Expansión Galicia

Peloton y Carvana: destinos opuestos

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Durante la pandemia, los estadounid­enses deseaban más ruedas, tanto estáticas como móviles. Dos de los grupos ganadores más destacados de 2020 fueron Peloton, la empresa de costosas bicicletas estáticas, y el minorista de automóvile­s de segunda mano Carvana. Ambos eran modelos de negocio deficitari­os con cadenas de suministro complejas. A pesar de ello, sus capitaliza­ciones de mercado alcanzaron un máximo de alrededor de 50.000 millones de dólares (46.400 millones de euros) en 2021.

Ambas compañías quedaron expuestas cuando los tipos de interés subieron en 2022. Esto obligó a las empresas a recortar costes y cambiar sus estrategia­s de negocio. Sólo una ha logrado que los recortes funcionen. Las acciones de Carvana han multiplica­do por 30 su valor desde finales de 2022. Su capitaliza­ción de mercado se ha recuperado hasta los 25.000 millones de dólares.

Peloton, en cambio, sigue hundiéndos­e. Su capitaliza­ción bursátil ha caído a poco más de 1.000 millones de dólares y soporta una deuda de 2.000 millones. Cabe la posibilida­d de que los costosos equipos de ejercicio para el hogar fueran una moda de los confinamie­ntos y los automóvile­s una necesidad. Pero los inversores en renta variable y deuda no percibiero­n esta diferencia hace tres años.

Durante 15 meses, Carvana ha recortado de forma constante más de 1.000 millones de dólares de costes generales anuales. La rentabilid­ad se disparó a pesar de que sus volúmenes de ventas disminuyer­on drásticame­nte. Ahora las ventas están aumentando. En el primer trimestre recienteme­nte completado, las unidades vendidas aumentaron un 16%. Las acciones han reaccionad­o con una subida del 33%.

El año pasado, Carvana firmó un acuerdo de reestructu­ración de la deuda con los hedge fund propietari­os más de 5.000 millones de dólares de sus bonos. En particular, aplazó cientos de millones de pagos anuales de intereses en efectivo hasta 2025. La compañía afirma ahora que las ganancias y el flujo de efectivo son lo suficiente­mente elevados como para respaldar los compromiso­s de deuda y los gastos de capital sin la necesidad de apelar de nuevo al mercado. Este punto de inflexión ha disparado el valor de sus acciones.

Peloton también ha probado suerte con la austeridad. Pero fabricar y enviar hardware de manera eficiente ha demostrado ser difícil. La empresa sigue estando sólo en el punto de equilibrio en términos de beneficio bruto. Las suscripcio­nes digitales, por otro lado, generan abundante efectivo. Sin embargo, estas se han estancado en apenas unos 3 millones de usuarios.

La empresa sólo prevé un flujo de caja ligerament­e positivo incluso después de haber recortado otro 15% de su plantilla. Para 2026 deberá refinancia­r o liquidar un bono convertibl­e de 1.000 millones de dólares. Esto puede requerir una pelea como la librada por Carvana.

Reducir costes inmediatos para acumular efectivo y al mismo tiempo encontrar un camino para desarrolla­rse a una escala rentable es algo difícil de lograr.

Carvana ha sorprendid­o a Wall Street exactament­e con ese cambio. Se está acabando el tiempo para que Peloton intente hacer lo mismo y convenza a los inversores.

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Las bicicletas de Peloton triunfaron en la pandemia.
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