El emprendimiento social, un motor del empleo inclusivo
Las firmas sociales fomentan el empleo inclusivo, ya que seis de cada diez dan trabajo a personas de distintas etnias y cerca del 44% incorpora a personas con capacidades diversas.
Los emprendedores sociales ganan cada vez más presencia en España como actores de generación de empleo, de ingresos y especialmente como impulsores del empleo inclusivo. Es decir, son empresarios que dan oportunidades a personas de distintas etnias, en seis de cada diez encuestados, y que incorporan a sus plantillas a empleados con diversas funcionalidades, como las discapacidades físicas o intelectuales.
Son algunos de los datos recogidos en el informe elaborado por Esade Center for Social Impact, que analiza el panorama de este perfil de empresa en España y sus perspectivas de futuro. Otra de las conclusiones del estudio es que estas empresas tienen buenas perspectivas en cuanto a su actividad económica, ya que en el último año, el 56,2% de estas organizaciones han experimentado un incremento en sus ingresos, mientras que el 16,3% han visto cómo disminuían. En cuanto a sus planes de futuro, el 71,2% prevé que sus ingresos aumentarán en los próximos 12 meses, frente al 3,8% que cree que disminuirán.
Las empresas sociales todavía están lidiando con las consecuencias económicas y sociales derivadas de la pandemia en los últimos dos años. Sin embargo las 80 firmas consultados se mantienen optimistas, ya que el emprendimiento social en España y en Europa está siendo un elemento clave en la recuperación de la economía y en la construcción de una sociedad más próspera.
Sostenibilidad financiera
Para Guillermo Casasnovas, investigador del Esade Center for Social Impact y coautor del informe, “las empresas sociales incorporan modelos de negocio innovadores que son capaces de combinar la sostenibilidad financiera con un impacto positivo claro y relevante para la sociedad". Casasnovas destaca y recuerda que la llamada economía de impacto, de la que las empresas sociales forman parte, “va ganando terreno porque tanto los consumidores como los inversores y los emprendedores cada vez tienen más en cuenta sus consecuencias sociales y medioambientales a la hora de tomar sus decisiones en el día a día”.
Para Azahara Espejo, directora de operaciones de La Bolsa Social, “las empresas sociales abarcan proyectos de impacto global, como los que contribuyen al cuidado del medio ambiente, pero también otro perfil de empresa que da trabajo a colectivos desfavorecidos, vulnerables o con discapacidades. Hay que prestar también atención y apoyo a este segundo grupo, porque pueden ayudar a muchas personas”. La Bolsa Social es una plataforma de inversión colectiva (crowdfunding) en proyectos emprendedores que generan impacto social positivo, como tecnologías para proteger y cuidar a las personas mayores, soluciones de economía circular y gestión de residuos o proyectos de inclusión laboral de personas con problemas de salud mental.
Para Íñigo Alli, miembro del consejo asesor de SpainNAB, la clave del emprendimiento social es que destaca por sus iniciativas capaces de resolver diversas brechas. “Una de ellas es la territorial. Muchos proyectos de este perfil nacen en pequeños núcleos rurales, alejados de las grandes ciudades capaces de generar allí riqueza y empleos. La brecha de la edad es otra: estas compañías dan oportunidades a gente de edades jóvenes, con mayor dificultad de encontrar empleo, pero también a profesionales mayores de 55 años, que también encuentran barreras de entrada en el mercado laboral”.
Expectativas de contratación
Las expectativas de contratación de trabajadores de estas compañías son positivas: cerca de seis de cada 10 empresas sociales recogidas en el estudio tiene previsto contratar a más empleados en los próximos 12 meses, frente al 27,5% que planea mantener a los mismos asalariados de su plantilla actual y sólo el 2,5% prevé que realizará despidos.
El sector público juega un rol importante en la evolución del emprendimiento social en España, especialmente en términos de financiación. La fuente principal de ingresos para estas firmas proviene del sector público, ya sea del comercio con éste o de las subvenciones recibidas. En relación con esto, una de cada dos empresas sociales encuestadas solicitaron financiación pública en los últimos 12 meses. Entre las que la solicitaron, aproximadamente el 70% obtuvo una parte (el 51,3%) de la cantidad requerida y más del 20% de estas compañías consiguió embolsarse toda la cuantía.
Para el 20% la complejidad de acceso a fondos públicos sigue siendo un escollo importante, al que se suma otra barrera relevante: el bajo o inexistente apoyo político al emprendimiento social, algo que destaca el 65% de las encuestadas. Tan sólo el 7,6% considera que este respaldo es alto o muy alto.
En la última década el emprendimiento social ha ido al alza en España y su interés creciente ha ido en consonancia por los cambios sociales y medioambientales, que han traído mayor preocupación por las acciones de impacto positivo. En los diez últimos años (2012-2022) se ha fundado casi el 50% de las empresas sociales, frente al 23,8% de la década anterior (2001-2011). El nacimiento de las empresas más jóvenes responde a un momento marcado por los cambios y crisis sociales y medioambientales, pero también a una mayor conciencia social de abordarlos de un modo responsable.
Las compañías sociales pueden reducir varias brechas, entre ellas la territorial y la de edad