, senador por Indiana, y Frank Hague, alcalde de Jersey City, Nueva Jersey”.
El senador impulsaba un proyecto de ley para criminalizar a la prensa que publicaba información falsa, mientras que el alcalde “prohibía las manifestaciones de la izquierda, e incluso expulsaba a sindicalistas de la ciudad”. Esto provocó una alianza transversal de izquierdas y derechas en favor de la libertad de expresión: “en particular el socialista Norman Thomas y los republicanos Alfred Landon y Herbert Hoover condenaron a la vez a Roosevelt por ser aliado tanto de Minton como de Hague”.
Allí se inscribe Mr. Smith goes to
Washington, que, a través de un bondadoso e idealista senador novato y provinciano, Jefferson Smith (ni el nombre del prócer ni el apellido tan común son casualidad), denuncia la represión de los manifestantes en favor de Smith (como en la vida real en Jersey City), a políticos y empresarios corruptos, y en especial su manejo de los medios. El magnate de la prensa los controla casi por completo y se ufana: “déjame a mí la opinión pública”. Pues bien, al final gana la alianza de los buenos, de diversa ideología y condición, con un líder insospechado que es varias veces comparado con Don Quijote.
La película resultó de una combinación de diferentes: Capra votaba a los republicanos, pero sus dos principales guionistas eran un miembro del Partido Comunista y un conservador católico. La película recibió grandes elogios, desde el periódico socialista Daily Worker hasta el conservador Chicago Daily Tribune.
Es interesante el ejemplo que pone Beito para contrastar la polarización, porque estamos hablando de los demócratas de Roosevelt, habitualmente considerado una especie de ángel de la democracia y el progreso, cuando estuvo lejos de serlo.
Ánimo, pues. Warren Sánchez y sus secuaces son una desdicha para España, no una inevitabilidad histórica. No olvidemos que Caballero sin espada no solo permitió unir a los políticos norteamericanos amigos de la libertad. Además, suscitó tanto apoyo popular que se convirtió en la segunda película más vista en 1939. La primera fue Lo que el viento se llevó, nada menos.
Warren Sánchez y sus secuaces son una desdicha, no una inevitabilidad histórica
Warren Sánchez apostó todas sus cartas a la polarización, y ganó